Te aferraste con fuerza a lo primero que pudiste, pasando aire por tus pulmones de manera desesperada. Observaste tus alrededores mostrándote espantada. No otra vez, por favor. Te incorporaste en tu lugar haciendo que el suelo de madera crujiera, dando un paso tembloroso hacia adelante y notando como tu pie era humedecido por la sangre coagulada. Se sentía espantoso. Horrendo. A tu nariz llegaba el olor repudiado de la sangre y te forzaba a cubrir tu boca para no terminar vomitando ahí mismo.
Diste otro paso. Más sangre en tus pies. Contuviste aire por un momento, preparándote para seguir andando por el pasillo oscuro que se alzaba por delante de ti. Provocando un permanente zumbido que erizaba la piel de tu cuerpo. Continuaste caminando luego de algunos segundos; ignoraste con toda tu determinación los murmullos y sonidos tenebrosos que pasaban a tu alrededor. A medida que caminabas una pequeñísima parte del pasillo se iluminaba pobremente. Tu corazón se estrujo cuando llegaste al final, causándote una sensación realmente dolorosa. Gemiste sujetando parte tu ropa sobre tu pecho.
El pasillo ahora se abría a los lados y a la vez a ninguno. Miraste por un momento a tus espaldas y solo te encontraste con una profunda penumbra, luego volvías a mirar al frente. Ahora estabas frente a una inmensa puerta de madera. La reconocías perfectamente por el tallado del Kamon Shimada; los dragones. Detrás de esa puerta se encontraba el gran salón. Dudaste en abrirla mientras dejabas tus manos suspendidas en el aire tenso, a pocos metros de la madera oscura. Pensaste en irte y dar la vuelta, pero la sensación sofocante sobre ti termino provocando que hicieras el esfuerzo de empezar a empujar. La madera crujió de manera prolongada hasta que te detuviste, viendo como ahora se encontraba hecho el espacio suficiente como para que entraras. Miraste hacia atrás una vez más y percibiendo que entre la oscuridad varias figuras se translucían, tu cuerpo tembló. Reconociste la figura de una y presionaste tu mandíbula. Apartaste la mirada terminando por entrar al gran salón.
El zumbido que creaba el ambiente ceso, ahora solo estaba lúgubre silencio. Respiraste hondo estando de espaldas, apoyando tu frente aun contra la puerta de madera en busca de no ver lo que habría delante de tus ojos. ¿Pero qué hacías con eso? Solo atrasabas lo inevitable; sabías perfectamente como terminaba esto después de todo. Estando tantos días, meses, pasando por lo mismo, repetirlo otra vez ya no debería significar nada ni crear nada en ti. Presionaste tus puños con fuerza girándote de frente.
Oh. Por supuesto que nada de eso era cierto.
Tu cuerpo comenzó a temblar sin control cuando al mirar al frente te encontraste la imagen de enormes figuras ennegrecidas a los costados del gran salón. Sus figuras parecían estar compuestas de sombras y sus ojos enormes y rojos carmín te miraban de manera fija. Escudriñando en tu ser hasta el fondo y causarte pavor. Diste un paso al frente y no te extraño nada la sensación de estar pisando sangre derramada, miraste hacia abajo para seguir desde tu lugar a donde iba el rastro, más la oscuridad que permanecía ahí te impedía ver cinco pasos adelante. No verías más ahí a no ser que caminaras. Estabas forzada a hacerlo.
Otro paso causo el crujir de la madera. Y otro más hizo que la habitación se rodeara de un molesto ruido, como el choque de materiales metálicos con fuerza entre sí. Seguiste dando pasos hasta llegar al comienzo de la penumbra. Una helada brisa paso de golpe elevando el polvo que se encontraba en el lugar y sacudiendo tu cabello hasta que se deshizo la cola que lo mantenía en su lugar. Escuchaste algo rompiéndose a tu lado y seguidamente algo salió disparado cerca de tu cuerpo, terminando por clavarse en el suelo; buscaste hasta encontrar lo que sea que hubiera sido eso. Tu rostro decayó al reconocer el objeto como la empuñadura rota de una espada; la espada de Genji. Te agachaste hasta tomarla y volver a erguirte, pronto el sonido de los choques metálicos se detuvo y el lugar se ilumino de golpe causándote una ceguera momentánea.
Cuando pudiste volver a mirar deseaste no hacerlo.
Tu estomago se estrujo y revolvió de golpe de manera horrenda, provocando que terminaras cubriendo tu boca; cosa que no sirvió para nada. Ya que terminaste arrodillarte para vomitar, haciendo que el mismo se revolviera con uno de los grandes charcos de sangre que se expandían por el lugar.
Gritaste con fuerza, desgarrándote de a poco la garganta mientras gateabas hasta el centro del lugar; manchándote la ropa por la sangre ajena y extendiendo tus manos temblorosas al suelo hacia un bulto que reposaba ahí. Tosiste ahogante entre tus lágrimas. Y ni siquiera pudiste tomarlo. Temblabas demasiado y temías que se deslizara hasta caer al suelo nuevamente. Cubriste tu rostro sollozando con fuerza por varios minutos hasta que escuchaste el rechinido de las tablas junto a ti.
Ni siquiera pudiste ver de quien se trababa con claridad, solo el brillo de la hoja de una espada pasando por tu cuello y clavándose dolorosamente en tu pecho para luego bajar de golpe. Provocando que la sangre e intestinos empezaran a brotar hasta derramarse sobre el suelo.
Presionaste con fuerza lo que sea que estuviera en tu mano ahora, abriendo tus ojos llorosos y teniendo la necesidad de respirar a jadeos sumamente forzados. Parpadeaste varias veces mientras las lágrimas caían por tu rostro, cubriendo tu boca y apartándola al darte cuenta de la sangre que manchaba la punta de tus dedos, por debajo de las uñas. Buscaste la presencia de Genji en el lugar pero solo encontraste el lado donde dormía vacío. Con el corazón palpitando en tus oídos te levantaste de la cama, dando pasos hasta llegar a un espejo que se encontraba en la habitación donde se alojaban.
Deslizaste tus dedos por tu cello detallando las marcas de rasguños en él, notando como descendían hasta por debajo de la camisa. Tomaste los dobles de tu camisa y comenzaste a subirla para dejar ver las mismas marcas en tu vientre y pecho, con la diferencia de que estas eran más profundas, dejando marcas de sangre seca en ti. Terminaste por sacar completa la camisa y volteando para ver tu espalda. Tu desesperación salió a flote al ver la piel de la misma manera, raspada e irritada.
Terminaste dejándote caer al suelo de a poco, recostando tu rostro contra la superficie fría del espejo. Ignorando completamente el hecho de que la puerta se hubiera abierto dejando entrar la imagen de Genji, quien dio algunos pasos dentro de la habitación antes de divisar tu imagen y lo que tenías en la espalda.
Acercándose de inmediato hablo de manera rápida, preguntando y no obteniendo respuesta. Su garganta se contrajo mirando el reflejo de tu rostro palidecido; con los labios tan agrietados como los suyos y con unas ojeras difíciles de ignorar. Sus brazos cubrieron tu torso desnudo, mantuviste un rostro perdido en tu propio reflejo aun cuando unas lágrimas ajenas cayeron sobre tu piel. Escuchándolo hablar entre sus sollozos.
– ¿Por qué ha de pasarte esto a ti?

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Ojos Pardos
FanficSus ojos te atraparon de inmediato mientras, al mantener sus miradas conectadas, ambos caían al vacío; perdidos en los ojos del otro mientras el mundo parecía querer derrumbarse en cada ocasión sobre ustedes para aplastarlos. Genji x Reader.