Parte 2: Primera noche

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Esa misma tarde, dejé encargado a mi pequeño o pequeña, aún sin nombre, con mis sobrinos; y fui a comprar su platito, su comida, su peine, su champú, entre otra cosas. Luego de pasar a recogerlo, llegamos a casa a eso de las 10 pm, y no sabía aún donde colocar su comedero y dónde su arenero; mucho menos, dónde colocar su cama. 

Fui eligiendo zonas  al azar para colocarlos, sabiendo que era solo una prueba, no eran los lugares definitivos. Como vivo sola y hay un cuarto vacío en mi casa, en ese cuarto coloqué su plato, cerca a la puerta de mi cuarto coloqué su cama, pues tenía miedo que se sintiera solo de noche y me buscara. Y su arenero lo coloqué en una esquina del jardín. 

Mi sobrino ya le había dado leche de tarro y sopa, así que ya no cenó. Pero tenía sueño y nada de confianza así que se negaba a dormir, lo puse en su cama, pero se quedaba sentado, cabeceando y queriendo caerse, daba pena.

Luego de acomodar sus cosas, y dejarlo sentado en su cama, yo también fui a dormir. La sorpresa fue esa noche, cuando a eso de las 2 am, se puso a llorar, salí de mi cama, fui a la puerta de mi cuarto, donde quedaba su cama, prendí la luz, y lo ví seguir maullando un par de minutos y luego vomitó sobre su reciente nueva cama, toda la leche que había comido. Me asusté mucho, lo dejé terminar y luego le cambié de cama. Me quedé con él una hora, hasta las 3 am, intentando hacerlo dormir otra vez en su cama, hasta que ya no pude más, y me fui a dormir. Recuerdo que entre sueños escuché que vino a mi cuarto en la oscuridad y rascó la cama o la sábana una de las dos, y de ahí caí dormida. 

A la mañana siguiente, a las 7 en punto, desperté y salté de la cama, diciendo. "Mi gato!" Fui a buscarlo a su cama, a su cuarto, al jardín, y en todos los cuartos de la casa, y empecé a llamarlo. Ese era otro problema, no tenía un nombre aún para él. En casa de mis sobrinos mi madrina me había dicho que por sus colores se podía llamar Flor de haba,  y me encantó, porque la flor del Haba es blanca con puntos negros, como mi gatito; pero aún no sabía si era macho o hembra.

Como no lo encontré, me puse una casaca y salí a la calle a ver si se había escapado, aunque no había una explicación de por dónde podría haber salido. Sin encontrarlo, regresé triste y al llegar al cuarto me dispuse a tender la cama. Y esa fue la sorpresa más alegre que pude tener. Estaba durmiendo bajo mis sábanas, y como mi cama es de dos plazas, nunca lo sentí porque entrabamos de sobra él y yo. Al destaparlo solo abrió los ojos, me miró como diciendo no me interrumpas y volvió a cerrarlos.

Me enamoró. Pero aún así, lavé todas las frazadas esa mañana y de ahí salimos juntos al veterinario, era necesario saber  su sexo, y qué tipo de comidas come, pues me asustó que vomitara. 

 

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Si yo fuera un gatoWhere stories live. Discover now