Capitulo 20

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Cáncer aspiró profundo, como si de marihuana se tratara. El olor a comida se había expandido por toda la sala y tapó todo el hedor que la muerte había desparramado a su paso. Era glorioso.

Se movió, inconsciente, hacia el horno. Una torta.

-¿Pastel?- la voz juguetona tenía hambre, y si tenía hambre Cáncer se veía obligado a comer. Porque sí.

-Sí, cállate- espetó abriendo el horno y sacando la fuente con la mano desnuda, aún así no profirió grito o queja alguna. Tal vez sí estaba drogado. Mucho.

El chico se sentó sobre la mesada y simplemente comenzó a devorar, tragando la masa en caliente, como si no doliera. Su cabeza no estaba allí realmente, pues quien ahora manejaba su cuerpo era Arthur, permitiéndole desenchufarse por algunos instantes y descansar. 

-Cer, peque, me quiero ir, ¿puedo?- comentó con una voz ronca. Esa era una de las particularidades con las que lidiaba. 

-Has lo que te pinte- contestó el pelinegro con aquella misma boca, produciendo así un tono mucho más jovial que el anterior -Me quedaré observándote. No hagas estupideces-.

[...]

Rebobinemos; Cáncer siempre había sido alguien saludable, con una vida corriente y con una abuela a la que amaba. El típico chico súper tierno y dulce capaz de ayudar a todo aquél que lo necesitara... o eso era lo que se veía desde afuera. Cáncer fue un error, un producto de una violación; su madre se suicidó con él en su vientre y los doctores consiguieron salvarlo. Fue dado en adopción por primera vez a los cuatro años, y devuelto el mismo año. Al parecer la tortura de animales no era bien vista.

Los papeles de adopción volvieron a firmarse en su cumpleaños número siete, y volvió una semana después. Lástima.

Tampoco lo quisieron a los diez años, bueno no lo devolvieron, sino que ambos fueron asesinados por la noche con un cuchillo, según aparentaba alguien ingresó al hogar. Un cabo suelto sin amarrar extra a la historia sin archivos de Cáncer. 

Felicia, así era su nombre. A Cáncer le recordaba a felicidad, ¿cómo alguien podía ser feliz allí?, había gente rara. La mujer llevaba un vestido de flores amarillas la primera vez que la vio (¿vale aclarar que el amarillo no es buen indicador solo por ser "infantil"?), ella le sonrió y le tendió la mano. Vaya que era extraño...

[...]

Cáncer sintió lo mismo que Arthur: un helor les cubrió la espalda, como si una especie de bestia inhumana e invisible se hubiera colado y abrazara su cuerpo. 

-Cer, sería mucho más conveniente que dejaras de tildarte con irrelevancias y me cedieras las piernas- la ronquera estaba allí, y eso significaba que Cáncer no estaba allí. Arthur sintió aquella avalancha de recuerdos olvidados.

[...]

"-Cáncer, ¿Arthur te molesta?-

-Nop, es mi hermano, ¿por qué lo haría?-

-¿No te insita a robar cosas?-

-Si su hermano menor, cuando aún vivía, te hubiese pedido ir a por una galleta ¿lo habrías hecho o no? Estúpida-

[...]

-Cállate imbécil, ya te dejo- Cáncer parecía no tener voluntad alguna de oponerse a que Arthur fuése quien mandara.

-Bien, vamos aprendiendo en tal caso-.

Salieron de la casa caminando en silencio, todo estaba callado y nada se movía. Era bastante normal considerando el barrio donde se hallaban, pero algo extraño de parte de los depuradores, siempre entraban a hacer destrozos porque era divertido. 

Doce Horas Para Sobrevivir [Zodíaco] {Yaoi}Where stories live. Discover now