Broken Promise

7 0 0
                                    

En los territorios del norte, donde la Unión Imber dominaba, un joven leía uno de los tantísimos libros dispuestos en la biblioteca situada en el interior del recinto del gobernador.

Sus ojos se movían de palabra en palabra a una velocidad asombrosa, pasando página segundos después de terminar la anterior. Sin embargo, no era de extrañar, pues, pese a su juventud, ya había devorado la mitad de ellos. Algunos, incluso leídos por tercera o cuarta vez.

Además, su objetivo era aprender todo lo que le fuese posible a fin de conseguir algún día su objetivo: ser el gobernador de la unión.

Con ello en mente, últimamente, el joven Alder se había aficionado a los libros de estrategia militar. De hecho, estaba tan inmerso en uno de ellos que no notó la presencia de otro joven cuando éste entró en la sala.

El recién llegado era de alta estatura, pelirrojo y complexión delgada, aunque no por ello daba sensación de debilidad.

-¿Otra vez leyendo? Se te van a cansar los ojos si sólo haces eso –dijo, observándole con curiosidad.

-En ese caso me pondré gafas –respondió Alder, sin apartar la mirada del libro.

-Bueno, luego no te quejes si ocurre de verdad.

Dicho esto, se sentó frente a Alder, cruzó los brazos encima de la mesa y puso su cabeza sobre éstos.

-Hay que reconocer que se está tranquilo aquí –comentó.

-Lo estaba, hasta que has aparecido –cerrando el libro, Alder suspiró y posó su mirada sobre el joven pelirrojo-. ¿Querías algo, Yorus?

-El gobernador me ha pedido que te llame. Dice que quiere verte.

-¿Te ha dicho por qué?

Yorus levantó la cabeza y la movió en señal de negación.

-Parecía importante, así que quizás quiera encomendarte alguna tarea. Diría que te tiene en alta estima.

-Mm... me pregunto si realmente es así. Es cierto que he estado ganando algunos puntos últimamente, pero no soy el único candidato y los demás no son precisamente unos inútiles.

Así es como funcionaba el sistema de sucesión en la unión. Aquellos que tenían como objetivo el gobierno, se presentaban como candidatos. De entre ellos, uno sería elegido personalmente por el gobernador en funciones. Sin embargo, todos tendrían que superar una serie de tareas que iban desde exámenes hasta gestiones encomendadas por el propio gobernador. Aquellos que fallasen un sólo examen o una sola gestión, serían eliminados al instante. No había segundas oportunidades.

Era un proceso que duraba varios años, durante los cuales, los candidatos tenían acceso casi completamente libre al recinto del gobernador e incluso podían residir allí si así lo deseaban, aunque el gobernador siempre iba acompañado de asesores, que actuaban de manera imparcial para evitar trampas o favoritismos.

Cuanto mejores los resultados obtenidos en las tareas y exámenes realizados, mayores posibilidades de ganarse la confianza del gobernador y, por tanto, mayor número de tareas encomendadas.

En la actualidad, además de él, quedaban otros tres candidatos. El resto, o habían fallado alguna de las pruebas o no habían podido soportar la presión y el estrés que conllevaba.

Que él llevase cierta ventaja sobre los demás no quitaba que un fallo lo tirase todo por la borda, y la diferencia de resultados entre él y los demás era poca, por lo que no podía dormirse en los laureles y mucho menos pensar que iba a recibir un trato de favor en cuanto a dificultad de la tarea.

Yohei Gakko ChroniclesWhere stories live. Discover now