Armand

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Desde que Armand tenía uso de razón siempre tuvo prohibido ir a la aterradora mansión abandonada de la colina, pero el ya no era un niño, era un joven de 17 años dispuesto a enfrentar sus miedos. No olvidaba como su abuela, quien alguna vez fue doncella de aquella mansión, se estremecía cada que hablaba de aquel siniestro lugar, tanto así que la ultima vez lloró al contarle como luego de que un incendio había consumido parte de esta, se descubrieron los restos cercenados y calcinados de la familia.


Mucho se decía del antiguo dueño de aquel lugar, que si había enloquecido, que si había asesinado mujeres, que si lo habían encontrado envenenado junto al cadáver de su novia muerta; Pero nada de esto le importaba a Armand.

El sentía como aquel lugar lo llamaba, lo atraía... Y el estaba decidido a acudir a ese llamado.

Era de noche y el sonido de la lluvia cayendo sofocó el ruido que hizo mientras se escapaba; A cada paso que daba a través de aquel terreno lodoso, su cuerpo se inundaba de anticipación.

Por fin lo estaba haciendo, por fin vería por sí mismo aquel lugar.

Una vez frente a la puerta de la mansión, tragó grueso, esta se veía imponente, terrorífica y estuvo a punto de dar la vuelta, pero nuevamente escuchó aquella voz, y con temor dio un paso... Y luego otro, y poco a poco fue ingresando en la negrura de aquella mansión que parecía tragárselo.

Le importó poco la oscuridad asfixiante que lo rodeaba, y a cada paso que daba sentía como algo lo guiaba a un sitio especifico.

Miraba sin ver a su alrededor, sus piernas se movían hacia un objetivo que el desconocía... Como si solo hubiese un sitio donde ir.

La voz ahora lo llamaba con más agitación hasta que estuvo frente a una puerta de madera que parecía sencilla. En ese momento todo su cuerpo temblaba, pero como si no tuviera control de si mismo, levanto su mano y abrió la puerta.

Al ver el interior de la habitación el horror lo consumió.

Aquello era imposible.

Todo parecía estar en perfectas condiciones, como si el tiempo no hubiese pasado... Como si aun siguiera viviendo la chica dueña de aquella alcoba, porque era indudable que la habitación era de una chica.

Todas esas muñecas que clavaban sus inmóviles ojos sobre él lo atestiguaban.

El miedo lo tenia paralizado, pero una fuerza aterradora lo atrajo al interior de la habitación, donde se fijó en unas marcas rojas en el suelo que formaban alguna especie de pentagrama.

La lluvia cayendo, los relámpagos, la oscuridad, todo eso creaba el escenario perfecto para lo que iba a suceder.

Y como si presintiera el mal que lo acechaba, el temblor de su cuerpo se volvió mas descontrolado al igual que su respiración. El pánico se había apoderado de su cuerpo y solo sentía ganas de llorar.

Un relámpago resonó, y Armand alzó la mirada encontrando frente a él un espejo.
Su reflejó lo miró, mientras lentamente formaba una sonrisa siniestra.

—Por fin viniste. —Le dijo su reflejo al tiempo que notaba como una cadaverica mano se posaba en su hombro.

En aquel momento quería salir corriendo, quería haber hecho caso de las advertencias de su abuela, pero ya de nada valía arrepentirse.

Y mientras una lagrima se deslizaba por su rostro, un nuevo relámpago resonó acallando sus gritos.

.


Los relámpagos habían cesado y la lluvia torrencial le había dado paso a una ligera llovizna, mientras que desde el umbral de aquella habitación se encontraba una mujer mayor y encorvada que miraba satisfecha como el cuerpo del adolescente que se encontraba tirado en el suelo comenzaba poco a poco a removerse.

desde un principio había sabido que su nieto Armand era el recipiente ideal.

Ella necesitaba que el fuera voluntariamente a la mansión y se entregara voluntariamente a la anima que vagaba en aquel lugar. 

Y que mejor manera que prohibirle algo a alguien para que el deseo de hacerlo naciera.

Así que solo había necesitado alimentar su curiosidad, lo que poco a poco construyó el anhelo y finalmente creo la resolución.

Cuando notó que el cuerpo del joven se puso de pie, la anciana sonrió maniáticamente.

Lo había logrado.

lo había traído.

Y no le importó sacrificar a su nieto... Porque su amo estaba de vuelta.

-Bienvenido de vuelta, señor Marshall.

La Mansion Maldita (Secuela: Dolls Love)Where stories live. Discover now