Ni la mañana siguiente ni las que le precedieron a ésa semana pudiste
convalidar con hechos tus dichos. Curiosamente dejaste de encontrarte a Peter cada mañana –y gran mayoría de las noches– en la estación de subte. Te sentiste avergonzada aún sin verlo y adolescente por el sólohecho de pensar lo no ocurrido. Porque claro que te hubiera encantado que ocurriera.Era un sábado a la tarde y las nubes grises y el cielo encapotado hicieron de vos una auténtica ameba desparramada por el sillón del living. Ver películas de amor y llorar a moco tendido sin motivo, era tu pasatiempo preferido los días de lluvia. Micaela había optado por pasar la tarde entera dentro de un shopping junto a sus amigas. Claro que intentó arrastrarte con ella, pero ¿qué era más triste? ¿Pasar toda la tarde sola en compañía de un recipiente repleto de pochoclos caseros o que las horas
transcurrieran junto a un grupo de adolescentes locamente enamoradas de cualquier hombre que se paseara por delante de sus ojos?Un llamado telefónico corrompió todo tu esquema. De primer momento era tu mamá que quería saber qué era de vos. Hablaban a diario y se mantenían al tanto de todo lo ocurrido en sus vidas. Claro que media hora de conversación no bastó para que ella entendiera que Micaela había elegido vivir con vos y no con ellos. Cuando el teléfono volvió a sonar por segunda vez en la tarde, dudaste atender: no tenías ganas de que alguien te molestara en ése día gris y negro. Afortunadamente hiciste caso omiso a ese costado tuyo y atendiste. Daniela –otra pinche como vos– te invitó a una fiesta de cumpleaños de un amigo suyo. Y aunque el día no prometía una noche espléndida, no había otra cosa mejor que salir y divertirse. Nada ni nadie te aseguraba que fueras a pasarla mal.
Cenaste con tu hermana y rompiste el chanchito para darle algunos billetes así ella también podía salir con amigas. Qué tan enojada estaba con sus viejos que no aceptaba la mensualidad. Entonces ella intentaba esmerarse e incluso te prometió un almuerzo hecho con sus propias manos para el día próximo: vos la bancabas en todos los sentidos.
Un lugar oscuro las albergó toda la madrugada. Esos típicos lugares modernos donde la gente se amontonaba –cual salida del subte–. Las luces eran pura decoración: el lugar era negro. Negro como ése mismo día de lluvia. Negro como el cielo encapotado de ésa misma noche y madrugada, en la que nunca dejó de llover.
-¿Qué te doy? –preguntó un casi rubio del otro lado de la barra.
-Algo bien fuerte –y con fuerza (haciendo de tus dichos, hechos) apoyaste una serie de billetes sobre ése mostrador.
Tu cabello y cadera se movían al tun-tun de la botella de vodka que agitaba quien oficiaba de barman. Enarcaste una ceja cuando dejó de llenar el cubilete transparente. Una guiñadita de ojo bastó para que él sonriera con picardía y te sirviera más de esa bebida blanca… o negra –la mañana siguiente tu mente estaría negra de tanto alcohol–.
Y a la vez que tu compañera de trabajo bailaba alocadamente junto a sus amigas y amigos, vos echabas raíces en ésa banqueta alta de color negro.
Llevabas medio cuerpo sobre la barra y revolvías tu pelo con bronca. El maquillaje había comenzado a correrse y no te importó lo que pudieran pensar al verte así. Gotas perladas de calor se mezclaban con otras negras provenientes de tus ojos –negros, también– recargadas de pintura negra.-¿Por qué lloras, morocha? –y trabajar como barman no sólo se limita a
éso, sino también a oficiar de psicólogo.
Las historias que se tejen en el fondo de los bares son hitos para un tipo que sólo se encarga de servir bebidas. Y justamente su objeto de trabajo es el que desencadena que cualquiera que se siente sobre ésas banquetas vomite sus penas.¡¿Quién fue el estúpido que inventó ésa frase?! –gritaste.
-¿Qué frase? –te preguntó confundido.
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DEGRADÉ
FanfictionDegradé intenta mostrar que no es lo mismo mirar que ver. Que un simple descuido puede hacer historia. Que entre tormentas y brisas se puede encontrar un lugar en el mundo... Y Peter y Lali sí que saben de eso. *Historia adaptada de ficsdeca con arr...