Parte I. Alguien grita en la madrugada

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Siempre me ha aterrado, desde que tengo memoria, el escuchar por las noches los sonidos que vienen de fuera de mi habitación, desde la oscuridad...



Tenía unos seis o siete años, quizá. Dormía en la misma habitación pequeña junto con mi hermana, cuatro años mayor, y mi hermano, apenas un año menor. Le pedí a ella que me dejara dormir en su cama porque esa noche, particularmente, tenía mucho miedo antes de irme a acostar, aunque no recuerdo realmente el porqué. Había una litera en el otro extremo de la habitación, en la que mi hermano y yo dormíamos, cada quien en una cama: pero aquella vez no quise dormir solo por ningún motivo.

No recuerdo qué día o mes del año era.

Mucho después de que hube conciliado el sueño, ya entrada la madrugada, un sonido me despertó. Recuerdo que abrí los ojos y pude contemplar apenas el contorno de las figuras de los pocos muebles que había en nuestra habitación, esto por la luz de un foco el cual solíamos dejar prendido durante las noches y que pendía en la parte de afuera de la única ventana del cuarto, cuya cortina siempre permanecía cerrada al oscurecer.

Al principio ese ruido extraño era difuso, casi ininteligible para mis oídos infantiles: parecía un quejido agudo y distante. Provenía del corazón de la noche, desde afuera, de la oscuridad y, por su intensidad, supuse que venía de lejos..., aunque no lo suficiente; quizá desde alguna fría terraza o desde el patio de una casa vecina en la colonia o tal vez de algún rincón solitario de las calles circundantes.

Lentamente aquél sonido se tornó en una especie de lamento extraño, un llamado. Una súplica. Mis sentidos, aún obnubilados, no podían alcanzar a percibir correctamente de qué se trataba aquello en su totalidad hasta que, poco a poco pero también más rápido de lo que imaginaba, pasados los primeros instantes y segundos que se volvían minutos, mi oído se aclaró. El miedo en mí creció súbitamente cuando comprendí lo que era eso.

El terror que sentí me produjo un estado de alerta que me hizo captar con todavía mayor nitidez el orden y el significado de ese ruido proveniente de la oscuridad: era la voz de un niño, un pequeño, que gritaba lastimosamente a mitad de la madrugada "¡Ayúdame! ¡Ayúdame!".

Permanecí acostado, casi totalmente cubierto por las cobijas. Me daba miedo salir de la cama; escuchaba aquel grito que se repetía de vez en vez. ¿Era en verdad la voz de una persona, de un niño que llamaba desde ahí afuera? Sí. Lo seguía oyendo y el miedo me paralizó durante breves instantes en los que solo podía intentar deducir desde qué dirección provenía y a qué distancia estaba ubicado eso que gritaba aquella noche.

Sería una mentira decir que ese lamento infantil se acercaba más y más a la casa o a la habitación; más bien, conforme pasaban los aterradores y lentos segundos de esa noche macabra, aquel lamento se hacía cada vez más claro, esa voz me sonaba cada vez más humana. Intenté convencerme de que seguía soñando, con el afán de aliviarme un poco del temor que me invadía.

Pero, entonces, volteé a ver a mis hermanos y contemplé, con una mezcla de horror e incertidumbre, que ambos seguían dormidos en sus camas: mi hermana a solo unos centímetros de mí y mi hermano en la parte alta de la litera.

¿Cómo era posible que a ellos no los despertara ese sonido? ¿Acaso no podían oírlo? Intenté despertar a mi hermana, empujándola de los hombros, diciéndole "Oye, despierta, ¿no oyes eso?". Ella no me respondió, sólo siguió durmiendo. Volví a insistir, presa del temor que aumentaba porque el hecho de que ni ella ni mi hermano se despertaran lo cual me hacía sentir solo, aun pese a que ambos estuvieran en la misma habitación.

El lamento seguía oyéndose en el exterior, intenté aguzar mis sentidos y logré captar una cosa más en aquel extraño llanto. Cuando caí en cuenta de esto, otra ola de pánico se apoderó de mí y volvió a dejarme helado: ese raro y terrible quejido en realidad no se hallaba nada lejos de nuestra habitación. Provenía tal vez de una de las casas contiguas, solo que resonaba desde alguna de las azoteas de mis vecinos. No estaba a muchos metros de distancia.

"¡Ayúdame!", repetía aquella voz aguda, pueril.

Yo no sabía qué hacer. Volví a empujar a mi hermana para forzarla a despertar, pero ella no se movía ni respondía; traté entonces de llamar a mi hermano, al otro lado del cuarto y en el segundo nivel de la litera, mas él sólo se dio la vuelta y continuó durmiendo.

Con un intento más empujé a mi hermana, "Despierta... hay algo allá afuera..." Ella se despertó, finalmente y, con una voz molesta y confundida me preguntó: "¿Qué quieres?". "Hay algo allá afuera, ¿no oyes eso?", le dije. "¿Qué?, ¿qué cosa?", contestó.

"Eso..., ese sonido extraño", respondí, señalando hacia arriba, hacia el techo, apuntando con el dedo en la dirección de la que creí que provenía. "¿No escuchas? Es como la voz de un niño" insistí. "No escucho nada", respondió ella.

Ambos guardamos silencio por algunos instantes. Apenas y podía ver en su cara los ojos entrecerrados y una expresión de enojo, digna de cualquier adolescente a quien su hermanito despierta a mitad de la noche diciéndole que está oyendo cosas raras que vienen de afuera, desde la oscuridad de la noche.

Yo volví a escuchar el lamento: "¡Ayúdame!", proseguía aquella voz, tan clara para mí. Supuse que cuando mi hermana la captara también entraría en pánico o que se quedaría helada igual que yo hacía apenas un par de minutos. Ella alcanzó a oír algo y se quedó callada un poco más. "¿Ya lo escuchaste?", pregunté para confirmar. "Sí, ya lo oí". "¿Qué es eso? Suena como un niño..." le dije, pero ella no contestó nada.

"Ya duérmete, estás soñando cosas" repuso ella enseguida, un poco enojada. Su indiferencia y poca sorpresa me dejaron confundido. ¡¿Cómo era posible que ella solo eso me dijera después de haber oído aquel ruido?! Pero, después, la respuesta final que me dio me produjo un vacío en el estómago, parecido a la sensación que tuve cuando había oído por primera vez la palabra que aquella voz repetía...

Gritos en la madrugadaWhere stories live. Discover now