[Archivo Insurgente: Alphonse Jaeger]

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“Cuando se forman los grupos humanos de grande extensión, ocurre la des-individualizacion. ¿Hasta que punto somos nosotros mismos, y no la expresión de un ideal adoctrinado?. Lo somos cuando conocemos las consecuencias de nuestras acciones, de nuestra lucha por ese ideal. Pero, ¿Y si esas consecuencias no nos gustan?, ¿Si nos damos cuenta de que, quizás no tenemos la razón, o que estamos atrapados en ese grupo?, ¿Que realmente no tenemos elección? ¿A nuestros enemigos le ocurrirá los mismo?, De un bando u otro, todos somos humanos, y los humanos cambiamos.
Todos podemos dudar.”
A. Jaeger.
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Alphonse dormía plácidamente, abrazando un poco su almohada en falta de su pareja. Estaba realmente exhausto tras una larga reunión que se había extendido por más horas de lo que nadie hubiese deseado.

Unos suaves pasos en la habitación no lo despertaron, pues conocía de sobra ese andar de setenta kilos y 1.75 de altura. Sintió un peso hundir algo el colchón y luego un suave remezón.

— Al... Levántate, tu tío Hirsh está al teléfono.....—

No se movió, disfrutando de la suave voz de Aurora....

— Al... ¡Al!, ¡Alphonse! — Lo remecieron con más fuerza, y sintiendo la impaciencia en la voz de su reciente esposa, abrió los ojos.

— ....¿Si?... ¿Desayuno?... — Atinó, aún sabiendo que esa no era la respuesta correcta. Los lacios cabellos castaños de la muchacha se agitaron cuando está se talló los ojos con un suspiro impaciente. Con eso, el varón supo que quizás el asunto era más grave de lo que creía.

— Hirsh al teléfono, voy —
Se levantó y estiró, no se demoró un segundo más, aunque lo odiaba, se había quedado dormido con ropa y todo. Se peinó el cabello rubio con una mano, y salió de la habitación, esperando que no se notase tanto que se había dormido.

Bajó las escaleras, saludando a todos sus hombres, que la mayoría estaban agotados y preparándose para su descanso.

Una fuerte culpabilidad le llegó al pecho. Y el se había quedado dormido... Suspiró. Debía enmendar su error y falta de lealtad.

Fue a la lavandería y anunció que le dejarán un turno en la tarde, y luego fue donde los sastres y pidió otro turno. Así ayudaría con los trajes de sus hombres, y se aseguraría que todo estuviese en orden en el depósito de armas después. Tras estas diligencias, cruzó el hall a paso rápido y se metió en el escritorio que usaba su primo, Volker Jaeger y lo encontró escribiendo furiosamente varias cartas.

Frente a él, estaba aquel Errante inglés. Henry Horvart...
Frunció el ceño. Lo había visto salir de noche hacia las Bases Alemanas, y ahora tenía una expresión extraña...
Alphonse se sentó en la silla.

Volker suspiró.

— Moritz y su hijo Adler también... Y, obviamente se llevarán a mi Wolfgang.... Eso sería todo —

Se estiró un poco, y miró a su primo.
— Al, estamos planeando la evacuación de los menores y demás miembros que no pueden quedarse acá al frente. —

— Pues tu también deberías irte, primo, eres el segundo al mando la Orden, te necesitamos con vida, yo me quedo a dirigir a los hombres —

Insurgentes y Cazadores- Archivos.Where stories live. Discover now