Y hui

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¿Qué es lo que tengo yo para que ella esté aquí? -Repetí esa pregunta una y otra vez en mi cabeza mientras nos mirábamos a los ojos. Se me estaba haciendo todo eterno; los segundos, minutos; los minutos, horas... Cada vez profundizaba más en sus ojos, en esos ojos marrones, profundos, que según iba avanzando el tiempo sin responder, cambiaban a un tono más oscuro.

Me habría encantado contestarle a la pregunta con un "¿y tú?" pero me lo contuve por miedo, o tal vez por gilipollas, ahora que me doy cuenta me he quedado sin respuestas. Jamás me había quedado sin respuestas, era muy resolutiva, pero esta vez mi mente se quedó en blanco.

Agaché mi cabeza, pensado rápido que contestarle, yo sabía que ella estaba esperando la respuesta con impaciencia, con desespero, decidí respoderle, lo que primero se me ocurrió.

-No lo sé...-suspiré. -Sinceramente, no lo sé Elizabeth.

-Yo tampoco lo sé, y es que tampoco sé si lo que tengo ahora mismo es miedo o alegría. -Me contestó, viendo en sus ojos una completa sinceridad cristalina.

En un impulso la abracé, la abracé con ganas, teniendo la necesidad de oler su perfume, sentir su tacto y el calor de sus abrazos, no sabía en que bosque me estaba metiendo, tenía esa imperiosa necesidad en ese momento, y menos mal que me pude atrever, porque es lo mejor que estoy sintiendo desde hace mucho tiempo. Tenía la sensación y confianza que con ella me da igual meterme hasta en el fondo del océano, quería volver a sentir estas sensaciones, quería volver a sentir su contacto.

Pasaron veinte minutos, y mi mente no paraba de trabajar pensando en mí, en lo que estaba ocurriendo, en que la incomodida por no tener ninguna respuesta se estaba ya haciendo presente, e incluso ya se estaba sintiendo pesada. Así fue como Elizabeth, decidió irse.

-Me tengo que marchar, se está haciendo tarde y al final te voy a robar todo el tiempo que tienes para hacer tus cosas, además me están esperando. -Me sacó de repente de mis pensamientos y juraría que me lo dijo con intención de que yo le dijera que se quedara un rato más, o le preguntara quién le estaba esperando, pero no, no nació de mí, después de revelar que alguien la espera, sin dar ningún detalle más, me hace volar más la imaginación, creo que ella quería a dar a entender lo que estaba rondando en mi cabeza en cuando soltó esa breve excusa, y es que tenía que primero ordenar mis emociones y mis sentimientos antes de abrir las puertas a alguien, no quiero que nadie lo pase mal y aún peor si es alguien al que quiero, tampoco quiero dañarme yo, aunque eso nunca pasa, porque cuando alguien entra en mí, yo comienzo a dejarme atrás, comienzo a sacrificarme; porque así vi y aprendí como era el amor, pero aquella vez, ambos se cuidaban y aunque cada uno se sacrificaba por el otro, se cuidaban los dos, la balanza estaba equilibrada. Mis abuelos, nunca dejaron que el otro cayera, todo estaba equilibrado.

+Está bien Elizabeth, ¿vienes en coche? -Quité la vista de aquella pared gris que tenía.

-No he venido en bus y luego andado, no quería coger el coche, necesitaba tomar el aire, y despejarme, eso con el coche, no lo puedo hacer.

+No se diga más, te llevo en mi moto.

Y tuve que insistir e insistir para que la pudiera llevar, si no, no se movería de mi casa.

+¿Has montado en alguna de estas? -Se lo tuve que preguntar al ver como la observaba con poca confianza.

-No la verdad es que no, siempre me ha gustado tener una, pero por cuestiones de la vida nunca he tenido una.

+Pues eso ya no es problema. -Le dije con tono de gracia mientras le pasaba el casco, le vi una mirada de inseguridad. -No tendrías que tener miedo y menos si vas conmigo.

-No sabría yo a que tengo más miedo, si a la moto por lo grande que es, o a ti. -Contestó dejando salir una hermosa carcajada.

Me quedé en silencio observándola al igual que yo, ella también hacia lo mismo, creo que por primera vez pude mirarle a los ojos sin miedo sin pensar en nada, observé los ojos más bonitos del mundo.

ElizabethWhere stories live. Discover now