1 La dosis

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"Deja de comer, baquita, vas a reventar"

"Dios, cuida a mis siete hijos"

"Vamos a estar juntos Lucho"

         Antonia releyó los mensajes escritos en la pared por enésima vez. Había leído que en las prisiones normales existían bibliotecas, salones de recreación o algo parecido a esparcimiento mental, pero en este lugar no había nada de eso. De la única manera en la que podía distraer los pensamientos violentos que se agolpaban en su mente constantemente era releyendo los mensajes escritos por otras internas en las paredes de su celda.

         Su compañera Jope estaba en silencio, tal vez durmiendo. Había dejado la televisión prendida una vez más y a un volumen que Antonia encontraba indecente.

         Las dos estaban solas en una celda diseñada para cuatros hace ya tres noches. Claudia, la chica que había estado con ellas antes, fue trasladada al sector de las condenadas, donde debía pasar cinco años antes de salir en libertad. Antonia dormía en el segundo piso del camarote de cuatro. Jope dormía en el de abajo.

Con cuidado descendió al piso cubierto de cera con tierra roja, rogando no pisar de improviso alguna cucaracha desprevenida. Caminó en puntas hacia el mueble de la televisión y la apagó. Cuando volvió a su cama se sintió más tranquila. El silencio la ayudaba a dormir, a diferencia de otras personas que solían volverse locas cuando no escuchaban nada. Antonia no. Ella amaba el silencio como quien amaba respirar. El silencio la ayudaba a estar alerta, le recordaba su misión en este lugar y por, sobre todo, la hacía dormir. De otra manera, a Antonia le era imposible conciliar el sueño.

         Volvió a subirse a su cama colocándose lo más cerca de la pequeña ventana que tenía a su derecha. Estaba haciendo mucho calor esos días y el viento que entraba a través de la pequeña rendija enrejada no era suficiente. Suspiró. Miró la hora en su reloj de pulsera y vio que apenas eran las 18:07 h. Faltaba tanto para dormir, tanto para que el día terminara, tanto para que se acabara el encierro.

         Cerró los ojos recordando las palabras de HJ. Sus órdenes y la manera en la que ella misma había dejado que la atraparan y la llevaran a la Prisión Femenina Estatal formando parte del plan que su líder le había explicado. Sin embargo, se suponía que solo iban a ser dos semanas... y ya llevaba cinco meses.

—Él va a estar asignado a esa unidad —Le había dicho HJ la noche anterior a su arresto. —Tienes que estar ahí cuando él llegue.

—Podría encontrármelo afuera por casualidad —había aventurado ella incapaz de acceder 100% a estar encerrada por un tiempo infinito que ni el líder sabía concretamente. —Puedo decir que llevo los perfumes a las presas...

—Tony —la había llamado HJ con ese tono paternal que la hacía sentirse muy pequeña, —es necesario.

—Lo sé, —murmuró resignada, —todo sea por ver a Romero II derrocado.

         Antonia le dio la espalda a la ventana y se encogió como feto sintiendo ganas de llorar. En cinco meses no había recibido ni una sola visita, si no fuera porque la familia de Jope la había adoptado, ella ni siquiera saldría de esos metros cuadrados. No tenía libros porque las guardias, mujeres de poca monta a quienes reconocía solo por sus defectos físicos, le habían dicho que leer era para inteligentes y las inteligentes no terminaban presas.

         Tenía miedo. Temía perder esa fuerza que HJ había entrenado tan bien desde que se hubieron encontrado, dos años antes. Tenía miedo de volverse débil y rendirse ante el régimen de Romero II, de dejarse llevar por las historias que les escuchaba a las otras internas, de acatar las órdenes de las guardias porque si no lo hacía, sería carne para los humabestias. No quería volver al principio, cuando solo era la repartidora de perfumes y artículos de aseo en la Escuela de Madres n°8 y vivía en el viejo departamento de sus padres, ambos desaparecidos después del levantamiento de Romero II, hijo del primer presidente del régimen, Fernando Romero.

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⏰ Last updated: May 11, 2019 ⏰

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La Planta, historia de una revolución [original]Where stories live. Discover now