9

673 93 0
                                    

Tao corrió fuera del centro comercial, sin un lugar fijó al cual querer ir, estaba asustado, tenía miedo, le dolía todo y eso lo mandó directo al suelo.

Se quedó ahí unos segundos, tratando de recuperar el aire, estaba muy cansado, más cansado de lo que alguna vez llegó a estar luego de entrenar con su palo de Wushu.

Apoyó sus manos en el suelo y se impulsó para sentarse en el suelo, se llevó una mano a la boca del estómago y se acarició, le dolía bastante y le era incomodó.

—Mgk!— un quejido de dolor se le escapó al sentir como algo se movía en su interior. Con mano temblorosa se subió la polera y observó como lo que tenía dentro se movía recorriendo su cuerpo—Ah!— un dolor agudo le atravesó el pulmón izquierdo por la parte del diafragma y comenzaba a dejarlo sin aire.

Había comenzado, la planta buscaba poner su dominio sobre su cuerpo, debía ir al lugar, debía llegar al cementerio de plantas, solo ahí estaría dispuesto a dejarse caer y consumir, antes no.

Se puso de pie y bajó su polera, puso una mano en la parte que le dolía y caminó, tenía suerte, el cementerio no se encontraba tan alejado de donde se encontraba, al menos en eso tenía suerte...

Sus pasos eran lentos y casi robóticos, a cada paso que daba más podía sentir como la planta tomaba más dominio de lo que ua era suyo.

Tao comenzó a llorar, no solo por el dolor físico, sino también emocional, por el daño que podía estar haciéndoles a Kris y Victoria, tal vez se sentirían triacionados, que el no los apreciaba, porque no les contó lo que le sucedía, pero todas esas suposiciones que pudieran hacerse eran falsas, Tao los quería más que a su propia vida y esa, fue una de las razones por las que no les contó nada al respecto.

A mitad de camino se detuvo y se inclinó para vomitar, sangre, por supuesto fue lo que expulsó y le dio asco, eso solía formar parte de su cuerpo, ser parte vital para vivir, pero la planta no lo necesitaba, eso solo ocupaba espacio y tenía que deshacerse de lo que le evitaba crecer. Los brazos comenzaron a dolerle al igual que las piernas, en un momento, ya fue incapaz de seguir teniendo una mano en la boca del estómago, sus dedos comenzaron a convertirse en pequeñas ramas que no tenían un número extracto.

—"Ya falta poco"— se decía a si mismo, como consuelo, uno tan vanal y falso, pero no podía hacer más, autoengañarse era lo mejor que senle había ocurrido.

Al llegar a la entrada se percató que estaba abierta, a todo público, no había un caseta en la cual uno debería incribirse o algo, era solo pasar.

Las fotos, no se asemejaban nada a lo que podía ver en ese momento, las personas, o bueno, las plantas que tenía frente a si eran magníficamente hermosas, de pies a cabeza, estaban cubiertas de las hojas de la flor que los llevó a la puerte, lirios, petunias, no me olvides, cardenales, gladiolos, entre otras cuantas, eran muchas "personas" como para contarlas con lo que fue alguna vez sus dedos.

Buscó un lugar, para dejarse caer y consumir dolorosamente, y un lugar cerca de un árbol fue lo que le llamó la atención, caminó hasta él y al estar ahí se dejó caer a su lado como peso muerto. Las espinas dolían, rasgaban su interior, o lo que iba quedando de el.

Los extrañaría, no tenía duda de ello, Kris y Victoria fueron lo único que tenía, no tenía a nadie más, sus padres lo habían dejado aún joven y también les extrañaba, solo esperaba que Kris y Victoria no lo extrañaran con tal intensidad que fuera dolorosa.

El ardor, el dolor, las lágrimas, se intensificaron y en algún punto, dejo de ver, le hubiera haber visto a Kris por última vez, pero eso ya no era posible, era muy tarde, y el ya no podía moverse; las raíces de la rosa avanzaban hacía los únicos lugares en los cuales aún no penetraban por completo, el corazón y pulmones de Huang. Tao podía sentir como las raíces se abrían pasó en su cuerpo y poco a poco, el dolor lo iba enviando a la inconsciencia, mientras sonreía, porque así era el amor que sentía hacia Kris, extremadamente puro, tan puro, que era peligroso, era letal.

Los ojos de Tao se cerraron y lágrimas se deslizaron por sus apagados ojos, el último suspiro salió de sus labios a tropezones y su nariz no volvió a inhalar oxígeno una vez más. Sus oídos habían escuchado sus agonizantes gemidos de dolor, siendo lo último que pudiesen oír, sus manos se quedaron inmóviles sobre su regazo, sintiendo el viento soplar, eso, fue lo último que sintieron.

Su rostro se mantuvo apoyado al árbol, mientras el proceso de la planta avanzaba, consumiendolo todo; lo bueno de tener una muerte por la enfermedad de Hanahaki era que no había olor a putrefacción, al contrario de ese olor, la planta comenzaba a liberar su olor a medida que se volvía una con el cuerpo, siendo este el sustento que necesitaba para crecer, hechar raíces y mostrarse en su total hermosura.

Pure Love...?Where stories live. Discover now