Dulces sueños

5

Había pasado media hora desde que la nube sobre Dean se había vuelto gris, Annalise estaba preocupada, media hora podía ser toda una vida para Dean Winchester si él no entraba de nuevo a otro universo. Sam estaba junto a su hermano mientras que Rowena y Castiel habían permanecido en sus respectivos lugares. La tensión que todos emanaban era palpable, casi asfixiante para las cuatro personas en aquella habitación pero aun así se negaban a abandonar el cuarto y dejar solo al Winchester mayor.

Sam sólo podía pensar en lo invencible que él consideraba a su hermano, una simple prueba como esta no podría detenerlo, el problema era que no sabía si se lo repetía constantemente en su mente para tranquilizarse o para convencerse de ello.

Rowena recordaba cuando había conocido a los cazadores y al adorable ángel, en esos días le hubiera importado poco si alguno de ellos moría, de hecho, le hubiese gustado ser ella quien se encargara de ello. Pero ahora, sin saber cómo, esos tres se habían vuelto parte de ella, siendo de los pocos afortunados de recibir ―a su manera― el afecto de la bruja.

Annalise quería concentrarse en su objetivo, ser fría y no involucrarse como se le había sugerido. Pero todos esos años buscando personas que la ayudaran a conseguir su objetivo la habían moldeado y aunque odiara admitirlo había tomado cierto aprecio por la vida humana y por todas las almas que pasaron y fracasaron en su prueba.

Y ahora estaba Dean Winchester, había visto a familias preocupadas por quienes ella había dormido, pero a ninguna como esta, todos los demás eran simples mortales que no sabían nada de lo sobrenatural por ende, sólo podía correr al hospital y esperar que la persona que amaban despertara. También había visto la experiencia de aquellos que tenían una vida solitaria, ahí tirados donde ella había podido dormirlos, sin nadie quien velara su sueño o llorara si su víctima no lograba pasar la prueba. Pero Dean Winchester era diferente, ahí en esa habitación había un ángel, una bruja y un cazador que sólo esperaban que él despertara y no sólo ellos, Annalise sabía de ante mano la cantidad de amigos que ellos tenían, sabía que la familia de los cazadores se extendía de tal manera que la cadena de dolor que habría si Dean no superaba su prueba seria enorme.

Y bueno, Castiel estaba ahí pensando en Dean. Recordó el día que había bajado a las profundidades del infierno para liberarlo. Recordó todo lo que Dean había luchado contra él cuando jalo de su brazo para sacarlo de ahí ―nadie más que Castiel sabía eso, que Dean se negaba a dejar el infierno―, cuando Dean pudo tener un rostro del ángel en el granero aun y si él no recordaba la verdadera forma de Castiel o a él en sí, recordó la primera vez que Dean le vio con confianza, el abrazo que recibió del cazador la primera vez que regreso de la muerte, recordó todo lo que Dean hizo para encontrarlo en el purgatorio y conto la cantidad de veces que se equivocó y el cazador mayor lo perdono. Castiel vivió de nuevo todos esos momentos en su cabeza y se sintió afortunado de ahora poder decir que formaba parte de la familia de los Winchester.

Quizá él no había tenido la suerte que sus otras versiones, tener el corazón de Dean Winchester para él sería un privilegio, pero en sus adentros él sabía que ello era imposible. Aun así, ocupar una parte, por muy pequeña que fuera en la vida de aquel hombre era todo lo que Castiel necesitaba. Eso y que Dean despertara.

El cuerpo del mayor de los cazadores dio un suspiro llamando la atención de todos los que estaban en la habitación.

Annalise desvió su mirada a la gran nube sobre el cuerpo y pudo notar como se empezaba a formar la imagen de una linda playa dentro de esta, palmeo el hombro de Sam y señalo hacia el punto de interés haciendo que todos en la habitación fijaran su mirada en la nube, la tensión se disipo durante unos segundos hasta que se dieron cuenta que Dean solo tenían una hora y media para lograr liberar a Annalise, quien aún tenía dos grilletes en ella.