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Carlisle y Esme los dejaron frente a la casa de Sam. Jacob metió la maleta de su novia después de saludar a todos. Emily prometió cocinar algo especial para celebrar que la manada ya no corría peligro. Larie se ofreció a ayudarla.

-¿No le pides a Sam que cocine de vez en cuando? -preguntó la rubia mientras de encargaba de vigilar que la primera bandeja de canelones estuviera lista.

-No, ya sabes, llega cansado del trabajo y también debe preocuparse por las vigilancias.

Larie hizo una mueca. Por primera vez estaba dudando si debía decir lo que pensaba o no. Decidió callarse.

Se secó las manos y fue a ver la mesa. Algunos de los miembros de la manada estaban sentados allí.

-No estaría mal que ayudaran a poner la mesa -comentó al aire.

-Emily siempre se encarga -respondió Jared.

-Pues, ella les cocina y también lava todo lo que ensucian. ¿Cómo se llama esa palabra? -preguntó mordiendo una uña-.¡Ah, sí! Es empatía.

-Tranquila, ya ayudamos -fue el comentario general.

-¿Sucede algo? -se interesó Emily, al verla con el entrecejo fruncido.

Larie negó con la cabeza. No tenía idea de que el motivo de su malhumor se debía a que estaba lejos de Jacob.

Terminaron de cocinar y llevaron la comida a la mesa. Cuando Jacob llegó, la ninfa se lanzó a sus brazos, demasiado emocionada por verlo.

-Acompáñame un rato -le pidió hablando bajo.

Jacob la siguió sin rechistar. Caminaron hasta el borde del acantilado.

-Estaba pensando en que me gustaría saltar contigo.

-¿No quieres esperar hasta mañana? Ya está entrando el sol.

La ninfa negó con la cabeza. Comenzó a sacarse la ropa, ante un muchacho anodadado. Cuando estuvo desnuda, le sonrió y fue corriendo a tirarse.

La adrenalina que sintió la expresó con un agudo grito mientras pequeñas lágrimas escapaban por sus ojos. Contuvo la respiración y se sumergió, esperando señales de su novio.

Jacob no tardó mucho en despojarse de su ropa y saltar detrás de su novia. Durante la caída llevó sus rodillas hasta su pecho.

Se encontraron bajo el agua y él le pidió que lo siguiera. Tomaron aire y nadaron entre las aguas bravas. Al llegar a la playa, se acostaron sobre la arena, observando como la Luna comenzaba a reinar el cielo.

-Creo que tragué algo de agua por la nariz -dijo ella, riendo.

-No entiendo por qué lo hiciste.

-Me sentía extraña -le confesó-. Con una especie de fuego recorriendo mi piel.

Ambos se pusieron de lado, para que sus rostros estuvieran cerca.

-Es culpa de mi lobo -lamentó Jacob-. No puede pensar en otra cosa que no sea lo que sucedió entre nosotros en Volterra.

Larie le acarició el rostro con ternura.

-Sabes que estamos desnudos -sonrió ella-, yo creo que la mitad del trabajo ya está hecho.

-No tendría problemas en tomarte aquí mismo, pero no sería tan cómodo -levantó un brazo y le mostró la arena pegada.

-Yo me encargo -dijo ella.

Se levantaron, ambos sonrojados por las condiciones en las que se encontraban. Larie tomó su mano y el agua de mar comenzó a subir por sus cuerpos, eliminando cada rastro de arena.

Cuando estuviero limpios, una brisa concentrada los secó. Se adentraron de la mano al bosque y la ninfa utilizó sus poderes para construir una cama de hojas.

Se acostó allí y Jacob se puso encima.

-No tienes idea de lo mucho que he esperado que llegara este momento -habló el muchacho antes de comenzar a besarla.

Ella se aferró a él como si no hubiese mañana, siendo su masculinidad contra su vientre. Llevó sus manos a los hombros de él y comenzó a recorrer toda la piel que le permitió.

Los jadeos y suspiros no se hicieron esperar. Jacob se dirigió al cuello de su novia, sus hombros y luego bajó hasta sus senos. Con una mano atendió a uno y con la boca profanó el otro.

-Yo... Esto se siente.... ¡Jacob!

Larie casi gritó cuando él llevó sus dedos hasta su intimidad, comenzando a darle el alivio que tanto ansiaba.

Cerró los ojos y lo tomó del cabello para atraerlo hasta sus labios. Necesitaba besarlo y poder transmitirle todo lo que estaba sintiendo.

Estaban ardiendo juntos, en los brazos de su pareja. Jacob siguió moviendo sus dedos en el interior de ella, quien luchaba entre el placer, respirar y los besos. El primer orgasmo no tardó mucho.

Jacob le dio un beso en la frente, esperando que se recuperara.

-Ahora estás lista -la miró directo a los ojos.

-¿Hay más? -preguntó aun aturdida.

-Dime si quieres que me detenga -Jacob acomodó su erección en la entrada de la ninfa y fue entrando lentamente.

Larie hundió sus uñas en la espalda del muchacho.

-Mírame -le pidió él y ella obedeció.

Ella mordió sus labios. La invasión en su interior le dolió y le pidió que se quedara quieto. Después, comenzó a sentir que el dolor disminuía y Jacob comenzó a moverse con frenesí.

En un momento, sintió que su novio enterró sus dientes entre su cuello y su hombro derecho. Aquello le dio un tremendo placer.

La rubia lo ayudó con el movimiento de sus caderas y pronto sintieron que estaban llegando.

Ella gritó su nombre y él salió de su novia antes de correrse.

-Aún es muy pronto para ser padres -comentó sonriendo.

-Lo sé.

-Ahora eres mía -dijo con una sonrisa.

-¿Acaso lo dudabas? -le besó feliz-.¿Cómo haremos ahora? -le acarició el pecho.

Jacob de acostó a su lado y la atrajo hacia su pecho.

-¿De qué hablas?

-¿Tendremos un calendario para nuestros encuentros? En tu casa podemos hacerlo sin hacer ruido, puedo morderme los labios o...

La carcajada de Jacob la detuvo.

-No hace falta que lo planeemos así -le explicó-. Podemos hacerlo cuando lo deseemos.

-¡Me encanta esa idea! -exclamó.




DE RODILLAS ANTE EL AMOR [Jacob Black]Where stories live. Discover now