Parte sin título 3

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Gabriel se sentó en la colchoneta azul, coloco las dos pesas al costado de su cuerpo. Comenzó a elongar, para poder estirar cada músculo de su cuerpo, haciendo sonar sus articulaciones, estiro un poco más para aflojar las contracturas y sentirse más cómodo consigo mismo. Tomó una de las pesas de quince Gilos y comenzó a hacer pesas con el brazo izquierdo. Pero su cabeza estaba totalmente empañada de la imagen de Mercedes, no dejaba de recordar su sonrisa, su mirada, sus juegos tontos, y sus chistes. No paraba de pensar en sus defectos perfectos y sus elogios más tiernos. Era tan chiquita... tan frágil, tan rebelde y decidida. Parece invencible... una guerrera.

-¿Que te pasa loco? Estas tan desaparecido mentalmente. No respondes mensajes, no vienes tan seguido al gimnasio. ¿Que te pasa gato?-Dijo Andrés mientras se sentaba en otra colchoneta verde junto con una pesa de diez Gilos.

-Nada... solo eh estado pasando cosas diferentes, ella... me despierta, me saca de los problemas, me enloquece, me confunde, me encanta... y no sé que ni porque pero la pienso todo el tiempo, es tan perfecta. Y estoy tan embobado que solo pienso en verla, hablarle y saber como esta-Dijo Gabriel. Pero luego comenzó a pensar en lo que acababa de decir. Gabriel no era el tipo que se enganchaba con alguna chica, y si lo hiciera debería ser una amante de los autos o tener un cuerpo porno. Lo que le resultó de lo más raro admitirlo y mucho peor que sea verdad.

-¿Qué? ¿Estas hablando de la de dieciséis? Estas loco... estas enfermo. Si tuviese una hija no dejaré que se acerque a ti, nunca. Además ¿que dirá su padre? no... ella no es nada, nadie. Deja de hacer tonterías.

-No... quiero salir con ella todo el tiempo. Me gusta. Creo que me gusta. Nos besamos... al principio ella no quería pero fue tan mágico....-Dijo Gabriel y dejo caer la pesa para sonreír.

-¿Vos? El chico que sale cada sábado a bailar, cada viernes a una fiesta, que tiene todas las semanas una nueva chica y una nueva para follar ¿se enamoro?

-Me esta cambiando. No quiero salir, no quiero conocer a nadie, no quiero hacer nada con nadie, la quiero a ella... solo a Mercedes. Nunca tuve novia, nunca invite nadie a mi casa, nunca me gusto nadie... pero ella... ¡joder me esta enamorando! ¿Que hago? Es diferente a todo lo que conozco.

-Estas estúpido... es imposible. El chico mujeriego quiere a una sola chica. ¿Qué? No tiene sentido.-Decía Andrés mientras continuaba haciendo pesas y cambiaba al otro brazo. De pronto a Gabriel se le resbala una pesa de diez Gilos y le pega en el dedo del medio de la mano. El dolor fue infinito, y prontamente se comenzó a poner morado y la uña ennegrecida.

-¿Ves? Me desconcentra.-Dijo Gabriel observando su dedo herido.

-No van a llegar a nada...-Dijo desanimado su amigo.

Mercedes volvió a rogarle, una y otra vez hasta que se canso. Sus padres seguían con el mismo cuento: NO. Pero ella no quería darse por vencida. No paro de gritar, de llorar, de discutir y comenzar con el mismo cuento de que ella ya no era una niña, cuando en realidad solo era eso... una nena. Pero sus padres se negaban rotundamente a que su niña creciera. Ellos sabían que Mercedes era una niña que no salía mucho, que no tenía amigos de verdad, que pasaba los fines de semana encerrada en su habitación, y que tenía varios problemas respecto a su autoestima y espíritu. En simples palabras, sabían que su hija tenía trastornos y aun así no sabían que hacer o como actuar.

Mercedes lloró una última vez. Su padre la miró a sus ojos castaños tan duramente, casi con gritos en la voz, y dijo en un susurro: Hace lo que quieras. ¿Quieres salir? Sal...- Mercedes sonrió ampliamente y preguntó unas veces más si eso era cierto y confirmado. Sus padres le dijeron que sí, así que...

FrutillitaWhere stories live. Discover now