Solo sufrimientos

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Quien se mira a mismo no ilumina.
- Lao-Tse.

Hebe continuó observando la vida de los gemelos cada vez que podía. No pudo evitar notar algo raro: sin razón aparente, Aspros ya no trataba igual a Deuteros; incluso lo humillaba, cosa que provocaba un profundo pesar en la diosa. Ella lo veía sufrir en silencio, apartado de todos, tragándose las palabras amargas que deseaban brotar de sus labios, reprimiendo las lágrimas que pugnaban por escapar de sus dulces ojos azules, haciéndose cada día más bello... Hebe se sonrojó por sus propios pensamientos; sí, ella encontraba muy bellos esos ojos tristes y esa figura tan varonil y recia, que ocultaba un alma tan noble. Él ya era adulto, y la diosa no podía mirarle más solo con ternura maternal, sino con un conjunto de agradables sensaciones difíciles de explicar... - Pero, hermana, ¿qué haces desgastando tus hermosos ojos en la contemplación de esas escorias humanas?- interrumpió sus pensamientos un hombre de cabellos y ojos color carmesí, cubierto con una capa púrpura. - Eso no te importa, Ares- dijo Hebe con un ligero sobresalto- Los humanos son almas de gran valor, los juzgas mal. - ¡Por Zeus, Hebe!- exclamó Ares, alzando la cabeza con desprecio- Empiezas a parecerte a Athena. - Pues, es un honor que me compares con nuestra hermana mayor, que es la más valiente entre los dioses- dijo Hebe con un tono de orgullo en su voz. En ese momento, las aguas de la fuente se agitaron y la mirada de Hebe se volvió hacia ella. - Oh, no- dijo, cubriendo su boca con su mano en un gesto de consternación por lo que veía.

Santuario de Athena, la Tierra
- Aún no te muevas- le dijo el Santo de Acuario al gemelo menor, quien permanecía tendido en la arena derretida- Tienes terribles quemaduras, no te esfuerces. Ignorando la preocupación del joven, Deuteros se irguió con una mirada fría y desafiante. - No me importa- dijo con decisión- ¡Yo iré! En efecto, Deuteros tenía terribles quemaduras, producto del impacto de las llamas arrojadas por los Berserkers recién liberados de los sellos de Athena. Una terrible batalla estaba por comenzar.

Fuente de Iris, Olimpo
- ¿Cómo sucedió esto?- preguntó angustiada Hebe, removiendo las aguas para ver los sucesos anteriores, encontrándose con una escena de total manipulación- Aspros, ¿por qué?- fue la dolorosa duda que le invadió al contemplar las intenciones malévolas del gemelo mayor. - Hebe, me estás preocupando- dijo Ares, quien no se había movido de su lugar. - ¡Déjame en paz!- gritó Hebe con enojo- ¡Todo es culpa de tus estúpidos guerreros! - ¿Mis Berserkers?- preguntó Ares estupefacto- No entiendo nada, hermana. - Déjame sola, por favor- musitó Hebe con un ligero temblor en su voz. Aunque seguía sin entender, Ares no dudó en retirarse. Hebe, por su parte, devolvió su mirada a las aguas, para descubrir que la batalla había terminado con la victoria de los dos jóvenes; sin embargo, no dejó de preocuparse al ver las serias quemaduras de Deuteros. - Espero que esto sea de ayuda- dijo Hebe, inclinándose sobre la fuente y enviando un poco de su Cosmos al maltrecho gemelo.

Santuario de Athena, la Tierra
- Deuteros, he venido a ver cómo seguías- anunció el Santo de Acuario, buscando con la mirada a su nuevo amigo. No había podido quedarse tranquilo al dejarlo con aquellas lesiones tan terribles, por lo que se decidió a ir a verlo al día siguiente de la inusual batalla contra los Berserkers. Grande fue su sorpresa al encontrar a Deuteros sin ninguna herida. - ¿Cómo te curaste?- inquirió anonadado. - No lo sé, Dégel- respondió Deuteros, quien también lucía estupefacto- Anoche me fui a dormir y sentí un Cosmos muy cálido y maravilloso; no sé de quién era o de dónde venía, pero juraría que lo he sentido antes. - Parece que te curó- dijo Dégel, alzando una ceja en gesto de duda. - Cuando lo sentí, mi dolor desapareció por completo- dijo Deuteros con una sonrisa, pues no solo su dolor físico se había aliviado. No sabía por qué, pero ese Cosmos lo hacía sentir seguro y querido.

Poco tiempo después
Hebe estaba feliz, pues había escuchado que el Patriarca por fin iba a elegir a su sucesor, quien seguramente sería Aspros, y ello significaría el fin del tormentoso aislamiento de Deuteros. La misma diosa no estaba segura de por qué estaba tan especialmente interesada en el gemelo menor; pero, lo que contempló ese día fue muy diferente a lo que esperaba.

Aposentos reales, Olimpo
- Madre, estoy muy preocupado por mi hermana Hebe- manifestó Ares ante la diosa de castaña-rojiza cabellera, ojos turquesas, porte regio y bello semblante- Ella siempre cuidó de mí y la conozco bien. Se comporta de forma extraña últimamente. - Sé más explícito, hijo- solicitó su madre, quien portaba un vestido blanco de corte griego sujetado en un solo hombro. - Ya no se reúne frecuentemente con los demás dioses, está distraída y se la pasa en la Fuente de Iris, mirando quién sabe qué- explicó Ares con fastidio- Además, antes éramos muy unidos y ahora apenas me habla. - Creo que estás algo celoso- señaló la diosa con algo de burla. - No es eso, en verdad ocurre algo raro con Hebe- insistió Ares. - Lo he notado, quizá Eros le haya hecho algo- dijo la diosa. - ¿Mi hermana enamorada?- inquirió Ares con incredulidad- No puede ser, ella siempre ha desdeñado a todos sus pretendientes. - Sí, está enamorada, pero esta vez no es obra mía, Hera- dijo de forma traviesa la infantil voz de un niño- No ha sido necesaria mi intervención. - Dime qué sucede, Eros- exigió Hera con una mirada severa en sus bellos ojos. Mas, el alado dios solo emitió una risilla burlona y se escapó de allí, con sus rizos rubios flotando al viento y el arco y flechas sobre la desnuda espalda blanquecina. Hera y Ares se miraron dudosos, sin entender las palabras del dios del amor.

Fuente de Iris, Olimpo
- ¿Por qué te dejaste llevar por tu ambición y egoísmo, Aspros?- preguntó la diosa de la juventud al presenciar cómo Aspros controlaba a su hermano como un títere para obligarlo a matar al Patriarca- Se supone que tú eras la luz- agregó, mirando al gemelo mayor- ¿Por qué te perdiste en la oscuridad? ¿Hay algo que yo no vi? Si solo piensas en ti mismo, tu luz se apagará- concentró su mirada en Deuteros- ¿Por qué debes sufrir tanto? No eres malo, no lo mereces. Su corazón se encogió de la pena y unas lágrimas se mezclaron con el agua pura de la fuente. - Aún puedo evitar una tragedia- se dijo- Debo ir. - Ni lo pienses, Hebe- le sorprendió Ares, reteniéndola por la cintura- No puedes ir a la Tierra sin el permiso de nuestro padre. - ¡No me importa!- chilló Hebe, forcejeando por soltarse- ¡Déjame ir, Ares! - ¿Qué te pasa, hermana?- preguntó Ares, sorprendido al tocar sus mejillas y sentirlas húmedas- Eres demasiado sensible. Esas criaturas no merecen tu compasión. Para cuando Hebe volvió a fijar sus ojos en la fuente, todo había concluido. El dolor que se reflejaba en los ojos de Deuteros al haber tenido que matar a su hermano era tan grande, que Hebe sintió una punzada como un puñal enterrándose en su corazón. - Una vez más, no pude hacer nada- dijo con voz quebrada- Ser una diosa no me sirve de nada- se volvió hacia Ares con una expresión iracunda- ¡Te odio, Ares!- vociferó y se echó a correr tras soltarse de su agarre, dejando al dios de la guerra aturdido, pues nunca la había visto tan enfadada.

Multimedia: La diosa Hebe. A pesar de su apariencia, no es una niña (aunque parece más bien una loli), recuerden que es la diosa de la juventud. Yo diría que aparenta la edad de Regulus o Sasha , más o menos.

♊Profecías de luz y sombra♊Where stories live. Discover now