Trabajo

10K 574 266
                                    

Akko odiaba profundamente que Diana estuviese tan ocupada siempre. Es decir, sabía de sobra que su trabajo como médica era una de sus principales preocupaciones, -obviando también que era la cabeza de la familia Cavendish- pero ella también necesitaba atención cuando se sentía sola. Ya eran más de diez veces que se quedaba sola por las noches, o que estaban en una cita y Diana tenía que marcharse por una emergencia. Hasta en sus días libres acababa yéndose corriendo hacía el hospital. Eso la tenía en el completo sentido de la palabra; harta.

Hoy era uno de esos días en los que se quedaba sola. Diana le había prometido que cenaría con ella, pero por lo visto un chico había tenido un accidente de tráfico y necesitaban de la ayuda de la prestigiosa médica . Así que había acabado en el sofá, con una camiseta de Diana y viendo un programa de televisión de estos que ya han echado los capítulos treinta veces. Ah y también llevaba un bote de helado con ella, para ahogar las penas en helado. Si hubiese sabido antes que acabaría así, habría aceptado sin dudar la oferta de Amanda por irse de fiesta al centro de la ciudad, de echo, todavía estaba pensado en irse.

-Is mi tribiji- Repitió en voz alta las palabras que tanto había escuchado.

Ella también trabajaba y nunca había dejado de lado así a Diana por su trabajo. Y aunque le encantaba ver la determinación de la rubia por ayudar a las personas, empezaba a desesperarla. Pronto, interrumpiendo el hilo de sus pensamientos, su móvil empezó a vibrar.

-¿Si?

-Akko-Reconoció inmediatamente la voz de Amanda-¿Vienes al final?

-Creo que paso de ir-Respondió.

-¿Es por Diana?-Había dado en el clavo-Si te ha dejado plantada que se joda, tu mereces algo más.

-Pero es que no quiero preocuparla-Se excusó.

-Ambas sabemos que Diana no llegará hasta mañana.

-No sé...-Dudó.

-¿Y si vamos nosotras?-Dijo Amanda-Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

-Mejor que no Amanda-Respondió después de pensarlo-Pero no dudes que mañana lo estoy dando todo en la discoteca.

-Entonces mañana nos veremos, hasta luego Akko-Hizo una pausa dramática-Oye, ¿no has pensado en castigar a Diana dejándola sin sexo?

-¡Amanda!

Tenía que admitir que después de todo no era mala idea, Akko sabía de sobra que a Diana disfrutaba mucho de sus momentos íntimos, y que dejarla sin sexo la dejaría muy confundida.

No eran más de las cuatro de la mañana cuando Akko escuchó la puerta principal abrirse, señal de que Diana acababa de llegar al piso que compartían ambas. Decidió hacerle caso a Amanda, y de paso, ser un poco más fría de lo normal.

-¿Akko?-Preguntó Diana extrañada-¿Qué haces despierta a estas horas?

-Viendo Netflix-Respondió sin darle mucha importancia.

Diana la miró entrecerrando los ojos, Akko no era una chica de trasnochar mucho, de hecho, la japonesa era muy perezosa y dormilona, del tipo de persona que se queda dormida nada más acostarse en la cama y que por las mañanas le cuesta la vida levantarse.

-¿Estás enfadada?-Inquirió a sabiendas de como era.

-¿Qué?¿Yo?¿Enfadada?Pff, que va.

-Lo estás.

-¡No lo estoy!

-Vale, pues mírame a las ojos y dime que no estás enfadada.

Mierda. Si Akko tenía una debilidad, esta era fácilmente los azules ojos de su novia, era incapaz de mentirle mirándola fijamente.

-Vale, lo estoy-Admitió sin dirigirle la mirada.

-Hemos hablado muchas veces de esto Akko, es mi trabajo y...

-Y es importante para ti-La cortó-Lo sé, pero yo a veces también te necesito y es como si nunca estuvieses ahí para mi.

Diana lo sabía. Sabía que había estado muy enfocada en el hospital y que la había dejado de lado, pero no pensó que eso fuese a ser un problema. Claro que ahora que lo pensaba, entre una cosa y otra, a pesar de vivir juntas casi nunca se veían, y los días que no trabajaba o se iba a echar horas o se la pasaba durmiendo porque estaba muy cansada.

La rubia dejó el bolso junto con las llaves en la mesa de café, y con cuidado se sentó al lado de su novia que la miraba indiferente. Posó su brazo en la estrecha cintura de la contraria y la atrajo hacía ella, y aunque no opuso resistencia alguna si pudo ver un atisbo de mueca en su rostro. Se detuvo un momento a brindarle suaves caricias sabiendo que esto la relajaria y haría que su enfado disminuyese considerablemente.

-Diana...-Le advirtió.

-Se que estás enfadada-Murmuró-Te he descuidado demasiado.

Apartó el flequillo de su frente para dejarle un sonoro beso en ella, Akko hacía que sacase dentro de ella una personalidad que ni siquiera sabía que existía, y esa parte de ella le gritaba que le dijese cuanto la quería y la adora.

-No te estoy pidiendo perdón, te estoy diciendo que no se va a repetir.

-¿No?

-No-Suspiró-Hay más médicos cualificados que pueden sustituirme, y aunque no te prometo que sea siempre, si te puedo decir que no te voy a volver a dejar tirada.

-La anterior promesa la rompiste-Le recordó.

-Pero esta no la romperé.

La miró con pura adoración en sus ojos, lo que hizo que la fuerza de Akko flaqueara al instante. Diana si que sabía como hacer que cambiase de opinión con facilidad.

-Te doy una oportunidad más-Aceptó.

-No te harán falta más.

Akko escondió su cabeza en el cuello de Diana, aspirando su olor a fresas, le encantaba el aroma que desprendía la rubia, la llenaba de una tranquilidad inefable. Por otra parte, Diana bajó las manos que estaban en su espalda para colocarlas disimuladamente en los muslos de Akko, quién sintió un escalofrío ante el contacto cálido de sus manos.

-¿Tienes mucho sueño?-Le preguntó con segundas intenciones.

-Si es lo que estás pensando-Respondió-Estás castigada.

-¿Castigada?-Preguntó incrédula.

-Castigada, y además es muy tarde para hacer lo que estás pensando.

Decidió cambiar las tornas del juego.

-¿Y en que estoy pensando?

-Quizás...-Se detuvo y se acercó a su oído-En tus manos recorriendo mi cuerpo desnudo, haciéndome suspirar ante cualquier provocación, tus labios rozando mi cuello y tu respiración agitada a mi par.

Diana casi se pone a gemir ante las palabras de Akko.

-Quizás tengas razón.

Akko empezó a dejar pequeños besos en el cuello de Diana, haciendo que esta apretase sus muslos con fuerza. Casi parecía un castigo más para ella que para la rubia. Con sus manos acarició por encima los pechos de su novia, y se centró en dejar besos en la clavícula que tan sexy le parecía.

-Pero que pena-Dijo con malicia-Parece que esta noche no va a poder ser.

Así, sin más. La japonesa se levantó del sofá en camino al cuarto, dejando atrás a una confundida y frustrada Diana que había empezado a sentir el calor invadiendo su cuerpo.

-¡Akko!

Diakko one-shots💫Where stories live. Discover now