Prologo

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    Su secretaria solía entrar sin aviso alguno, una mujer sin educación, pero con un conocimiento empírico sobre como moverse en este declive social. Masticando un chicle que perdió el sabor hace horas se dirigía lentamente al escritorio de John, observando las paredes blancas y minimalistas. Sofia era una chica alta, media alrededor de 1.75 pero eso era nada comparada con John, un gigante moderno que medía 2.30 Sofia se sentía atraída por John, su cara de austeridad, su rechazo a sus pompas mujeriles. Al verle su pecho sentía una extraña presión Sofia desconocía si el sentimiento era deseo desmedido o simplemente amor. Se acercaba lentamente a donde se encontraba sentado John que estaba leyendo una pila de documentos en su escritorio. Caminaba lento y de una forma seductora acercándose al oído de John, esta la miro de reojo - ¿Qué quieres? – ella sonreía pícaramente mientras le decía -Quiero que me poseas- John simplemente sonría desganado, mientras esta mujer daba una voltereta como bailarina de ballet y agacharse sutilmente para enseñarle a John que no llevaba ropa interior. Sofia posa sus manos en la entre pierna de John mientras el observaba el horizonte. La mujer jugueteaba con la virilidad de John, en plena felación John siente que el dispositivo móvil comienza a vibrar, lo toma con su mano derecha mientras con la izquierda acaricia el cabello de Sofia, al ver que la llamada entrante pertenecía a Vanessa, esto se marcaba en la pantalla, el desliza el dedo para finalizar la llamada, entre cada succión que realizaba Sofia, él no podía dejar de pensar en la lujuria de esta mujer, se preguntó ¿Dónde conoció a Sofia? En un viejo burdel, sus ojos verdes sin brillo y sus labios resecos eran atractivos para todo hombre en la ciudad, pero John podía observar la verdadera naturaleza de Sofia una mujer que se ha viciado, que simplemente anhela el placer carnal por carencia de un desarrollo personal, entre cada succión de su boca podía sentir como le arrebataba el alma, como sus pecados se traspasaban de su boca a su miembro, sentía nauseas al pensar esto así que empujo a Sofia contra el escritorio y la miro asqueado – no se quien me enferma más, tu... o ella – con sus dedos hizo señales para que se retirara, respiro hondo y comenzó a observar desde la ventana de su oficina, lo que el denominaba su reino.

Alii se encontraba contemplando su estulticia el primogénito de los Gastataba; ante él se encontraba cientos de trabajadores que, sin recibir algún tipo de notificación, ignorantes de lo que sucedía en la administración de esta industria, sabían perfectamente que industrias Gastataba estaba al borde de la quiebra y producía como cualquier otra empresa la perdida en un país donde el gobierno coaccionaba la industria y la explotación de innovación en el capitalismo, claro, toda cruzada socialista está en contra del desarrollo del individuo, oportunidades. Ese era el trabajo de este gobierno.

El joven Gastataba tenía fe ciega en que sus minas serian suficiente para adquirir el capital que permitiera que industrias Gastataba se mantuviera a flote con planes de expansión cuales eran limitados debido a la reforma agraria que había impuesto el gobierno, el veía con la inocencia y codicia que un niño observando la vitrina de una dulcería donde quiere poseer todo tipo de producto derivado del azúcar, que sus pequeñas manos acaricien todo aquello que no pueden tener. De esta forma el primogénito observaba un mapa regional de Bolívar.

Su oficina solo tenía un escritorio de caoba que pertenecía a un hombre que tuvo que vender hasta el último inmueble para irse de esta pesadilla que había ocasionado el socialismo, deshacerse de todo, de un escritorio que sostuvo papeles con números que ninguna cuenta bancaria común había contemplado, un escritorio donde John Gastataba se sentía dueño del mundo. Un computador de última generación con el cual sacaba cuentas, cuando no se encontraba evaluando algún tipo de costo de oportunidad; se concentraba en jugar algún video juego de última generación cual permitía crear ciertas disyuntivas con el desarrollo de su personaje en un mundo utópico para este joven -la quiebra- cualquier cosa para liberar la mente de tal pensamiento, un joven emprendedor no debe ser devorado o presa del pánico momentáneo. Ni siquiera el placer carnal era suficiente para sacar este continuo pensamiento de su mente, nada en el mundo hacia menguar, no lo podía detener - ¡maldito gobierno! - grito John mientras arrojaba los papeles al piso, observando los balances. Salió huyendo de su oficina, de su fábrica, escapando de allí, escapando de todo lo que le hiciera daño... En el fondo solo quería huir del país.

Memento Mori.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora