Capítulo 10: Epílogo

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La niña se despertó, pero no se levantó.

Si alguien descubría que estaba despierta la iban a mandar a la escuela, pero sino quizá no se acordarían.

Abrió un poco los ojos. Estaba a oscuras en su habitación y, por alguna razón, Willy no dormía a su lado como siempre.

Oyó las voces de Dandy y Phillipe.

—¿Sinceramente? —decía Dandy—. Me acuerdo que llegamos al hospital y nada más. Pero eso sí, hoy a la mañana me llamó Paul...

...

El chico de los labios rojos estaba tapado con la campera de Dandy, y se acercó hasta el de la bandana.

—¿Denis? —susurró.

—¿Está respirando? —esa era la voz del Cani.

Denis dormía con la mano en la bandana, aferrándose a ella.

...

—¿Paul? —preguntó Phillipe y Lucile lo agradeció porque tampoco estaba muy segura de a quién se refería.

—Si, Paul. El chico ese que tenía labios rojos, el hermano de Denis ¿Te acordás?

—Ah, si...

—Bueno, me llamó y me dijo que Denis estaba ya fuera de peligro. Aunque había tragado mucha agua. Pero pidió perdón por todo lo que había pasado... y dijo que "nos debía una enorme."

...

El tercer de los chicos tenía el pelo teñido de verde y se arrastró hasta quedar junto a sus amigos.

Paul lo miró con violencia.

—¿Estuviste tomando antes de manejar?

—Eh...

—¡No me mientas!

—¡Bueno, decime vos! ¿Por qué tú auto no frenó?

Paul se giró de nuevo a ver a Denis, quien dormía como un ángel. No había sangre en su cara. Ni olor a pólvora en su ropa. Quizá morir ahogado era una de las formas menos bravas de morir, pero ese pequeño no estaba muerto, respiraba.

—Ey... —Dandy se acercó un poco a ellos—. Calmense...

Lucile miró hacia Natán, pero él estaba viendo a Willy quien se mantenía quieto, casi paralizado, con la arena acariciando sus mejillas y el pelo chorreando.

Natán ayudó a levantarse al chico de pelo verde y le sacudió la arena.

—Ey, vámonos —dijo el Cani— Todos nosotros, vamos al auto y los llevamos a un hospital, chicos.

Paul asintió sin mirarlo. Le sacó la bandana a Denis y se levantó con ayuda de Phillipe.

Nadie dijo nada más.

...

Lucile se atrevió a ponerse de pie para acercar su oído a la puerta, pues Phillipe y Dandy hablaban muy bajo, y a ella de interesar a escuchar lo que decían.

—¿Y Willy? —preguntó Dandy.

Phillipe tardó en contestar.

—Ahora no puede venir... Está ocupado.

—No me mientas, no te creo —sono algo mordaz.

—Si no crees en mí, cree en Dios. Vas a ver que todo sale bien.

Lucile asintió con una pequeña sonrisa ¡De eso se trataba creer! Si algo ya estaba cumplido no se podía «creer» en eso. «Creer» se trataba de esperar que algo imposible sucediera.

Por ejemplo, ella «creia» que tendría pronto un nuevo diente, uno más fuerte que el anterior, ya no iba a sentir dolor, iba a ser como en el cielo, donde no hay dolor, ni dentistas.

Quiso salir para poder decirle eso a Dandy pero entonces escuchó la voz del Cani.

—Ey —dijo— ¿A qué hora vuelven Willy y Natán?

—Ya deben estar por volver ¿Por?

—Pense que podíamos llevar a Lucile al dentista.

—No creo que sea necesario —dijo Dandy y se formó un pequeño silencio—. A Lucile no se le rompió un diente, sólo se le cayó porque ya está grande y le están saliendo los dientes permanentes.

El Cani soltó una simpática risa.

—Esta re grande entonces —susurró Phillipe— Doy gracias a Dios porque va a poder crecer sin tener que lidiar con esa estúpida rivalidad con Mataderos.

—Phillipe dijo una mala palabra.

—Creo que ella nunca terminó de entender porqué peleábamos con Mataderos en primer lugar.

—Y yo tampoco.

—¿Capaz que... —murmuró el Cani— era porque se metían en nuestra zona, nos asaltaban, tiroteaban y además se querían tragar El Cubano como polillas?

Phillipe atinó a reírse.

—Hay cosas más importantes en la vida que ser un tipo duro.

—¿Por ejemplo?

—Por ejemplo...

—La universidad —opinó Dandy— o las chicas... Osea... Ser amable, enamorarse.

—Como Willy y Vanessa, eso era algo importante —añadió Phil.

—Pero Vanessa está muerta.

—Eso no quita que haya sido importante. A Willy le pegó fuerte, no creo que se enamore nunca de una chica como lo hizo con Vanessa... —silencio— quizá algún dia se encuentren en el cielo.

Lucile sonrió con cierta emoción y se pasó la lengua por los dientes al oír la palabra "cielo"

—Con todo tan así... Supongo que el cielo sí es una solución. —agregó el Cani.

—¿Osea? —Phillipe soltó una risa como nunca— ¡Vamos! ¡Quiero escuchar que lo digas!

Un suspiro de el Cani.

—Que supongo que el cielo sí existe, y todo eso.

En ese momento se escuchó la puerta, y los pasos de Willy y Natán mientras entraban.


FIN

En el cielo no hay dentistasWhere stories live. Discover now