Capítulo 19

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Salir a cabalgar siempre había sido terapéutico para Jordan, pero sus heridas y hematomas no estaban completamente sanados y lo notó a cada brinco del caballo. Aún así, prefirió seguir montando a detenerse. La luz del sol ya se atisbaba por encima de las colinas, un halo de luz se alzaba por encima de las copas frondosas de los árboles, el cielo estaba teñido de un cálido tono ocre que invitaba a dirigirse al ocaso y fundirse en él. 

Apenas podía dirigir al caballo con las piernas, pues a la mínima presión el dolor le cruzaba todo el cuerpo, así que hacía lo que podía tan solo con las riendas intentando mantener el equilibrio sobre la montura. Para tratarse de un caballo poco familiar para él, se estaba portando de maravilla. Seguro que Regina se había encargado de que todos sus caballos recibieran clases de doma de una forma más que rigurosa, aunque apostaría también a que su tía nunca se había subido a lomos de uno de ellos.

No había podido cruzar palabra con Chastity desde que salieron de la posada y eso lo tenía más que intranquilo. No es que no creyera que ella pudiera cuidarse sola, lo que le preocupaba era su tía. Había sido capaz de ir a buscarlo a las tantas de la noche en una taberna alejada de la mano de Dios, tan solo por el buen nombre de su familia, ¿de qué no sería capaz? Puede que nada más llegar ya la hubiera puesto a fregar a la pobre. ¿Cómo podía ir a reunirse con ella sin que pareciera sospechoso? Quizá conseguía no cruzarse con Regina pero los criados eran especialmente chismosos. Además, tampoco le sorprendería que Regina los tuviera bien pagados y entrenados para que dieran cuenta de todo lo que ocurría en su casa. ¿Cómo si no se había enterado de que una doncella se había quedado embarazada de su hijo? Ni él ni ella le habrían contado nada a nadie por voluntad propia, y mucho menos conociendo a Regina. 

Se giró hacia la casa, los cimientos que componían Cold Manor imponían. ¿Dónde estaría Chastity? Quizá si entrara por la puerta del servicio pudiera encontrarla, pero eso suponía pasar por al lado de dónde vivía el ama de llaves, y nada más llegar había notado que no era una persona de la que fiarse en exceso. 

¿Qué haría Regina si se enterara de que Chastity era la supuesta mujer que lo había engañado para casarse con él? Quizá le ofrecería una suma de dinero para que se olvidara del asunto, pero conociéndola, no lo aceptaría ni en sueños. ¿O eso quería creer? Al fin y al cabo, sus hermanos eran una prioridad para ella, nada le impediría coger el dinero y empezar una vida más que acomodada en la ciudad. 

Jordan entendería que Chastity renunciara a su integridad por sus hermanos, pero eso le entristecería por encima de todo, y es que no quería que ella lo abandonara. Le costaba una barbaridad admitirlo, pero esa era la verdad, no quería que se olvidara de él, de hecho se ponía a sonreír como un estúpido con hacerse en su cabeza la idea de que ella aceptara su propuesta. De lo que sí estaba seguro es de que si eso ocurriera, ni Regina ni nadie lo detendrían. Puede que sus tíos tuvieron influencia, pero no podían arrebatarle la herencia ni su título porque les viniera en gana. 

Al volver a la casa, ya reinaba en ella un ajetreo importante. Los miembros del servicio pasaron ante él haciendo sutiles reverencias apenas perceptibles, pues se movían de un lado a otro de la casa con una presteza que no acostumbrara a reinar en su propia casa, quizá porque él debía ser mucho más permisivo que Regina, y mientras el servicio cumpliera con las tareas, tanto le daba su se hacían con más o menos prisa.

Fue directo a la habitación, sin darse un baño siquiera. Pensó en la forma de acceder a Chastity. Cold Manor era gigantesca, pero quizá podía estrechar el círculo. Estaba claro que su tía la habría hospedado en el ala del servicio, pero incluso limitándose a esa zona seguía siendo demasiado amplia, y no iba a mirar en cada habitación, no sería tan invasivo. Por otro lado, también era posible que ya la hubiera puesto a trabajar, y entonces podía encontrarse en cualquier estancia de la casa.  Temía que en cualquier momento Regina entrara en su cuarto para decirle que había organizado una fiesta del té para comprometerse con Mary. Esa muchacha era poco más que una cría, probablemente había sido presentada en sociedad ese mismo año. Ni siquiera podría verla como una mujer casadera, y mucho menos ser él el que se casara con ella. 

En la cama de un desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora