ⅶ; decisión

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Una luz invasiva como el mismísimo sol, cómo un farol dándole directo a las cansadas pupilas, un rayo mostrándose intocable a pasos de distancia, así cayeron las chispas resplandecientes de los poderes que envolvían a la mujer de hebras doradas detrás del vidrio, flotando en el espacio. Parpadeó, queriendo reconocerla pero, no tenía fuerzas, a los lejos los pasos de Nebula le hicieron mantenerse despierto.

Recogió paulatinamente aire en los pulmones, uno tan escaso que se convirtió en alarmante, Friday anunció las malas noticias horas atrás, a la par de la falta de alimentos, delirios, sí, eso había sido, delirios dónde imaginó estar con ellos otra vez, al borde del final. ¿Cuándo comenzó a perder la consciencia? no lo recuerda, aun así, los días pasados con la muchacha fueron entretenidos, una niña, eso veía en esa asesina en masa; una niña que sufrió el desprecio de su padre, y buscó mil maneras de sorprenderlo, un hecho que le caló los huesos, en ese recorrido sin timón creció una amistad honesta, se entendían y bastaba.

Observó planetas pasar, estrellas muriéndose, la inmensidad del espacio en su dimensión desconocida, logró apreciar a la tierra desde un ángulo que anteriormente no logró apreciar, el acercamiento había sido mágico, mágico, un disgusto lo sorprendió en el deleite, por suerte, se desvaneció cuándo Nebula se sentó a su lado, a la espera de un aterrizaje seguro.

—Sabía que estábamos destinados a algo más —comentó, abrazada a sus rodillas, recargando la nuca en el hombro de Tony, quién emitió un sonido en afirmación.

Bastó un breve recorrido para ser depositados por la persona misteriosa en el suelo del jardín, salió con dificultad, en un inicio con la colaboración de su nueva amiga, por así llamarlo, al sentir las fibras del césped debajo de los pies, respiro con necesidad, los brazos de la mujer fueron reemplazados por unos músculosos que lo hicieron parecer más pequeño que nunca.

—Tony, ¿Tony, estás bien? —los celestes orbes mostraban una preocupación indescifrable, también rastros de culpa: y no le importó, hizo una mueca, buscando separarse unos centímetros.

—Perdí al niño... —declaró en un hilo de voz, en esas palabras deposito un gramo de confianza; como si la guerra civil se hubiese esfumado momentáneamente de la mente.

—Lo perdimos, Tony —aclaró. Está matándolo ver a Stark tan vulnerable, ya no lleva la cuenta de las veces que le faltó, falló, la tristeza se apoderó visiblemente del símbolo de América.

Steve acortó distancia con la intención de tener una gota de privacidad, moría de ganas por abrazarlo, no obstante, el castaño huyó de inmediato al roce de sus manos.

—Tony, yo... —empezó, nerviosamente, ensayó tantas ocasiones y ahora, no encontraba palabras.

—¡Tony! —Virginia gritó, abrazando instantáneamente al millonario, y ajeno a la realidad: Tony creyó haber pasado por ésto antes, en el sueño que tuvo.

Lo que no sabia es que pronto presenciaría otros famosos dejavú inexplicables, como lo que resonó en su mente, sin explicación ni contexto, no comprendía pero, había cientos de conflictos más importantes a partir de esa noche, y no podía perder la cabeza por unas simples frases con la voz de aquel mago que conoció, no, no lo comprendía.

❝ Sólo en uno...❞

❝ Perdona su vida, y te daré la gema...❞

❝ Sabrás perdonar y volverás a confiar...❞

A world like that ; Ironstrange.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang