Capítulo 19

2.7K 217 5
                                    

Ya han pasado dos semanas desde que se descubrió mi secreto y la mayoría de la gente sigue mirándome como si fuera un bicho raro. Es cierto que con el apoyo incondicional de Leah, y la compañía de Gwen y Hugo, ir al instituto no era del todo una tortura, pero odiaba ser el centro de atención.

Hugo me tira una patata frita y me mira con una sonrisa.

—Deja de tirarme comida.

—Pues deja de pensar en cómo te mira o te deja de mirar la gente.

—No estaba pensando en eso.

—Ya, claro, siempre que hablas de eso pones esa cara, así que…

Pongo los ojos en blanco y me recuesto en la hierba.

—¿Por qué estás almorzando una hamburguesa con patatas?

—Porque he ido a comprarla esta mañana —dice mientras se encoge de hombros.

—Eso no es sano, y menos para almorzar.

Hugo me mira con las cejas alzadas y con la cabeza señala mi bocadillo.

—¿Eso no es sobrasada?

—¿Y qué? Me gusta, y para un día que mi madre no me registra lo que como…

—No puedes hablar mal de mi hamburguesa con patatas mientras te comes un bocata de sobrasada.

—Veo más normal mi almuerzo —le saco la lengua.

Ambos nos echamos a reír, estamos tan distraídos que ni nos damos cuenta de que Eric y sus amigos han pasado por nuestro lado, lo sé porque cuando desvío la mirada los veo unos metros más allá de nosotros, y antes no estaban.

Como de costumbre Eric nos mira de reojo en más de una ocasión, aunque también me percato de que alguno de sus amigos me mira como si fuera un espécimen de laboratorio.

De pronto un chico y dos chicas que no conozco se sientan a nuestro lado. Una de ellas lleva una cámara de fotos y el chico lleva un bloc de notas.

—Somos de la revista del instituto —se presenta una chica morena—. Queríamos hacerte una entrevista —la miro con el ceño fruncido y ella intenta explicarse mejor—. Cada mes sacamos una revista, ya lo sabrás, y entrevistamos a algún alumno.

—Ya, pero siempre son jugadores de básquet, de fútbol, animadoras…

Sé por dónde va la cosa, y no me gusta ni un pelo.

—Ya, bueno, no tenemos mucha gente que haya sobrevivido a un cáncer.

¿En serio? ¿Ni disimularlo un poco?

—Ya, pues yo no quiero que me entrevisten.

—Pero es una oportunidad muy buena para que la gente te entienda y te deje de mirar como una apestada —dice la chica de ojos claros y melena rubia.

—Me da igual lo que piense la gente de mí, no tengo porque compartir mi historia.

De reojo veo que Eric nos observa con el ceño fruncido, parece enfadado. Tal vez sea mi imaginación, pero juraría que incluso ha hecho el amago de levantarse para venir hacia aquí.

—Pero…

—¿No la habéis oído? —interrumpe Hugo—. No quiere, punto.

La chica morena mira a Hugo con el ceño fruncido.

—Tú no te metas, es ella quién ha de decidir.

—Sí, y te ha dicho que no quiere —insiste—. Sois una panda de buitres carroñeros, solo sabéis publicar victorias de los equipos deportivos y las desgracias de la gente, me dáis asco.

—¿Tú de qué vas? —grita la rubia—. Eso que dices no es verdad.

—¿Ah no? ¿Acaso no hicisteis lo mismo con Gwen en su momento? Ofrecerle la oportunidad de contar su historia para después tergiversar todo. Escribisteis lo que os dió la gana con tal de que la gente leyera el artículo en busca de cotilleos.

No puedo evitar sorprenderme al oír eso. ¿De verdad la gente hace esas cosas solo para tener más lectores? Pobre Gwen…

—No inventes —dice la morena mientras cierra la libreta, luego me mira a mi—. Bueno, si no quieres no quieres, tú sabrás.

La rubia le dedica una última mirada de odio a Hugo antes de irse. El chico que venía con ellas no tarda en seguirlas, es el único que parecía buena persona.

—Son tan cabezas huecas… No paran a pensar el daño que pueden hacer sus artículos.

Me encojo de hombros.

—Supongo que cada uno tenemos el nivel de empatía que tenemos.

Hugo se estira en la hierba y bosteza.

—Con el día tan bueno que hace y hay que ir a clase… Te juro que me quedaría aquí estirado toda la mañana.

—Ya, pues olvídate de eso, en cinco minutos tenemos que volver.

Suelta un gruñido y yo sonrío.

—¿Cómo puede Leah estudiar durante el único rato libre que tenemos?

Me encojo de hombros y le miro de reojo.

—Ella es así, cuando hay examen hay examen.

—Yo no podría.

—Ni yo, por eso estamos aquí. ¿Gwen también está estudiando?

—Que va, Gwen ni siquiera ha venido hoy. Tenía médico a primera hora de la mañana, normalmente nunca viene el día que tiene médico.

—Yo también soy de alargar las citas médicas todo lo posible, mi madre por suerte es de esas de “si no te encuentras bien quédate en casa”, y ni siquiera te mira si tienes fiebre. Bueno, al menos conmigo, con Leah y Enzo no es tan permisiva.

—¿Tienes un hermano?

—Sí, ¿no lo sabías?

—Pues no. ¿Más grande?

—Más pequeño.

—Mejor.

—¿Tú crees? A mi siempre me ha gustado la idea del hermano mayor que te protege de todo.

—Ya, pues de esos hay cuatro contados —Hugo se rasca el pelo y me mira—. Yo tengo un hermano mayor y cualquier día uno de nosotros acabará matando al otro.

—Exagerado…

Suena el timbre que indica el final del recreo y me estiro con cansancio.

—Bueno, a por el examen —digo mientras me levanto.

—¿De qué lo tienes?

—De inglés.

—Te va a ir como el culo —Hugo se ríe.

—Ya, dudo que llegue al cinco yo sola, pero tengo a Leah al lado —le guiño un ojo y él niega con la cabeza.

—Eso es trampa.

Un lugar donde volver a ser yoWhere stories live. Discover now