7. Arte.

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El maravilloso arte de amar.

Carta 8.

"Siente eso; el corazón de alguien renaciendo en un martirio de dolor, tarde o temprano te deja en claro la razón de porque no podrás estar al lado suyo. Sucesos inexplicables, lugares que nos llaman, y personas que nos separan. Siente eso, mi vida se va acabando, siente eso, el lugar se va destrozando, siente eso, la mirada de alguien al saber que te vas alejando."

...

La claridad de un día insignificante.

Esta es una de esas mañanas que no puedes dejar de mirar el cielo tan azul que hasta las nubes se alejan para mostrarte la belleza de un color y lo que complementa, la brisa que hace que mi pelo se despeine de cierta forma en que roza un poco por mi cara. Hace mucho que no salía a estar un momento en paz, la última vez fue en un hospital pero tampoco me sentí en completa paz, creo que fue miedo. Me senté en un escalón que tiene una vista maravillosa, dejé que el sol cubra mi cara, necesito un poco de ese rojo que deja después de unos minutos estar bajo él, por todo este tiempo en el que podía ver un Argo pálido, totalmente enfermo. Un anterior Argo, que solo salía de noche y pasaba parte del día durmiendo.

Puedo concentrarme en el sonido de mi respiración o los movimientos que hacían mis manos al sentir las flores a mis costados, tan voluntario cómo involuntario. Quiero quedarme en este momento.

Nazar salió de la cocina para encontrarse a un Argo sentado con los ojos cerrados. Antes de decir cualquier cosa dejé que admire ese momento y como se ve la vida desde el lugar en el que está. Corrió dentro de la casa a lo que yo abrí mis ojos, probablemente fue a traer la cámara que le compré.

Tal cual lo presentí, dio el primer paso; sonido de foto.

Ella estaba frente de mi tapando un poco al sol. sonido de otra foto, no me apetecía mirarla, prefería una mañana llena de color azul que de tristeza.

Dos días pasaron desde que me enseñó una parte de su vida, una vida que a mi me gustaría volver a sentirla. No volvimos a tocar el tema, más no dejaba de resonar en mi cabeza, y como se habían dado las cosas. Internamente hice muchas historías de lo que surgió a partir de ese suceso.

— Para poder contarte mi historia, necesitamos viajar al sur. — Lo dijo con tanta tranquilidad, que noté que no era una pregunta, sino una orden. Tal cual las daba. No me negaría y en eso estaba en lo correcto de darme órdenes, además sé que ambos lo necesitamos, empezaba a sentirme adicto de sentirla, sentir esos sentimientos que me traen más paz que esta mañana de viernes, como lo sufre, la felicidad y es como si yo estuviera en ese preciso momento viviendo y sintiendo todo yo mismo. Explotaba interiormente, pero me gusta.

— Viajaremos entonces. — Lo solté, aún sabiendo que ella ya lo había confirmado mucho antes.

Fue de hecho más sencillo de lo que creí, solo conduje mirando como me sigue sorprendiéndome mi ciudad, como vivi por mucho tiempo encerrado en mi burbuja, ahora gracias a esto, para un futuro planeo tener una casa con estos alrededores, lleno de paz en plena carretera. Gire mi cara a dónde está Nazar, ambos en silencio, no pretendíamos cosas que no serán, cómo conocernos y formar pláticas de dos amigos, tampoco podía sentirme un desconocido, soy un conocido con privilegios al que de vez en cuando le cuentan sus problemas. Por suerte nuestros silencios no son incómodos pero tampoco atractivos.

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2022 ⏰

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