8. Ya no estás.

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Estuvimos toda la noche en el tanatorio, yo, en cambio, pasé la noche pegada a él, no podía hacerme a la ídea de que no volvería a estar a mi lado, no podía hacerme a la ídea de no poder enseñarle una canción cuando la acababa de escribir. Siempre era el primero en escuchar mis canciones y aunque fuera lo peor que había escuchado nunca, él decía que eran preciosas solo por verme feliz, otras muchas veces se sentaba en mi cama mientras estudiaba y se ponía a tocar la guitarra, era el mejor momento de estudio y cuando mas concentrada conseguía estar,

Una voz me sacó de mis pensamientos -hija, deberías venir con nosotros - dijo mi madre acariciándome la espalda.

Le hice caso y salí de la sala en la que estaba mi padre, había un grupo de gente haciéndo un circulo, entre ellos solo conseguí ver a Santi y Elena, tenía la vista cansada, eran las 7 de la mañana, no conseguía diferenciar a nadie de los que había en este horrible lugar, decidí sentarme en un sofá que había allí, por fin se había quedado libre,

- ¡Natalia! ¡Nat! - dijo una voz conocida, ni si quiera levanté la cabeza, - ¿cómo estás cariño? - dijo preocupada mientras se acercaba a mi y se sentaba a mi izquierda.

Levanté mi cabeza, casi sin fuerza, los ojos tristes, la mirada algo perdida, - estoy bien, bueno todo lo bien que se puede estar cuando se va la persona que mas quieres - me abrazó al oir eso, era Marta, ¿quién si no? Siempre estaba cuando más falta me hacía.

- ¿Por qué no me hablaste anoche? - preguntó.

- Porque no me apetecía, a demás, no tienes por qué estar aquí - dije mirandola a los ojos.

- Sabes que habría ido aunque estuvieses en la otra punta del mundo - me lancé a sus brazos de nuevo rompiéndome a llorar como se rompe una niña pequeña cuando pierde su juguete favorito.

A ratos me costaba respirar, sentía que todo se me venía encima por momentos, - Marta.. Que no lo tengo a él.. Que no me queda nada.. - se me vino el recuerdo de la guitarra por un momento a la mente, abrí los ojos - que no tengo su guitarra.. que he perdido la guitarra que me regaló mi padre.. - me interrumpió - la vamos a encontrar, te lo prometo - dijo mientras me daba un beso en la cabeza.

Me quité de su lado y volví a irme a la sala dónde estaba mi padre, necesitaba estar a su lado.

Pasaron las horas, eran las 10 y se lo llevaban al cementerio, esto iba a ser lo mas duro. Estabamos aquí, a pleno sol, tristes, en este lugar frío y silencioso, a punto de ver desaparecer el ataúd de mi padre por un montón de tierra - Natalia, ¿quieres decir algo antes de proceder? - dijo el señor, lo miré seria, me agaché y le susurré, - papá perdóname, perdí tu guitarra, pero prometo encontrarla aunque sea lo último que haga, te lo prometo, - me levanté y me alejé con los ojos llenos de dolor y lágrimas.

Decidí irme de allí, no podía ver eso, no podía ver como mi padre se quedaba ahí, así que huí sin que nadie me viera, mi madre jamás me perdonaría esto, pero es lo que mecesito en este momento, escapar. Salí de ese lugar tan horroroso, no sabía exactamente donde ir, quizás al parque dónde iba siempre, necesitaba un poco de aire y estar sola o quizás irme a casa y dormir durante dos semanas seguidas.

Empecé a andar sin un rumbo exacto, dejé de llorar por un momento, dejé de sentir, iba con la mirada completamente perdida, mis pies se movían involuntariamente hacia a saber donde. Después de mas de media hora andando sin sentido alguno, decidí dirigirme a casa, necesitaba dormir y desaparecer de el mundo un rato.

Cuando llegué no me lo pensé dos veces, me fuí directa a mi habitación, antes de tumbarme en la cama miré mi teléfono y tenía un par de llamadas de mi madre y  Marta, y un whatsapp de mi madre preguntándome que dónde había ido, bloqueé el teléfono y me tiré encima de la cama, me dejé caer, sin fuerza y sin ganas de nada, cerré mis ojos.

*Soñando*

Estábamos en el jardín de la casa de la abuela, mi madre, mis hermanos, mis abuelos, y a mi lado, papá,

- ¿Estás aquí? - pregunté sorprendida.

- Claro cariño, ¿dónde iba a estar si no? - río acariciándome el pelo.

- Hace nada ya no estabas, yo te vi irte - dije gimoteando.

Papá se hacerco a mi, - siempre voy a estar a tu lado pequeña - dijo mientras me regalaba una de sus preciosas sonrisas.

De repente todo el mundo empezó a hablar mas alto de la cuenta, gritaban, aunque eso no impedía que pudiera escuchar a mi padre hablar, - Natalia trae la guitarra, vamos a cantar - dijo él ilusionado.

- Papa.. no puedo.. - dije agachando la cabeza.

- ¿Cómo que no? ¿Por qué?

- Perdí la guitarra en las vacaciones con las chicas.. Me la robaron.. - dije mientras las lágrimas recorrían mis mejillas.

- Nat, ¿qué dices? Si la guitarra está ahí - dijo señalando hacia el sofá que había a unos metros de mi.

- ¿Qué? ¿Qué hace ahí? Pero si me la robaron..

- Dejate de tonterías y pasamela, vamos a cantar algo - sin decir nada le hice caso, me levanté a cogerla y se la pasé.

- Callaros, callaros, que Mikel va a cantar, vamos a escucharle - dijo mi abuela, para dejar todo en silencio.

Empezó a acariciar las cuerdas con las suaves yemas de sus dedos, tocando una melodía que se acababa de inventar, y cuando abrió la voca para empezar a cantar..

***

- ¡Natalia! - Dijo dándo un portazo.

Me desperté de un salto - ¿Qué coño haces? - dije enfadada - no he podido escuchar cantar a papá por tu culpa.

- No, ¿qué haces tú? ¿Por qué te vas del entienrro de tu padre? ¿Que dices de escuchar cantar a papá? ¿Estás loca? - dijo con la mirada triste.

- No, no estoy loca, estaba soñando con papá, y me fuí porque no aguantaba mas allí mamá, no podía estár mas tiempo allí.. - dije frotándome los ojos para que no pudiera ver mis lágrimas.

- Deberías haberte quedado con nosotros, les haces falta a tus hermanos mas que nunca y a mi también- me miró a los ojos - ¿qué estabas soñando? - dijo interesada.

- Estabamos en casa de la abuela y me pedía la guitarra para cantar algo, pero justo cuando has entrado era cuando iba a cantar, mamá no quiero olvidar su voz.. - dije mientras me tumbaba en la cama de espaldas a ella para que no pudiera verme.

- Yo tampoco cariño y no la olvidaremos, jamás olvidaría nadie una voz tan bonita como la suya - sonrió, y yo la oí sonreir al decir eso.

Se acercó a la cama y se tumbó a mi lado, - Natalia, tenemos que cuidarnos entre nosotras - no dije nada, sin mas, suspiré, no sentía que yo fuera capaz de cuidar a nadie.

Minutos después se había quedado durmiendo a mi lado, estaba agotada, sin fuerza, triste, no había dormido nada en dos días o incluso más, era una buena madre, siempre nos lo había dado todo, no se merecía esto, ella no y mis hermanos tampoco..

Decidí salir de allí para dejarla descansar, Santi y Elena estaban abajo en el salón, se les oía hablar, bajé la escalera para ir con ellos, entré sin decir nada y me senté en el sofá que había enfrente, nada mas verme me quitaron la mirada, no entendí nada,

- ¿Qué os pasa? - pregunté mirandolos a los dos.

Se levantaron del sofá y antes de salir del salón Santi habló, giró su cabeza para mirarme, - solo sabes huír cuando hay problemas - se fueron de allí sin decir nada mas. Los ojos de mi hermanos eran fríos, gritaban ayuda, pero a mi no, a mi me gritaban odio y desilusión.

¿Por qué decía eso? Se habían enfadado conmigo por irme de el cementerio, pero yo no podía aguantar todo aquello, mil miradas alrededor mía diciendo: "Oh, pobrecita", "¿Cómo estará?", "Seguro que está fatal", "Ojalá lo supere rápido" "Su padre era un buen hombre" y cosas por el estilo. Vine ayer de unas vacaciones y sin entender nada me encontré con todo esto, he perdido la guitarra que me regaló, ¿tengo que soportar que se enfaden por irme un poco antes..?
Rompí a llorar, el dolor y la rabia se apoderó de mi, no podía soportar todo esto, me siento tan débil y vulnerable..

Cobarde //ALBALIAWhere stories live. Discover now