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Tin recostó a Can en la cama de la habitación principal, quitándole las prendas que tenía puestas, empezando por la camiseta hasta los pantalones, dejándolo en ropa interior.

Can se sonrojó aún más cuando noto la mirada de Tin recorriendo todo su cuerpo.

—Ah, Tin —jadeo Can, entre excitado y un quejido.

Tin sonrió y volvió a besar los labios de Can. Habría que mencionar el gran autocontrol del Alfa, ya que si por él fuera, habría tomado a Can desde que llegó en todas y cada una de las habitaciones.

Can estaba asustado y a la vez excitado, su lobo omega estaba haciendo cosas muy raras dentro de él, a veces saltaba de felicidad, a veces gritaba asustado, a veces lloriqueaba desesperado.

Tin provocó al omega durante un tiempo, dejando besos en sus labios y cuello, mordiendo y lamiendo los botones rosados del menor y acariciando su pequeña cintura.

Can sentía como su entrada se dilataba aún más, los calores se hacían más intensos y su aroma se intensificó, haciendo que Tin soltara un gruñido.

—No podré controlarme Cantaloupe —dijo el castaño con una voz grave, haciendo que Can soltara un gemido quedo.

Imbécil, deja de usar ese nombre —soltó un jadeo—. Házlo ya Tin, haz que se calme —lloriqueo.

Tin sonrió y atendiendo las ordenes del menor, se desvistió y quitó la única prenda que tenía el menor.

Tomó la cintura de Can y lo volteó, haciendo que el omega pusiera sus piernas y brazos sobre la cama, ésto para que fuera lo menos doloroso pero más placentero para él.
Posó su falo en la entrada del menor y sin previa preparación y aviso, entró de una sola estocada en el menor.

Can apretó las sabanas con fuerza mientras soltaba un gemido alto, le dolía pero era un dolor que le excitaba.

"Uh, al parecer alguien es masoquista"

"Cállate"

Tin empezó a moverse lentamente dentro de Can, esperando a que el menor se acostumbrara al tamaño.

Para el menor, los calores se hacían cada vez más fuertes y ahora sentía que su cuerpo ardía.

Después de unos minutos, el más bajo empezó a quejarse, moviéndose para sentir más a Tin.

—Por favor, házlo —soltó entre lloriqueos.

Tin empezó aumentar la velocidad, dando estocadas más fuertes y más rápidas, logrando que el omega dejara caer su cara contra las almohadas, mientras gritaba de placer.

En esas cuatro paredes solo se escuchaban los sonidos obscenos, los gemidos del omega y los gruñidos bajos del alfa.

El mayor tomó el falo del pelinegro y empezó a masturbarlo con forme a las estocadas. Can sintió una excitante corriente por toda su columna y se corrió, manchando las sábanas blancas. Ante esto, su cavidad anal apretó el miembro del mayor quién soltó otro gruñido.

Tin dejo salir sus colmillos y se acercó al espacio que había entre el hombro y cuello del menor, lamiendo la zona y rozando sus dientes contra ésta.

"Házlo, márcalo"

"Necesito saber si él está de acuerdo"

Nytelse || TinCanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora