Remendar

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NOTA DEL AUTOR: Manga spoilers por doquier, hace absoluta referencia a los hechos acontecidos en el capítulo 115 del manga.

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"Remendar"

Su oído se humedeció con la sangre. La sustancia viscosa se le pegó a la piel, ese olor que ya reconocía muy bien le llenó la nariz. Sin embargo, no era la sensación más crucial en aquel momento. El pum, pum, pum de su corazón tenía más significado y valor que toda la sangre que pudiese su cuerpo derramar, su compañero estaba bien acostumbrado a las heridas y al dolor, a cortarse la dermis una y otra vez y a remendarse las cicatrices como si fuera ropa despedazada tan solo.... Pero si su corazón dejaba de latir, eso ya no podría remendarse. No había conocido ser inmortal, aunque su compañero ciertamente lo parecía a veces.

El latido era simple, pausado y distante; ni siquiera tan distinto a como lo era siempre. Era igual que sus pisadas cuando entraba a cualquier habitación; marcado, pero etéreo. Sin apuros, pero sin indecisiones. Una presencia inevitable e inequívoca.

Había apoyado su oído contra su corazón, tal como ahora, en innumerables ocasiones.

-¿Por qué te sonríes?-le preguntó cuando, años atrás, apoyó por segunda vez su cabeza en su pecho desnudo.

-Porque esta vez es muy diferente a la primera.

Levi frunció el ceño. -¿Cuál fue la primera? Si mal no recuerdo es la primera vez que estamos juntos de esta forma... -bromeó, a su manera.

-La primera no la puedes recordar porque estabas tirado contra el suelo como una muñeca de trapo-Hanji se incorporó sobre la cama y explotó en una carcajada-Tirado como estrella de mar, con los brazos abiertos.

Levi le arrojó la almohada sobre el rostro. -¡Hey! ¡Ahora te ríes, pero ese día...!

-Ese día grité como un niñito que había perdido a la mamá en la feria-Hanji reconoció.

Corriendo con los brazos hacia adelante, exclamando su nombre, se había arrojado al suelo junto a él, llena de terror cuando vio a Levi caerse durante un entrenamiento, por una falla de su equipo de maniobras.

-Vi como tu cabeza se azotó como saco de papas contra el suelo. ¿Qué querías? ¿Qué lo viera como un chiste?

-Ves todo como un chiste, Hanji-explicó. Apretó su mano contra el muslo de ella, acariciándola de un modo que a cualquier otro le habría resultado imperceptible.

-Eso es mentira y lo sabes-replicó, cambiando el tono de su voz. Levi asintió, lo sabía muy bien.  Ese día lo había comprobado.

Mientras estaba en el suelo tirado como estrella de mar, como tan bien lo había ejemplificado su compañera, había sentido su calorcito apoyado contra él y sus manos sobre su rostro, palpándolo suave. También sintió su oreja contra su pecho y el ligero suspiro que liberó cuando escuchó el pum, pum, pum. Abrió solo un ojo y la quedó mirando un rato, un rato ínfimo que le avivó la sangre que se le movía en las venas y que, en aquel entonces, no tenía explicación alguna para él.

-Estoy bien-sentenció, con la voz casi cortada.

-¡¿Cómo vas a estar bien?! Te caíste de no sé cuántos metros, ¿qué te duele? ¿Te rompiste algo?

-Que estoy bien, te dije-insistió y le dio una palmadita en la espalda. Para que se incorporara y sacara su calorcito de encima de él, para que se fuera la sensación extraña que le reptaba por la piel cuando veía su cabello enmarañado disperso sobre su ropa.

-Le pediré a Mike que te lleve a la Enfermería, es mejor que no camines

-¿Y dejar que me vean siendo acarreado como un bebé en brazos? No, gracias-había perdido el equilibrio, pero no el orgullo. Eso no. Se sentó y se sacudió la tierra de los brazos. Hanji le sacó una ramita que se le había incrustado en la chaqueta.

Ella le sonrió y Levi le sonrió de vuelta.

Tres meses después, Hanji lo había llevado a su habitación y había hecho más con él que apoyar su cabeza contra su pecho. Esta vez, no hubo miedo de por medio.

¿Y si tan solo todo estaba repitiéndose? ¿Cómo las crueles bromas que tanto le gustaba jugar al Universo? ¿Cómo una más de sus tretas sucias?

Pero la primera vez que lo había tenido así en sus brazos, no había tanta sangre ni tanto terror, ni por asomo. Aquella primera vez, había gritado como infante. Ahora, no tenía energías ni para gemir. El pavor le quitó la voz.

-Levi, por favor, dime algo-susurró-Lo que sea.

El silencio le respondió, pero sentía su pecho subir y bajar. Había vida allí, su vida, la vida que más le importaba. La única vida que acompañaba a la suya, día tras día.

Agarró la única parte limpia de su capa, la rasgó e intentó limpiar la sangre de su rostro. La cicatriz que lo cruzaba era tosca, desagradable y se había ensuciado con barro. Hanji intentó echar algo de agua en ella. Un montón de fútiles esfuerzos, para creer que hacía algo por él, aunque ya no le quedara nada por hacer.

Volvió a apegar su oído contra su pecho y estaba vez lo abrazó, sin apretarlo como lo hacía siempre. Esas veces, Levi le devolvía el apretón con tanta fuerza que le quitaba el aliento.

-Vamos, por favor-agarró la mano inerte de su compañero y se la puso en la cintura, como si eso pudiera incentivarlo a responderle.

Acurrucó su rostro contra su cuello, sin importarle que se le embarrara con sangre. Las lágrimas se le mezclaron y el sabor del hierro y la sal se le amontonaron en la lengua. Tenía la garganta cerrada como un puño. Su mente corría y corría entre todas las alternativas posibles que podían sacarlos de esa situación horrible, la esperanza se le arremolinó en las ideas como una telaraña, pero una mano herida se le apretó contra la cadera. Una mano herida que intentaba adherirse a ella, a la única vida que estaba con él día tras día.

Volvía, volvía... volvía para decirle que ya estaba bien, aunque no fuese cierto. 

RemendarWhere stories live. Discover now