Capítulo #13: Toda historia tiene, al menos, dos versiones

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Bajar la guardia por la costumbre realmente es peligroso. Esto no habría pasado hace un año. No es que desee regresar el tiempo a ese entonces, eso sería un acto de masoquismo al que jamás se lanzaría, pero sí que desea haber tenido de vuelta la parte de él que estaba más pendiente de estos detalles antes de que ocurriera esto.

Suga acaba de darle un codazo al costado con una sonrisa ladina de las que no quiere dirigidas a él. Esa simple acción hace que sus engranajes oxidados por fin se muevan y, demonios, ¿en qué se ha metido?

¿Oh? ¿Esto es lo que creo?

No puede verle más la cara, tampoco se le antoja que note cuánto se enrojecerá la suya en los próximos segundos. Voltea al lado opuesto; es mejor que Daichi sea el que lo atrape en ese estado, por raro que a él mismo le suene.

—¿Qué es? —Estira el brazo en dirección a su novio. El pedido es claro: déjame leerlo también.

Ya ha recordado la regla principal que, como intento de autor, seguía hasta hace algo más de doce meses. Debería evitar que alguien más lo descubriera, pero sabe que es imposible detener lo que sea que estos dos tramen, sobre todo si se trata de destaparle un secreto. Por lo tanto, se resigna a esperar una reacción similar.

Tiene que ser lo que creemos. —Daichi arquea una ceja. Su sonrisa no es tan pícara como la de Suga, pero tiene su misma esencia inquietante—. ¿Por qué otro motivo escribiría esto?

Bien, ahora no quiere —ni tiene la fuerza para— verle la cara a ninguno de los dos. Entrecierra los ojos a la vez que le quita su cuaderno tan rápido y cuidadosamente —no desea rasgar sus páginas— como puede. Le parece escuchar un amago de risa que prefiere ignorar para releer su propia letra; debe comprobar qué tan profundo es el pozo al que acaba de caer.

«Hojas naranjas.
El frío no cuela,
corren latidos».

Vale, pudo ser peor, pero eso es más que suficiente para alimentar a un par que ha estado acechando por alguna novedad en el tema por meses.

—¿Cuánto tiempo teníamos sin ver nada romántico de tu parte? —Suga suena tan satisfecho.

—Tomando en cuenta que nunca nos deja leer lo poco que intenta escribir de romance, creo que esta puede considerarse la primera vez que sucede voluntariamente.

—No es voluntario si es accidental —murmura—. Ni crean que olvidé mi código.

—¿Seguro? No es como si haya muchas líneas más que leer ahí como para que creyeras que no nos íbamos a fijar en ese haiku.

—Creo que lo correcto es que digas que acabas de recordar tu código de prohibido mostrarles a Suga y a Daichi lo que escriba sobre el amor. —Logra ver por el rabillo del ojo cómo Suga imita comillas con sus dedos.

Podrá estar en lo correcto, mas no le dará la victoria completa de admitírselo. Suficiente martirio le queda por delante por este descuido como para sumarle otro de a gratis.

Podría decirles que se lo han asignado en clase o que le ha provocado experimentar con narradores que nada tienen que ver con él, pero una mentira que ni él mismo se creería no vale la pena. Su reacción lo ha delatado, además. Ha entrado a esa etapa en la que todo lo que diga será usado en su contra. Es hora de ser cauteloso.

—Asahi, ignorarnos no nos hará desaparecer. Responde.

—¿Ah? —Levanta la mirada por el tono demandante de Daichi.

—Te preguntábamos cuántos más has escrito y desde cuándo.

—Ah... —Los nervios de ser el foco de atención indeseada apenas le permiten hacer cálculos, no le hagan esto—. Saben que me cuesta, no he contado porque no salen bien.

No es lo que esperasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt