Como quien deja el café de la taza encima de la mesa y se va un rato.
Y después se queja porque está frío e imbebible.
Como quien lo nota agrio, pero entiende, que algo que se tiene que tomar caliente, no va a saber igual pasado el tiempo.
No va a volver a ser lo mismo, porque una vez se apaga no vuelve a encenderse igual, no voy a volver a tirarme por el abismo porque ya lo hice una vez y me dolió tanto la caída que ya he aprendido.
Y te prometo que te quise, que hubiese dado hasta lo que no tenía, que me hubiese ido a la otra parte del mundo contigo por verte despertar a mi lado cada díay seguir pensando que lo tenía todo con solo mirarte a los ojos.
Pero no, ya no, ya ha salido el tren de la estación y esta vez no tienes billete.
No te preocupes, tampoco tenías ganas ni ilusión, me las dejaste todas a mí y no veas cómo duelen.
Sobre todo cuando se me escaparon de las manos y no hiciste nada por hacer que volviesen.
Que según tú, era yo pero no el momento, y yo sigo pensando que cuando se quiere, el momento lo haces nacer tú, con todo lo que sientes.