Capítulo - 14

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Debía pensar en algo, todo se estaba yendo fuera de mis manos, y no quería pensar que alguien más alga herido. Hace mucho tiempo no me sentía tan felíz de estar de nuevo….con mi familia. No voy a irme de nuevo.

Una vez llegamos a la torre, Tony se fue junto con los demás a quién sabe dónde mientras que yo me fuí a la habitación de Steve a descansar. Él parecía preocupado por mí, así que me guío y me prestó ropa para estar más cómoda.

Ambos nos recostamos en la cama y pegamos nuestras frentes, ninguno de los dos estábamos de un ánimo muy bueno que digamos.

— lo bueno es que ahora tiene menos soldados, y es muy seguro que Tony logré sacarles su localización — sonrió acariciando mi cabello.

— ya lo sé, pero el seguro debe tener más aún, y me supongo que ninguno de esos soldados debe saber su localización real — suspiré con molestia.

— alguien debe tenerla, es muy seguro, en alguien tiene que confiar — afirmó.

— es muy posible, peor la gran mayoría de los que están con el se encuentran hipnotizados, no ví a nadie conciente—

— yo si, pero no le presté atención hasta ahora, huyó mientras capturabamos a los soldados, fue solo un segundo pero logré escucharlo hablar — frunció el ceño.

— ¿Que dijo? — pregunté emocionada, tenía un blanco.

— "El canario azúl nos observa, no debíamos fallar en la misión" — citó — no logré oír nada más, parecían asustados, en un principio creí que todos los soldados hipnotizados podían hablar — confesó.

— no lo hacen, ellos estaban allí para liderar, aún así, no sé cuál era su misión — bufé con molestia — no se que es lo que busca — enterré mi rostro en su cuello y lo mordí.

— ¡¿Que haces?! — preguntó desconcertado.

— ¿Que? ¿Estás ciego?, Te estoy mordiendo — aclare con obviedad.

— ya lo sé , ¿Pero porqué? — preguntó.

Me separé para ver su rostro y me sorprendí, la mayor parte de su rostro y cuello estaban colorados, no pude evitar sonreír acusadoramente.

— ¿Te intimidas con sólo eso? — pregunté bromista.

— ¡N-No! — negó con la cabeza.

— ¡Si! — asentí repetitivamente con una sonrisa.

— he dicho que no — bufo mientras miraba hacia otro lado buscando calmarse.

— oh, entonces no te molestaras si solo dejo unos cuantos besos — sonreí.

— para nada — sonrió coqueto mientras se aproximaba a besar mis labios.

— yo nunca he dicho dónde — sonreí más al ver su expresión, parecía alarmado.

Con rapidez me senté a horcajadas sobre el, antes de que pudiera hacer algo escondí mi rostro en su cuello y comencé a dejar besos desde su cuello hasta su pecho, frene sobre su musculosa y volví el recorrido hasta su mentón y luego sus labios.

El beso fué largo y apasionado, aunque Steve siempre era el más dulce de los dos fue sorprenderte sentir sus manos colarse en la camisa y acariciar mi abdomen.

En un segundo ya se encontraba sentado conmigo sobre sus piernas, con sus manos en mis caderas me apretó más hacia él mientras continuaba besándome. Gracias a la linda falta de aire nos separamos y fue inevitable no ver sus hermosos ojos y no sonreír.

— ¿Que hombre más hermoso me tocó? — sonreí con mi labio inferior entre mis dientes.

Su mano derecha fue desde mi cadera hasta mi nuca acariciando mi espalda en el proceso. Con fuerza volvió a unir nuestros labios en un beso incluso más apasionado.

(…)

Luego de tomarme una larga ducha, regresé a la cama encontrándome a Steve recostado boca abajo dejando ver su sexi trasero.

— wow, ese sí es el trasero de América — de manera atrevida apreté una de sus nalgas y observé cómo se giraba con rapidez totalmente incómodo y avergonzado.

— ¿Que crees que estás haciendo? — preguntó sorprendido.

— ay, como si tú no me hubieras tocado de esa manera hace un rato — lo miré de manera acusadora mientras se sonrojaba.

— para tú información, si tengo el trasero de América — sonrió intentando no avergonzarse.

— ni lo dudes — le robe un beso rápido y me metí entré las sábanas.

(…)

Desperté con un Steve abrazado a mí con su cabeza sobre mi pecho, parecía bastante a gusto a decir verdad. Con cariño acaricié los mechones de su rubio cabello, poco a poco fue abriendo los ojos y me sonrió.

— hora de levantarse, Steve — bese su frente y me levanté de la cama — voy a ver qué noticias tienes Stark, cualquier cosa ven a verme  allí — grité desde el baño, una vez me terminé de cepillar los dientes, me coloqué unos shorts debajo de la remera de Steve y salí en busca de Tony.

(…)

— Buenos días, compañeros — sonreí mientras me sentaba en la mesa de juntas, todos se veían cansados.

— pasaste linda noche, ¿verdad? — preguntó Nat con una pequeña sonrisa, quería avergonzarme.

— no tenías pintas de salir con soldados, niña — se burló Pietro.

— pase una noche increíble, Natasha, te recomiendo pasar una así pronto, parece que te hace falta — le giñe el ojo mientras me giraba hacía Pietro — hace bastante no te veía, se te ve igual de idiota que hace años, y no me gustan los soldados, me gusta uno en particular — me encogí de hombros.

— la verdad, no estoy preparando para escuchar como mi hija y mi amigo tienen relaciones — exclamó Stark con molestia mientras veía quién sabe que en un holograma.

— en ningún momento he dicho algo como eso — bufé, mientras me acercaba a Stark — ¿Hay noticias nuevas? — pregunté más sería.

— algo así, Steve me dijo que cree que hay personas que trabajan para Isack, pero no están hipnotizadas, encontré algunos perfiles de ex-trabajadores de HYDRA — señalo unas imágenes en el holograma, eran dos hombres de quizás 35 años aproximadamente, uno era pelirrojo de ojos oscuros mientras que el otro era un castaño de piel bastante pálida y ojos marrones.

— pude que logré encontrarlos — me acerque a una de las plantas en una ventana y tome la maseta, la deje en la mesa y la observé con atención.

— ¿Que se supone que estás haciendo con la maseta? — preguntó apareciendo a mi lado.

— Hola, supongo que pueden decirme dónde está o si los vieron — sonreí ante las atentas miradas de los tres, la planta floreció dejando ver una hermosa flor roja.

— Hola Madre, ellos están en Alemania, en las afueras de un pequeño pueblo en el norte, lejos de las personas  escondidos entre las montañas, mis hermanas están siendo cuidadosas — informó

— Gracias, pásame un vaso de agua — pedí extendiendo la mano hacia Pietro, en menos de unos segundos lo tenía en mi mano, verti algo de agua en la maseta y la volví a dejar dónde estaba — dicen que están en Alemania, a las afueras de un pueblo pequeño, escondidos entre las montañas — repetí.

— bien, hare un plan, está vez no se escapa, te lo aseguro — despeinó mi cabello y casi salió corriendo de la habitación tras darle una mirada a la maseta.

— No sé si pensar que eres genial o una loca — confesó para luego salir de la habitación junto con Natasha.

Me encogí de hombros y salí de la Habitación encontrándome con Steve, con rapidez crucé mis brazos en su cuello y le dí un beso.

— estamos cerca — lo miré directo a los ojos.

— así parece — apoyó su frente contra la mía y me miró preocupado — no hagas una locura — pidió.

— nunca — mentí.

Ya No Soy Una NiñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora