Capítulo Único

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Primavera. Una época que significaba un nuevo comienzo, ya fuera con cosas tan cotidianas como la escuela, o cosas más profundas, como entrar ya a la vida adulta. Para Neru, solo fue el inicio de una tragedia: enamorarse.

Luki Megurine era un chico de su misma clase, era callado así que no se le veía rodeado de personas, aun así, era tan atractivo que atrapaba más de una mirada. No sabía como empezó todo, simplemente se sentaban en la misma fila y a veces se hablaban con cosas referentes a la clase o pequeñas cosas como "¿me prestas un borrador?" Pero siendo ella tan poco sociable, era una interacción a la cual le había tomado mucho aprecio. Tal vez no una amistad, ya que nunca se atrevió a hablar de otras cosas, pero al menos tenía ese sentido de pertenencia, como si esos pequeños detalles la hicieran sentir que hacía parte de algo. Claro, no pudo quedarse admirándolo de lejos, tuvo que notar cada uno de sus gestos, de ser más consciente de él, hasta que finalmente se preguntó ¿cómo sería salir con Luki?

Claramente esas debieron quedarse en simple fantasías, nada más, después de todo, ¿cómo una chica tan simple como ella lograría enamorar a alguien? Sin embargo, yendo contra cualquier pronóstico, reunió valor para confesarse.

Obviamente esto no era una novela romántica, ni un libro donde a pesar de no ser la más linda lograba conquistar al chico de sus sueños, en fin, nunca debió esperar mucho.

—Lo siento, Neru-san, pero...no creo poder corresponder a tus sentimientos. De nuevo lo siento —se disculpó el chico obviamente incómodo.

Jamás se había sentido tan fracasada, mientras fingía que no le había afectado en lo absoluto cuando seguro su expresión era más que obvia.

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No quería decirle a nadie sobre su desastrosa confesión. ¿Cómo pudo mostrarse tan vulnerable ante un chico? Ahora también había arruinado su poca vida social en la universidad, ahora todos se enterarían y se darían cuenta de lo perdedora que era (o si ya lo sabían, solo confirmaría más eso). Seguro si le contaba a alguien sobre eso, solo terminaría llorando como estúpida, así que prefirió apagar su celular para ignorar los mensajes de sus amigas preguntando cómo le habían ido, y decidió ir por un delicioso postre para ver si se sentía menos mal.

Al caminar por las calles, un extraño cartel de una cafetería llamó su atención: "Si sufriste un corazón roto, te regalamos una taza de café para que puedas tirárselo al desgraciado que rompió tu corazón". La ironía era muy obvia, no caería ante un estúpido aviso, si ni sus amigos más cercanos saben de esto ¿por qué le diría a un extraño local sobre su asunto? Además, seguro era una broma. Una publicidad como muchos hacen. Solo tenía que seguir derecho y mejor pedir desde la comodidad de su casa para evitar que el destino se siguiera burlando de ella.

Aun así, entró al local.

El sitio era tranquilo, extrañamente el olor a café no era tan penetrante ya que estaba mezclado con otras cosas dulces. Se podía escuchar una tenue música de fondo, aunque no tan fuerte como para ser capaz de hablar sin gritar. Los meseros vestían de forma elegante pero tampoco tanto como para pensar que tenías que vender un riñón para comprar algo de ahí.

Un chico de cabello rubio y recogido en una coleta se acercó para invitarla a tomar alguna de las mesas. Aceptó algo tímida, no estaba acostumbrada a entrar a sitios así y especialmente sola, ¿qué tal si la veían con lástima por eso? Agh, ya le daba igual, ya entró, así que al menos compraría un postre para ver si le subía el ánimo.

—Ten el menú —ofreció el joven con la típica sonrisa de servicio.

—Gracias —murmuró ella, abriendo el menú pero viendo a su alrededor. No habían muchas personas, así que se sentía aun más tranquilo, ¿acaso por eso se daban la oportunidad de atender de esta manera tan personal? Bueno, tenía que aprovechar.

Una Taza de Café Para Calentar tu CorazónWhere stories live. Discover now