Capítulo 1: LA DECISIÓN

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Capítulo 1: La decisión

de Miquel Àngel Lopezosa

Las cosas que tienen que pasar, sean buenas o malas, pasarán. Y en mi caso, cuando deseo que pase algo, para bien o para mal, siempre suele pasar. ¡Hola! Me llamo Rebeca.

Desde la infancia he sentido fascinación por la muerte o, mejor dicho, por lo que hay después de morir. Ya sé que no debo ser la única que tiene esas inquietudes, pero lo que no es tan habitual es que alguien tenga la absoluta certeza de que la muerte no es el final. Y si ahora os menciono a los vampiros y a otros engendros inmortales de la noche, seguro que sabéis a lo que me refiero.

Esa es la razón por la que he sido, soy y seré una ávida lectora de novelas de terror, aunque a mí "más que miedo" me despiertan una profunda seducción. ¿Quién no ha sentido alguna vez el deseo de ser mordido por un vampiro? ¿O poseer el carácter indómito de los licántropos y convertirse en lobo las noches de luna llena?

Pero ¡si esos seres no existen!, os diréis. Y yo os preguntaré: ¿Podéis estar seguros de ello? ¿Y si estáis equivocados? ¿Y si resulta que lo que narran las novelas no dista mucho de la realidad? Pensadlo... ¿Qué pasaría si un día descubrís que el mito es real y un no muerto os ofrece la inmortalidad? ¿Cuál sería vuestra decisión? Y ¡no seáis hipócritas! Yo lo tengo claro... Ser inmortal es mi mayor anhelo. Y ese deseo se convirtió en obsesión cuando conocí a Robert. ¿Y quién es él? Si seguís leyendo, lo sabréis.

Como una buena soñadora, tétrica y romántica, siempre me ha gustado pasear por las intransitadas calles de la ciudad en las tardes de invierno, en especial, en las de lluvia. ¿Y por qué? Porque disfrutaba de todas aquellas situaciones que a cualquier mojigata le habrían hecho palidecer de pavor. Pero también, y ahí va mi secreto, porque estaba convencida de que un día encontraría mi destino en alguno de mis largos paseos.

Me divertía perseguir siniestras sombras por las callejuelas más oscuras y merodear por los antiguos muelles de la ciudad, deambulando por sus sucias calles repletas de burdeles, rancios neones y olor a orín. En aquellos ambientes decadentes y tenebrosos me sentía libre de prejuicios y era feliz. Y os preguntaréis: ¿no tenías miedo de que pudiera sucederte algo malo? Lo cierto es que mi versión del bien o del mal la tengo bastante distorsionada, sobre todo, desde que descubrí que tenía el don de pasar totalmente inadvertida para los demás. Pero además, asumía con gusto ese riesgo con tal de ver algún día mi sueño hecho realidad. Pero toda historia tiene un inicio y la mía comenzó una tarde de grises, púrpuras y negros en casa de mi amiga Anna.

Como solía pasar cada vez que iba a su ático a ver una peli de miedo, nos pasamos toda la tarde charlando en la buhardilla de altos ventanales con vistas a la catedral. Anna es una chica totalmente opuesta a mí, y no solo porque tenga pinta de niña pija, con sus largos tirabuzones rubios, derramándose como lluvia por los hombros, y una angelical mirada azul. Me refiero a que es una miedica y se comporta de una forma histérica e irracional cuando está expuesta al miedo, aunque siente una enfermiza atracción por él. ¿Cómo os lo explicaría...? ¡Es adicta al terror! Ha llorado, gritado e, incluso, se ha desgarrado con las uñas la piel escuchando mis historias de terror y en algunas de nuestras aventuras buscando emociones fuertes. Pero aquella tarde fue diferente a todas las demás. Tenía una historia para Anna que, seguro, no le iba a defraudar.

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⏰ Last updated: Apr 01, 2019 ⏰

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Diario de Raquel, una vampira adolescenteWhere stories live. Discover now