Capítulo 41 :3

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Su agarre sobre el cinturón de seguridad se aflojó y dobló sus manos

cuidadosamente sobre su regazo. Mientras miraba abajo hacia ellos, me recordaba

mucho a una niña, vulnerable, asustada y débil.

Me miró con ojos muertos.

―Estaba ahí, hace siete años, cuando tu padre murió.

Sus palabras no tenían sentido. Negué para aclarar mis pensamientos.

―No estoy seguro de qué estás intentando decirme.

Exhaló.

―Tu padre murió delante de mí.

―Pero murió en un accidente de coche... ―Mi voz se apagó mientras la ansiedad

de ________ por los coches empezó a tener sentido.

―Sí, murió en un accidente de coche en el pueblo. Acababa de salir del

supermercado. Tenía ese helado de chocolate negro con el que estabas

obsesionado. Estaba planeando sorprenderte porque lo habías hecho muy bien en

tu examen de inglés. ―Hizo una pausa, respirando profundamente―. Llegó al

coche y se metió dentro. Estaba ahí de pie mirándole, porque mamá había ido a la

oficina de correos y estaba esperándole. Tan pronto como él arrancó, el otro coche

le golpeó.

Mierda.

________ había tenido que pasar por algo tan traumático por su cuenta y fui el idiota

que la alejó. Estuve consumido por mi propio dolor, tan sólo pensando en mí

mismo que nunca pensé en ella. Sólo había querido evitarla, para no tener que

hablar sobre mis sentimientos, sin saber por lo que ella estaba pasando.

Había perdido a mi padre, pero ella vio cómo pasaba.

―¿Cómo es que nunca me lo dijiste? ¿O a mamá?

―Nunca me diste una oportunidad, Frank. No hablaste conmigo durante semanas.

Cuando esas semanas se volvieron en meses, mi madre me dijo que siguiera

adelante. Así lo hice. Nunca le dijimos a tu madre porque ya estaba pasando por

mucho. Mamá no quiso sumarlo a eso. ―Me dio una sonrisa irónica―. Sabes,

todas las fotos que tenemos de tu padre están en el ático porque no podía pasar

frente a una sin tener un ataque de pánico. Caminé a la escuela durante meses

porque no podía meterme en un coche. Cada vez que lo hacía, pensaba en el

accidente y tenía un ataque de pánico. No mejoró hasta que empecé a ver a un

psicólogo, pero todavía odio meterme en los coches y nunca conduciré uno.

―Maldición, ________. Lo siento mucho. ―Alcanzándola, la tomé en brazos y la abracé

contra mi pecho.

Ella suspiró en mí, y levantó la cabeza para que pudiera ver esos brillantes ojos

azules suyos. Emociones diferentes se estaban reproduciendo alrededor de ellos

mientras hablaba.

R A R E (Frank Iero y tu) :3 TERMINADA.Where stories live. Discover now