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Un suspiro largo y enamoradizo se escapó de los labios del pelinegro.

Joder, ¿por qué era tan hermoso?.

En una esquina del aula se encontraba un pelirrojo de mejillas y labios abultados observando por la ventana con completo desinterés a la clase de matemáticas.
Park JiMin, el chico más guapo con el que sus ojos  se habían topado en sus cortos 18 años de vida.

-- Jungkook. -- Escuchó un susurro a su lado, y soltando un suspiro decepcionado por tener que despegar sus ojos de su chico, giró su rostro hasta poder divisar al de cabellos azulados. -- Deja de mirar a Park, si llega a pillarte te arrancará los ojos con sus propias manos.

¿Olvidó mencionar que su chico era el brabucón del instituto?.

Bueno, JiMin era ese tipo de chico. No se dejaba intimidar por nadie, no dejaba que nadie se acercara o se sentara a su lado, no toleraba que lo miraran. Era un hijo de puta.

Pero un hijo de puta que a Jeon le encantaría tener en su cama.

A pesar de la personalidad de mierda que el pelirrojo se cargaba, tenía un cuerpo esculpido por los dioses, uno que ha sido envidiado y deseado por muchos. ¿Quién en su sano juicio sería capaz de rechazar a Park JiMin para una noche de sexo?.

Pero, a pesar de aquellas hormonas que JungKook mantenía muy activas por cada vez que Park pasaba su lengua lentamente sobre sus labios, tenía la necesidad de acercarse a aquel chico, de querer conocerlo y ser por lo menos su amigo. Le gustaría conocer lo que se esconde detrás de ese cascarón podrido que siempre trata de mostrar frente al mundo.

-- Creo que si me arranca los ojos con sus propias manos moriría feliz de saber que él los tiene. -- ¿Se le podría considerar como un obsesionado?, Llevaba tres años en las mismas condiciones desde que el pelirrojo ingresó al instituto.

No fue totalmente consciente de en qué momento se encontraba mirándolo nuevamente, queriendo detallar una vez más todos sus movimientos; sus suspiros agobiados y su ceño fruncido cada vez que el profesor lo amenazaba con sacarlo de la clase por no prestar atención. -- Es tan hermoso.

TaeHyung negó con la cabeza mirando a su enamorado amigo, estaba jodido. El día en el que Park JiMin le rompa la cara se burlará en la cara de Jeon por acosar tanto al pobre pelirrojo.

Finalmente la campana dio por finalizada la aburrida clase, y el pelirrojo no tardó ni dos segundos en tomar su maleta y a pasos rápidos salir de aquellas asfixiantes cuatro paredes de ladrillo. Nadie se cruzó en su camino, como todos los días. Y eso le causaba un gran alivio, tener que luchar con acosadores hormonales todos los días le había agotado la paciencia hace muchos años.
JiMin era consciente de su belleza, de su cuerpo de infarto y de sus labios abultados y provocativos, pero joder. Que te miren hasta quemarte la nuca era repugnante.

Por eso mismo decidió poner barreras de hierro, oro y de cristal para todo el mundo. No quería a nadie cerca de él, todos venían con las mismas intenciones de solo querer arrastrarlo a una cama, y no le agradaba ni un poco.  Claramente se daba la oportunidad de tener sexo con alguien de vez en cuando, pero no era un necesitado que aprovechaba su cuerpo para obtener solamente horas de placer.

Arrastrando los pies, llegó hasta su casillero y lo abrió con desgano guardando sus libros y sacando los de la siguiente clase.

Odiaba la escuela.

Simplemente no quería estudiar, no quería ser alguien exitoso o tener una carrera profesional. Sólo quería terminar la secundaria, conseguir algún trabajo para mantenerse y dedicarse a cuidar a su perrita. Ese era su único plan de vida.

Frío. [KookMin]Where stories live. Discover now