Capítulo único

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El día que menos esperaba había llegado.

Ella se había ido, y esta vez para siempre.

Perdóname —susurró Clint ante la lápida con su nombre.

"Natasha Romanoff."

Perdóname —susurró al borde del llanto.

Era un día cálido. Todo había terminado y por fin se tomaban el tiempo para despedirse como se debe de su amiga, cuya muerte fue fundamental para la victoria de los héroes.

Clint respiró profundo y comenzó a hablar con pésame —Natasha Romanoff: Agente. Espía. Compañera. Vengadora. Amiga. Amada.

»Ella nunca portó una avanzada armadura de hierro o Vibranio; no contaba con el suero del Súper Soldado; no tenía poderes mentales ni era una diosa. Como yo, ella era una persona común y corriente rodeada de Súper humanos. Más de algo estoy seguro: Natasha era la más valiente; siempre dispuesta a luchar por el bien común... incluso sabiendo que eso un día le iba a costar la vida.

»Nuestro trabajo no es fácil, nunca lo será, por ello, siempre tenemos presente que cuando estamos con alguien, esa puede ser la última vez que lo veamos. Natasha entendía ésto mejor que nadie. Muchos la veían como una fría e insensible asesina, incapaz de amar o tener piedad, pero todo eso era un escudo, "una barrera" como ella lo llamaba, pues odiaba la idea de encariñarse con alguien para después perderlo. Una vez que tenías la fortuna de convertirte en alguien digno de su confianza y cariño, te dabas cuenta que era todo lo contrario. Como todos, tenía miedos, ilusiones, sueños y anhelos. Era apasionada y siempre se aseguraba de hacerte saber lo importante que eras para ella, ya sea con una sonrisa, un abrazo, una mano cuando lo necesitabas o... — No lo soportaba, cada palabra dolía más que la anterior. Luchaba sin éxito por contener sus lágrimas, que ahora caían sobre su discurso corriendo la tinta.— un beso.— dijo con un nudo en la garganta, recordando la primera vez que se conocieron en Budapest.

Bajó la mirada y secó sus lágrimas. Aclaró su garganta y miró una vez más al grupo de personas frente a él. De pronto un recuerdo cruzó su mente: como constantemente Natasha le decía que nadie la quería y que la mayoría de agentes en SHIELD le tenía miedo. Ella nunca se lo dijo, pero él intuía que a veces se sentía triste y sola.

Si tan solo pudiera verlos ahora —pensó Clint. Todos estaban ahí por ella. Los Vengadores y sus amigos más cercanos. No había ni un ojo seco en el lugar. 

Intentó sonreír y continuó: —Me gustaría decirle que ganamos, que su sacrificio no fue en vano. Estoy seguro de que ella estaría muy feliz y también estoy seguro que no le gustaría vernos así: llorando, recordándola con tristeza. Es por eso que hoy los invito a qué recuerden un momento alegre con ella, por más breve que halla sido, y lo mantengan con ustedes.  

El arquero se miró el pequeño ícono tatuado sobre su muñeca: un reloj de arena. Recordaba a la perfección el día en el que se lo había hecho: fue durante una misión en Marruecos años atrás. Ambos estaban una casa de seguridad; la misión había concluido con éxito y ahora se encontraban festejando mientras esperaban al equipo de extracción. Había sido una gran noche, con música, baile, alcohol y alegría. 

—Esta flecha— le susurró al terminar de tatuarla con una técnica que había aprendido de sus años en el circo —simboliza que siempre estaré para ti, sin importar qué, siempre podrás confiar en mi.  Y este reloj de arena —le mostró su propia muñeca recién tatuada— significa que siempre estarás en mi corazón.

—¿Siempre?— preguntó ella con una sonrisa.

—Siempre.— Afirmó él para después sellar su promesa con un beso.

Un sollozo del público lo devolvió a la realidad, una realidad sin ella. 

Por un momento cerró los ojos y deseó que nada de eso estuviera pasando, que todo fuera una pesadilla y que al despertar, ella se encontraría a su lado en su cama, abrazándolo: como en los viejos tiempos, donde ellos estaban juntos y eran felices. Tiempo antes de conocer a Laura y que por un descuido, más tarde, lo convertiría en padre.

Natasha nunca se lo reprochó, le consolaba saber que él cumpliría su sueño de formar una familia. Sueño que la rusa no podía cumplirle. 

Barton, por su lado, estaba aterrado y arrepentido. Eventualmente aprendió a querer a su ahora esposa Laura, pero los dos sabían que Natasha fue y sería siempre el gran amor del arquero. 

Abrió los ojos una vez más, se secó las lágrimas y concluyó: —Esto no es un adiós definitivo... es un Nos veremos luego. 

El rubio tomó su discurso y se posó frente a la tumba de su amada. A su lado se encontraba  María, quien lloraba en silencio aferrada a los brazos de Phil. Ambos amigos muy cercanos de la difunta.

Clint tenía todo tipo de sentimientos encontrados. Sentía enojo al saber que el ataúd estaba vacío. Remordimiento; por no haberle dicho una última vez que la amaba. Decepción; por no estar en su lugar. Pero sobre todo tristeza al saber que no la vería sonreír nunca más, ni la escucharía cantar en ruso o su risa; ni un beso de despedida. Nada.

Poco a poco los asistentes al funeral se retiraron. Algunos en silencio y otros aún secando sus lágrimas. Solo quedaban Clint y Steve.

—A ella le gustaría que siguieras adelante. —dijo Steve a su lado. —Todos hemos perdido a alguien.

Clint se quedó callado, con la vista fija en el epitafio. 

"Hace de su sacrificio un acto de honor."

Sintió una suave palamada sobre su hombro y luego el capitán se alejó.

Estaba solo. Solo, con sus recuerdos.

Lentamente se acercó hasta tocar la fría lápida. —Siempre te amaré Tasha, lo sabes. —sonrió dolido. —Te veré cuando llegue el momento, espérame hasta entonces. —y tras un guiño se alejó caminando sintiendo la brisa de otoño acariciar su rostro.

Fin.

Natasha. (Clintasha OneShot)Where stories live. Discover now