Regreso al infierno

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Kibum caminaba observando todo, su cabello rubio era iluminado por el sol, destacando más entre la gente. Tal como le había prometido el matrimonio. Jinki lo había llevado al pueblo por la mañana, veía gente pasar, flores por todos lados siendo exhibidas para ser compradas, frutas coloridas deseando ser comidas, caballos esperando a su jinete, todo tan colorido. El pueblo en verdad era muy bonito.

—¿Dónde vamos? —siguió a largas zancadas a Jinki ya que no deseaba perderse.

—Iremos a buscarte posada por hoy. —Jinki detuvo su andar rápido al darse cuenta de que el rubio no podía seguirlo el paso, esbozó una sonrisa al ver al menor prácticamente correr tras él.

El felino le observó pero no dijo nada más, siguió al mayor avanzando entre la gente, se detuvieron frente a una gran casa de madera y amplias ventanas cubiertas por tela de lino blanco.

—Te quedarás aquí por lo mientras. —Jinki comenzó a darle indicaciones mientras tocaba la puerta.

—¿Aquí? —Alzó la vista para ver bien la casa, no era nada grande comparada con el castillo, sin embargo el quedarse solo sin Jinki o Luna le hacía temblar de miedo—¿Qué es?

—Un lugar para dormir, estarás seguro aquí. —Jinki despeinó los cabellos rubios tratando de reconfortar al menor.— No temas, no pasará nada.

Entraron a la posada, fue bien recibido por una mujer mayor, tendría mucho por recorrer ahora que estaba solo. Jinki se despidió de él con una gran sonrisa prometiendo volver la semana siguiente para ver cómo iba progresando en su nueva vida. Dejó solo a Kibum en su cuarto, su nuevo cuarto tan diferente a donde solía dormir, era pequeño pero al menos sabría que no sufriría de frío como antaño. Se sentó en la suave cama y observó por la ventana el pueblo, era pequeño ahora que podía observar desde arriba. Sonrió satisfecho de sentirse libre y vacío a la vez, se dejó caer en la cama tratando de ahuyentar los problemas que rondaban su mente, cerró los ojos y se quedó profundamente dormido.

* * * * * *

Minho había llegado al pueblo al atardecer. Tan fuerte y masculino en su caballo imponía autoridad así, su ceño fruncido se mantenía activo, divisó el pueblo con una fría mirada, siendo observado por la gente que temía lo que podría llegar a hacer. Bajó de su caballo alejándose del animal a pasos fuertes y marcados, no sabía por dónde empezar, no sabía si estaba haciendo lo correcto al buscar ahí.

—Mi señor, el anochecer está por caer. —un guardia caminó detrás de él.

—Busquen posada, —ordenó observando a los habitantes, esperando ver entre ellos a su rubio— yo estaré inspeccionando.

Caminó pensativo, si no se encontraba aquí ¿Dónde más podría estar? sus pensamientos se encontraban chocando, no sabía si en verdad vivía o había muerto, toda culpa creció aún más al recordar que Taeyeon estaba involucrada en esto, no dudaría en azotarla de nuevo si estuviese frente a ella. Escuchó el cielo tronar avisando la pronta llegada de una tormenta, tal vez Dios lo estaba castigando por haber sido un idiota con su hermoso rubio, por su comportamiento de niño idiota había perdido a la persona que a pesar de ser un esclavo quería y amaba con el alma, sabía perfecto que llorar estaba mal visto, pero tantas emociones recorriendo su cuerpo comenzaban a ser un gran peso sobre sus hombros. Continuó arrastrando los pies sintiendo el nudo del llanto apretarse entre su garganta, alejándose un poco del pueblo fue como sintió una gota estamparse en su mejilla, el cielo le estaba ayudando a que su pena no fuese tan amarga, se lamentó el estar solo, poco a poco las lágrimas y la lluvia se mezclaron hasta caer y estamparse en el suelo, bajó la cabeza arrepentido de sus actos, se dejó empapar por completo para liberar todo lo que su alma contenía. Caminó lento de regreso a la posada donde pasarían la noche, tal vez un descanso al menos haría sentir mejor a su cuerpo, aunque su alma estuviera que se la llevaba el diablo.

Esclavo perfecto «MinKey»Where stories live. Discover now