11

204 5 0
                                    

Ella me miró con una de sus mejores sonrisas, complacido.


- Bueno, dime, por dónde tengo que ir ahora -me dijo al llegar a la plaza municipal.


Me invadió una sensación de desgano al darme cuenta de que ya


estábamos a punto de llegar.


- A la izquierda. Ya casi estamos, es pasando la parada de allí -le contesté intentando que no notará mi


desilusión. Siguió un poco más.


- Aquí es. Me puedes dejar aquí si quieres, es al final de esta calle.


- No, tranquila, te llevo hasta tu puerta.


Subió por la calle rodeada de árboles, y se paró delante de mi


casa. La fachada gris y de aspecto abandonada reflejaba el ánimo que


sentía yo en ese momento.


- Bueno, ya está -dijo dulcemente.


Probablemente sería mi imaginación, pero me pareció ver un poco de


tristeza en sus ojos.


- ¡Muchas gracias! -le dije preparándome para salir.


- Si quieres mañana te puedo pasar a buscar para que no cambies tanto -dijo cuando ya estaba fuera.


- No te preocupes. Ya estoy acostumbrada a hacerlo. No quiero molestarte.


- Como quieras, pero no es ninguna molestia -


volvió a recalcar.


- No, de verdad, no te molestes. Gracias.


- Bueno, yo lo intente -dijo sonriendo. -Hasta mañana entonces -se despidió.


- ¡Hasta mañana profesora!.
- No me digas así,fuera del colegio soy una más- dijo en tono serio.
La mire y sonreí .


Empecé a caminar hacia la puerta. Oí como el auto se volvía a poner


en marcha. Me giré y nuestras miradas se volvieron a cruzar. Y de nuevo ese calambre, esa conexión que me tenía los nervios de punta. Antes


de volverme a girar y seguir hacia mi casa me despedí con un gesto con la


mano. Cuando entré, ni siquiera la soledad ni la sensación lúgubre de


aquella casa pudo con mi ánimo. Fui corriendo hacia mi cuarto. Sentía una energía rara, como si tuviese ganas de gritar. Estaba feliz como hacía demasiado tiempo no lo estaba.

Enamorada De Mi Profesora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora