Primeros Síntomas

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Los personajes de Tate No Yuusha No Nariagari NO me pertenecen. Son propiedad de sus respectivos autores.

Los textos en cursiva son pensamientos ;)

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Desde que Naofumi había llegado al reino de Melromarc, muchas cosas sucedieron en un abrir y cerrar de ojos. Desde el vil engaño de la "perra" Malty, hasta viajar con la princesa heredera al trono.

A pesar de las malas experiencias, el proclamado héroe del escudo logró adaptarse a su nuevo –y nada fácil– estilo de vida. Sin embargo, nada de lo que había experimentado antes lo prepararía para lo que estaba por suceder...

–Eso es todo. – dijo el héroe, subiendo una última caja de pociones a la carreta de Filo.

–¿Ya nos vamos, amo?

–Sí. Prepárate para irnos, Filo.

–¡Sí! – celebró, preparándose para tirar de la carreta.

–Amo Naofumi...

Volteó en la dirección donde lo llamaban, encontrándose a Raphtalia con un rostro terrible, apoyándose en la pared para caminar.

–¿Qué sucede? ¿Estás bien?

–Yo... No estoy segura, pero...

Sus pies la traicionaron, haciéndola tropezar. Naofumi logró sostenerla antes de que cayera, apoyándola en su pecho.

–Gracias. – dijo, avergonzada.

Sin decir palabra, la ayudó a reponerse lentamente.

–Ven.

El héroe la hizo sentarse al borde de la parte trasera de la carreta para examinarla.

–¿Cómo te sientes?

–Tengo demasiado calor, no puedo explicar la razón.

–¿Calor? – se llevó una mano al mentón, teniendo la sospecha de lo que podría ser.

Raphtalia estaba avergonzada, enfermarse sólo le traería más problemas a él. No obstante, no tenía una razón clara del por qué se habría enfermado. Comía bien y siempre procuraba estar en las mejores condiciones para apoyar a su amo. Entonces, ¿Por qué?

De pronto, Naofumi se acercó a ella y con una mano retiró los mechones de cabello que cubrían su frente.

La siguiente acción le quitó hasta el aliento. La frente de él tocó la suya, dejando sus labios demasiado cerca. Podía sentir la respiración de su amo y admirar las esmeraldas de sus ojos. Todo esto causó que su cara ardiera con intensidad.

–Parece que tienes un poco de fiebre. – dijo, separándose de ella.

–¿E...Eh?, Ah... sí, es probable...

Trató de controlar su acelerado corazón. Ella lo sabía mejor que nadie, se había enamorado del héroe del escudo, tenerlo cerca y poder apoyarlo era su mayor alegría. Había crecido mucho desde aquella vez cuando la compró con el vendedor de esclavos. Ahora era toda una mujer, al menos en cuerpo.

A pesar de su crecimiento –considerado prematuro– todavía tenía el comportamiento de una niña de vez en cuando. Su inocencia seguía intacta, pensar en un beso de su amo la hacía chillar de vergüenza.

–Cuidaré de ti durante el viaje.

–No se preocupe, estaré bien. – mintió, con la intención de calmarlo.

Naofumi entrecerró los ojos y la observó en silencio.

El tiempo pasó y eventualmente llegó el atardecer. Filo tiraba de la carreta felizmente, mientras que Raphtalia era cuidada por él.

Pronto anochecerá, será mejor buscar un buen lugar para dormir.

–Le dije que esto no era necesario.

–Suficiente, no puedo permitir que empeores. ¡Filo! Es momento de buscar un lugar para pasar la noche.

–Entendido, maestro.

–Debes descansar. Te daré algo de medicina antes de dormir para que mañana estés mejor.

Su cola se erizó en cuanto mencionó la medicina, aquel horrible sabor que antes había invadido sus papilas gustativas, ¿De nuevo debía beberlo?

No quiero.

–Esta vez no tires la medicina, ¿De acuerdo?

Ella rió nerviosa, desviando la mirada. Se negaba internamente a probar algo de tan mal sabor.

–¿De acuerdo? – recalcó su amo.

–Sí.

Continuaron su camino y eventualmente, encontraron un lugar cómodo y seguro para dormir, pues los árboles a su alrededor servían para no ser detectados tan fácilmente. Raphtalia tuvo que beber la medicina que le prepararon, aunque de nuevo estuvo cerca de tirarla.

Todos se fueron a dormir una vez que cenaron y se instalaron en el lugar. El tiempo era agradable, ya que no hacía tanto frío como otras noches tan gélidas que habían afrontado. Sin embargo, uno de ellos no podía conciliar el sueño, esa era Raphtalia.

Las últimas dos horas se la había pasado dando vueltas en su lugar, sufriendo de un calor abrazador, sobre todo en la parte inferior de su cuerpo. Sus sentidos estaban más sensibles de lo usual, ya que el simple soplido del viento sobre su piel la erizaba.

¿Qué pasa? Esto es algo que nunca había experimentado.

Su mirada se dirigió hacia donde dormía su amo en un intento de tranquilizarse, pero esto tuvo un efecto totalmente contrario, pues un fuerte palpitar la hizo temblar. Su respiración se tornó irregular, sentía su cuerpo arder y no podía calmarse.

Inconscientemente, comenzó a gatear hacia donde se encontraba Naofumi, deteniéndose justo a su lado.

–¿Q...Qué estoy haciendo? No puedo detenerme, esta sensación que me invade...

Ella se posicionó sobre su amo y lentamente acercó sus labios a los de él hasta que finalmente lo besó.

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Espero les haya gustado el primer capítulo, nos leemos en el siguiente!

En CeloWhere stories live. Discover now