Extra.

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Los respectivos créditos al autor de la imagen.

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6to año, Baño de Myrtle la Llorona, segundo piso, Hogwarts.

-- ¿Me tienes miedo?

Arrastró las palabras tanto como su voz se lo permitió, el recuerdo del siseo de una serpiente floreció en su mente por un momento tan fugaz que podía ignorar el siquiera haberlo imaginado. El sarcasmo tildó la frase en un revés aún más insidioso y la mueca en sus labios - demasiado tímida para ser una sonrisa, tan llena de malicia que no auguraba nada bueno - no ayudo a que sus intenciones, una provocación en toda regla, fueran vistas como meramente una pregunta caprichosa en el momento equivocado.

Espero con una paciencia que habría desconocido un año atrás. No fue educado en la docilidad y la perseverancia estoica sin sentido, al contrario, había sido - y en la seguridad de su mente protegida podía admitirlo - un niño mimado toda su vida. Le enseñaron que lo que quisiera podía tenerlo y que su posición privilegiada en la cima de la aristocracia le aseguraría su comodidad y capricho (porque sí, era un adolescente caprichoso). Al crecer, su mundo - la burbuja de perfección que sus padres habían creado a su alrededor - no había sufrido mayores cambios. Ciertamente las responsabilidades con su familia dieron un salto enorme, pero no era algo que no se esperara, su apellido le precedía a donde fuera. No fue hasta el momento más importante de todo mago - además de cumplir la mayoría de edad - el comenzar con su enseñanza mágica oficial, su inserción en el Mundo Mágico, que se vio en un conflicto consigo mismo.

En sus once años de vida no se le había negado nunca algo que realmente le interesara, era un suceso extraño incluso que sus padres no le complacieran con algo que podrían considerar insignificante. Por lo que cuando su ofrecimiento de amistad fue negado - algo inaudito, ¡era Draco Malfoy, por amor a Merlín! - por el mismísimo Harry Potter, la celebridad juvenil más conocida en Inglaterra, su mente de niño que lo ha tenido todo sufrió una crisis de intereses en la que no había sido acorralado jamás. Se vio en un dilema, hasta entonces, desconocido y sin un plan de acción del cual sostenerse. ¿Cómo iba a saber, si quiera imaginar, que aquello podría sucederle algún día? No había nadie a quien culpar más que a sus padres y no era tan estúpido como para ir a reprochárselos, si le habían inculcado el instinto de supervivencia para su mala suerte.

Fue una fortuna que en la selección habían sido clasificados en casas diferentes - porque claro que Potter tenía que ir a Gryffindor, ¡el héroe mártir santificado a nacido frente a nuestras narices, señores! -, no quería ni pensar como habría sido convivir durante siete años en la misma sala común, peor aún si es que en el mismo dormitorio. Definitivamente, no habría salido vivo de aquella situación. Necesito unos días para hacerse a la idea de que había sido rechazado, y de encontrar al culpable - o al más accesible realmente - que le había provocado tal disgusto.

Aquel septiembre de 1991 nació una de las rivalidades más reconocidas y emblemáticas de Hogwarts, y también - quizás - el mayor error que pudo cometer Draco Malfoy. Desde aquel fatídico día, sin saberlo, se hundió de lleno en lo que sería su martirio personal.

Han pasado casi seis años desde aquel primero de septiembre. Todo lo que alguna vez se vanaglorió conocer no era más que una ilusión maquillando la verdad. Puede decir con total certeza que cuando su vida se vio envuelta en Hogwarts y la enseñanza mágica, todo cambio. Para bien o para mal, el ya no era Draco Lucius Malfoy, el primogénito de la Noble y Pura Familia Malfoy, con el resurgimiento del señor tenebroso, era: Draco Lucius Malfoy, el primogénito de la Noble y Pura Familia Malfoy, Mortífago a cargo de lograr el acceso de las filas de Voldemort en Hogwarts y asesinar a Albus Dumbledore a cambio de la vida de su familia.

Mártir con complejo de héroeWhere stories live. Discover now