Hikari

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¡¡3... 2... 1...! ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!

Los seis integrantes de la familia Yagami estaban celebrando en el departamento. Los digimon se encontraban fascinados por el espectáculo de fuegos artificiales y por poder compartir con sus humanos aquella fecha especial.

Cuando hubieron acabado los saludos familiares, Hikari tomó su teléfono y les envió mensajes a algunos de sus amigos, quienes respondieron prontamente. Hikari se sentía feliz, y tenía buenas expectativas para el año que acababa de iniciar.

Miró el almanaque que colgaba de la puerta de su habitación, con los días importantes remarcados y anotaciones en los costados. Vaya... ya 2006... ¡El tiempo pasaba tan rápido! Le resultaba increíble pensar en todo lo que había vivido desde que entró por primera vez al Digimundo, en todos los cambios que hubo en su vida.

Después se ayudar a su madre a lavar los utensilios, se acostó temprano, pues le esperaba una jornada larga llena de aburridos deberes escolares.


El día primero de enero transcurrió como cualquier otro hasta el mediodía, cuando se cambió de ropa y se puso un lindo y abrigado conjunto rosa y blanco y se retiró del departamento de sus padres con un paquete en la mano envuelto a modo de regalo.

Llegó al lugar pactado hacía ya tres años con unos minutos de retraso, pero su mejor amigo estaba esperándola paciente sentado en un banco, con su regalo sobre las piernas y el teléfono celular en una mano. Probablemente estaba considerando llamarla, pero en ese momento corrió la vista y al verla acercándose guardó el aparato en el bolsillo. Se puso en pie con una sonrisa y los ojos brillando con una intensidad que Hikari ya había notado posteriormente pero nunca se había detenido a ver con seriedad hasta entonces.

Ella le respondió con otra sonrisa leve, observando por primera vez con detenimiento el rostro emocionado de Takeru. Se preguntó internamente a qué se debía tanta alegría.

—Buenos días, Takeru —. Se saludaron con una reverencia.

—Buenos días, Hikari. Vaya, estás muy elegante hoy.

—Muchas gracias. Tú tampoco estás nada mal.

—Y eso que me esmero en estar mal arreglado.

Ambos rieron, y a continuación intercambiaron los regalos. Al principio les parecía extraño y hasta vergonzoso hacer aquello, pero pronto dejaron a un lado la timidez y los bochornos y continuaron con aquella especie de pacto en la que cada uno agradecía al otro por todo lo que le había ofrecido durante los trescientos sesenta y cinco días anteriores.

Takeru abrió el paquetito que le entregó la castaña, y encontró dentro un reloj con una nota con una pequeña dedicatoria donde expresaba sus buenos deseos para el año que comenzaba. Hikari hizo lo propio con su caja envuelta y extrajo de su interior un oso de peluche de color rosa. Lo abrazó con ternura y agradeció al chico.

—Es hermoso, Takeru. Muchas gracias —. Volvió a apretar el animalito contra sí y luego agregó, al ver que el rubio enroscaba el reloj en su muñeca izquierda para poder abrocharlo: —Espera. Aun no te lo pongas. Dale la vuelta.

En el dorso del aparato, Yagami había hecho grabar el emblema de su amigo.

—Vaya, qué detalle, Hikari.

1 de Enero | TakariWhere stories live. Discover now