Hilo del destino

41.4K 235 8
                                    

     Las calles desiertas alrededor de la media noche lucían peligrosas acompañadas del quejumbroso resoplido del viento y el golpeteo de la lluvia sobre los tejados.
Los habitantes de la pequeña ciudad de Triana sabían con exactitud que no era una decisión segura el pasar de las diez de la noche fuera del hogar, sin embargo, Ellie, la despistada muchacha de cabellos oscuros y lacios, era nueva en el lugar.
     Se hallaba caminando durante un par de horas, asustada, desesperándose sobre haber perdido el camino a casa y, por tanto, encontrarse empapada de lluvia, friolenta y completamente sola en un lugar desconocido. La batería de su móvil se había agotado. Su madre estaría asustada, tan asustada como lo estaba ella.
     Mordió sus labios, tratando de contener las lágrimas que se derramaban obstruyéndole la vista. No quería mostrarse débil, pero necesitaba de alguien quien pudiese ayudarla.
     Su vida estaba pendiendo de un hilo en aquel mismo momento.
     Apresuró el paso, abrazando sus hombros en busca de calor mientras respiraba agitada. Un sollozo incontenible escapó desde sus labios. No sabía hacia donde correr o en donde esconderse.
     —¡Corre, corre, que el lobo te va a atrapar! —canturreó el sujeto a su espalda, arrastrando las palabras.
     Ellie dio una mirada breve hacia atrás, respirando entrecortado.
     Una risa diferente resonó en sus oídos.
     Se hallaba siendo perseguida desde el barrio que había dejado atrás minutos antes, por dos hombres lo suficientemente borrachos como para no detenerse.
     El pecho se le apretó, intentaba callar los sollozos que amenazaban con emerger desde el fondo de su garganta. La respiración se le hacía pesada a cada paso rápido que daba sobre la acera, y el desesperante miedo consumía poco a poco sus esperanzas. Anhelaba que alguien de buen corazón pudiese ayudarla.
     Poco a poco sus energías se desvanecían, exhausta. A su espalda, el sujeto más alto arrojó una botella vacía de whisky hacia sus pies. Se estaban divirtiendo con aquello.
     Un chillido agudo y horrorizado resonó sobre el viento gélido, escapando desde los labios casi purpura de la muchacha.
     —¡Ayuda! —gimoteó inmersa en el pánico, con la voz quebrada—. ¡Dejadme en paz!
     A lo lejos observó el reflejo de la luz de la luna resplandecer sobre el casco situado en el manubrio de una Ducati, entonces sus ojos se posaron en el sujeto a punto de montarse en la motocicleta. No pensaba en nada más que en el mejor de los casos, a pesar de todo.
     El muchacho se detuvo, observando sorprendido mientras Ellie corría hacia él.
>>—¡Por favor! —exclamó ella, acercándose a toda velocidad, hablando con prisa—. ¡Por favor ayúdame, me persiguen!
     Se fijó en la expresión confundida del muchacho y sus ojos profundos que parecían buscar algo en la oscuridad, tras ella. No podía apreciar bien su rostro.
     Mientras, los hombres detuvieron su persecución y caminaron a paso lento sobre la acera, dándose por vencidos.
     El muchacho tensó la mandíbula volviendo la mirada, dándole el casco a Ellie. Quién diría que una simple salida por cigarrillos le habría llevado a meterse en esa situación. No podía negarse y abandonarla, él no era ese tipo de persona.
     —Póntelo y sujétate fuerte.—ella intentó hablar, mas todo lo que salía de su boca eran pequeños sollozos incontrolables acompañando sus temblores violentos.
     El muchacho puso la Ducati en marcha, arrancando rápidamente. Había echado una última mirada hacia el callejón frente a él, escrutando la oscuridad. Mientras,oía a la muchacha sollozar por lo bajo, abrazando su torso.
     Suspiró.
     —Gracias —murmuró ella, con la voz débil.
     Se sentía avergonzada. Tenía el corazón desbocado dentro de su pecho. La invadía la inmensa necesidad de llegar a casa, estar a salvo de una vez. Quitar el frío y el miedo de su cuerpo.
     Él pisó el acelerador suavemente, avanzado a poca velocidad sobre la acera.
     Se sentía ligeramente aturdido. ¿Acababa de salvar la vida a alguien?
     Sus ojos azules se fijaban en la avenida empapada, tratando de pensar en algo más que en lo extraño que se estaba sintiendo depronto. Una sensación distinta a cualquiera que haya sentido antes. La sensación de haber encontrado algo perdido, algo anhelado, lo abrumaba por completo.
     Parpadeó, percibiendo cómo la respiración de Ellie se calmaba poco a poco. Su calor era sumamente acogedor.
     Se sentía un loco. Aquella sensaciónera por ella, no podía dudarlo. Y eso lo descolocaba totalmente.
     —¿Hacia dónde vamos? —inquirió de pronto, por sobre el sonido de la motocicleta.
     Tratando de despejar su mente.
     La muchacha elevó su rostro, el aroma delojiazul le acaricio la nariz.
     Suspiró, sintiéndose una tonta.
     —No sé cómo llegar a casa, estoy perdida —el muchacho casi pudo sentir el rubor en las mejillas de Ellie—. Si sirve de algo, vivo en la nueva avenida, cerca de Ford.
     La muchacha parpadeó, apartando las pequeñas lágrimas que aún le nublaban la vista.
     Sentía una extraña especie de seguridad ante la presencia de aquel amable desconocido, el calor de su cuerpo le resultaba cómodo, reconfortante.
     Una oleada de confusión la invadió, la repentina sensación de familiaridad crecía más y más dentro de su pecho.
     Tragó en seco y oyó al muchacho soltar un suspiro.
     —Casi del otro lado de la ciudad —espetó él— . ¿Cómo es que llegaste hasta aquí?
     Para Ellie, las palabras del muchacho se sentían duras, similar a una regañina.
     Observó el perfil de su rostro, encontrándose con una bonita sonrisa incrédula. Se vio a si misma sonrojándose nuevamente.
     —Salí a caminar—su rostro permanecía tras el hombro del muchacho. Elevó ligeramente la voz—.Y no fue la mejor idea, como ves.
     El ojiazul ahogó una pequeña risa floja, la sensaciónen su pecho no tenía fin.
     Pisó el acelerador, girando en la siguiente avenida, en dirección norte.
     La muchacha suspiró, de alguna manera la situación se había tornado más agradable.
     Mordió su labio, se sentía tranquila, a salvo. En parte, con la seguridad sobre llegar a casa de una vez, y, por otra parte, él. ¿Quién podría ser?¿Acaso lo conocía de algún lugar?
     Trató de recordar, encontrar alguna pista sobre aquella sensación que él le producía. Entonces se halló a sí misma recordando aquellos momentos de hace dos años atrás, recordando su primer amor.

                                                                                   ~ ~ ~


     —Deberías tener más cuidado —soltó él,deteniendo la Ducati—. El lado sur de la ciudad es más peligroso de lo que crees, tuviste suerte.
     La observó bajar, la observó tan cuidadosamente bajo la tenue luzde la avenida... Su cabello, su cuerpo, sus manos, sus labios, todo le resultaba tan familiar. Era hermosa, le parecía hermosa. De pronto sintió el corazón darle un vuelco, sus recuerdos inundarle la mente. Esa sensación... él conocía esa intensa sensación.
     La muchacha se quitó el casco, tendiéndoselo. Entonces pudo sentir el suave contacto de sus dedos siendo abrazados por los del muchacho. Levantó la vista observando aquellos labios, sus facciones, su cabello azabache. Aquellos profundos ojos azules se posaron en los suyos. Brillantes, abrazadores, buscando la respuesta a aquella inesperada gran atracción entre ambos.
     Ella recordaba aquellos ojos.
     Él recordaba aquellos ojos.
     —¿Evan...?—soltó, apenas un susurro tímido, incrédula, agitada.
     Pudo sentir su corazón latir con fuerza al mismo tiempo que su mano era atrapada con delicadeza.
     El ojiazul la atrajo hacia su pecho, abrazándola sin decir palabra. La emoción lo golpeaba contanta fuerza, agitándolo, impidiéndole responder. Era ella.
     La muchacha cerró los ojos, inhalando el aroma de su cuerpo. Las lágrimas habían vuelto a visitarla. Lo había extrañado tanto, lo había necesitado tanto.
     —Estás aquí —murmuró él, cayendo en cuenta—. Eres real, estás aquí...
     Sus brazos se aferraron con fuerza alrededor de su cuerpo, dándole el calor que necesitaba, que ella había anhelado durante tanto tiempo.
     La muchacha elevó su rostro, encontrándose con aquella mirada azul nublada, llena de emoción, reflejando algún rastro de dolor al recuerdo de lo sucedido. Posó sus manos sobre las mejillas, acariciándolo, calmándolo.
     Sus respiraciones agitadas se encontraron, sus rostros a escasos centímetros. Luego, sus labios se acariciaron con una danza cálida y delicada, dejando que la pasión, el anhelo, el amor aún vivo entre ambos, los envolviera.
     Nada más importaba,se habían encontrado y jamás volverían a separarse.
     —Sabía que volvería a verte —susurró el muchacho, depositando otro tierno beso en sus labios—. No te dejaré ir otra vez.
     —Estoy aquí para quedarme —la muchacha sonrió—.Por mucho tiempo, Evan...
     Sus labios se encontraron una vez más, en un suave beso, tranquilo. Sin prisas.

Amour -Relatos Eróticos y RománticosWhere stories live. Discover now