~VII~

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Después de andar por un buen rato siguiendo las indicaciones que le le habían proporcionado, el príncipe finalmente llegó a su destino, la impetuosa cueva que le daría entrada al inframundo se alzaba frente a sus ojos

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Después de andar por un buen rato siguiendo las indicaciones que le le habían proporcionado, el príncipe finalmente llegó a su destino, la impetuosa cueva que le daría entrada al inframundo se alzaba frente a sus ojos. Estaba tan exhausto, inclusive algo mareado así que decidió sentarse un poco  contra un junco a pensar en un plan para lograr cumplir su cometido sin problemas.

Tenía dos principales obstáculos: Cerbero, el monstruoso perro de tres cabezas que custodiaba la entrada al Hades; y Caronte, el barquero infernal que debería llevarlo por al otro lado del Río Arqueronte. Necesitaba alguna distracción para poder pasar a Cerbero, claramente no podía contar con enfrentarse a él debido a que el perro le ganaba por mucho en tamaño y lo devoraría de un solo bocado. Luego de pensarlo un rato llegó a la conclusión de que podría domarlo un poco si llevaba algo así como unos pasteles para ofrecerle.

También tuvo que pensar en que si quería que Caronte accediera a llevarlo en su barca tendría que pagarle con unos óbolos de oro, como los que les ponían a los cadáveres en las ceremonias fúnebres. Ya lo tenía todo planeado, ahora debía averiguar cómo conseguiría esos objetos. Pero de repente sintió un bulto en su espalda, extrañado se movió de su lugar y se sorprendió de ver una bolsa, como si hubiera salido de las raíces del árbol. Tal y como si le hubieran leído la mente abrió la bolsa y encontró dos óbolos de oro y varios pasteles de miel, los cuales al olerlos reconoció el olor del somnífero que lo había hecho caer dormido en el monte. No sabía que ser o deidad lo estaba ayudando pero lo agradeció encarecidamente, ahora si había llegado el momento de adentarse a la oscuridad de la cueva.

Se le dificultaba mucho saber por donde iba, apenas pudo notar unas escaleras que iban en descenso pero llegó un punto muy adentrado en las profundidades del lugar donde los escalones cesaron y solo quedaba un vacío. El peli verde noto esto cuando trató de bajar al siguiente escalón pero por poco pierde el equilibrio. Quedó pálido del susto pero no había de otra, la única manera de llegar era aventándose al vacío.

Sin pensarlo más pensó en su amado para darse ánimos y se dejó caer cerrando sus ojos con fuerza. La caída de varios metros lo hizo sentir un profundo vacío en su estómago pero a sus pies una tenue luz se hacía más grande. Ya estaba a punto de tocar tierra pero por la velocidad que iba lo más probable era que muriera. Para su fortuna una gran corriente de aire se hizo presente para amortiguar su aterrizaje sin que se hiciera daño. Izuku suspiró con alivio de seguir en una sola pieza, pero no tenía tiempo que perder debía seguir con su camino.

El inframundo era aún más sombrío y tenebroso de lo que se imaginaba, el frío de la muerte lo calaba hasta los huesos y la neblina dificultaba parcialmente su vista. Comenzó a ver seres errantes pasar por su alrededor. Tenían forma humana pero parecía que levitaban para movilizarse, tenían un color blanquecino y avanzaban de manera parsimoniosa. Tenían que ser las ánimas de quienes habían abandonado la vida mortal para venir a parar al Hades. El pecoso comenzó a seguirlas para poder orientarse mejor sin dejar de observar que había de todo tipo de personas en ese lugar. Jóvenes, ancianos, guerreros, doncellas y hasta infantes, la muerte no discernía a nadie.

~Más allá de la inmortalidad~ (Tododeku)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang