No quiero, pero debo hacerlo.

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Desde el momento en que Levi vió como las rocas desmembraban a sus compañeros, perdió toda esperanza, toda fe, de que saldrían vivos de aquella batalla. Su corazón no paraba de latir, con rápidos y helados latidos de puro miedo. Por primera vez experimentó el verdadero miedo.

El color carmín y el olor metalico a sangre inundaron el espacio a su alrededor. Los escombros de rocas y casas, le dificultaban concentrarse, intentar calmarse o pensar. Mierda. Mierda. Mierda. Todo se fue a la mierda. Era lo único que lograba formular.

Cuando Erwin bajó, sólo pudo observarle. Es Erwin, la persona en quien más confía, quien siempre tiene una respuesta para todo, el hombre que más admira y que más ama. La única persona que vale la pena observar en tremendo desastre. Entre el aire rojo y lleno de astillas; entre nudos en la garganta y sudor frío. Sólo los azules ojos de Erwin le permiten aquella caótica y cruel realidad.

—¿Erwin, tienes algún tipo de plan?

Una pregunta escueta pero que ambos saben lo cargada de sentimientos en la que está empapada. Sólo puedo confiar en lo que tú pienses; eres la única esperanza que me queda; estamos perdidos, lo sabes y yo lo sé, pero necesito que me digas que no es así.

Y es cuando Erwin desvía un poco, sólo un poco, la mirada, apenas milímetros; pero Levi lo conoce bastante bien como para que su corazón se salte un latido, para que sepa que lo que sea que está pensando Erwin, no es algo que los lleve a un final feliz en su historia, en sus vidas, en sus sueños. Pero lo ignora, ignora ese pensamiento y lo esconde en la parte más profunda de su mente, dónde está todo lo que quiere olvidar.

Cuando Erwin responde afirmativamente, los ojos muertos de Levi recuperan un poco de vida, relucen en la emoción y esperanza de que saldrán de esta juntos. Y es por eso que Erwin le da la espalda, dirigiéndose a una caja demacrada donde poder sentarse, porque sabe que sus piernas no soportarán el peso que conlleva todas las muertes, todos los sacrificios; porque sabe que Levi es quién más los ha sufrido en carne propia y decirle que su última estrategia involucra un ataque suicida que coonlleva a su propia muerte, es algo que no puede soportar, no quiere volver a ser la causa de que Levi pierda a alguien. Sin embargo debe serlo, para así dejar sus intenciones egoístas por única y última vez.

La voz de Erwin se corta, mientras pronuncia las palabras, su deseo por ver el sótano y todo el peso que carga en sí. Piensa por un momento que Levi no le apoyará. Más se da cuenta de lo equivocado que está al ver como Levi se agacha, con sus rodillas casi rozando la fría tierra; recordando entonces el primer día que se conocieron, y de como Mike obligó a Levi a arrodillarse en contra de su voluntad, y de que ahora, en sus últimos momentos juntos, es Levi quien se arrodilla por voluntad propia, por lealtad, respeto y amor. Cuando le mira con esos ojos azul cielo nocturno que brillan con fuerza, fulgor y determinación, es que sabe más que nunca lo mucho que Levi lo ama; porque está dispuesto a aceptar su perdida, porque confía en él.

Levi entrelaza sus dedos con los de Erwin, un gesto tan común entre ellos, pero que siente que ahora más que nunca necesita de ese contacto calido. Quiere decirle tanto pero el tiempo es poco y él nunca ha sido bueno conectando sus palabras con sus emociones.

—Has luchado bien.

Siempre diste lo mejor de ti al mundo.

Siente el picor del preludio a las lágrimas.

«Es gracias a ti que he llegado tan lejos.»

Si tú no hubieras aparecido en mi vida, no sería la persona que soy hoy. Seguramente seguiría siendo un criminal impulsivo. Pero tú me hiciste  tener un propósito en la vida, me diste algo por que luchar. Me diste el amor que nunca nadie me había dado.

Se le nubla la vista. De un parpadeo la vuelve clara.

No debe llorar.

«Yo tomaré esa decisión.»

Te libraré de toda carga y culpa.

Quiere mirarle a los ojos pero está aterrado, y con un dolor que le asfixia y le aprieta el corazón

Pero tiene que ser fuerte, por ambos; así que le ve a los ojos y trata de no romperse.

«Renuncia a tu sueño y muere... Lleva a estos nuevos reclutas al infierno. Y yo derrotaré al Titán Bestia.»

Erwin se siente tan agradecido; necesitaba de un último empujón, para renunciar a su sueño y a su vida, y era Levi quien debía dárselo, nadie más, sólo Levi; le brindó la fuerza que requiere para liderar a todos a una muerte segura. Porque, apesar de que todos le consideran un lider innato, en algún momento tenía que alcanzar un límite. Levi lo supo ver, así como él podía ver cuando Levi le necesitaba; ambos pueden ver a la perfección tanto en el uno como en el otro; esa es la fuerza del lazo que poseen.

Ya no puede sostenerle más la mirada a Levi, porque se derrumbaría de seguir así; las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa melancólica y llena de reminiscencia. Reúne cualquier fuerza restante y vuelve a mirarle a los ojos y como última palabra de amor le dedica el gracias más genuino que se ha dicho en la faz de la tierra, para que permanezca en Levi por siempre, cuando él ya no esté  a su lado; como un recordatorio palpitante de lo que sintieron entre sí.

Levi sabe que es hora de seguir, tienen que separar sus manos y levantarse para pelear. Pero no quiere, no quiere despedirse de esa calidez que le llenó hasta la medula, que le acompañaba en las noches de pesadillas, temblores y lágrimas frías, aquellas manos que recorrieron cada parte de su ser y que sabían dibujar de memoria su silueta; no quiere dejar de ver esos ojos azules que cada día le recordaban el cielo que poseía la libertad fuera de los muros, que le brindaban una razón para seguir, que le miraban el interior y le leía el alma como si fuera propia; no quiere despedirse se Erwin, pero debe hacerlo.

Porque este es un mundo que le empuja bruscamente para que siga adelante.

Con las manos aún entrelazadas, Levi se endereza y acaricia con la mano, que estaría también unida a la otra de Erwin si ese titán nunca se la hubiera arrebatado, a la mejilla de Erwin. Le mira a los ojos y sus labios se encuentran por última vez.

Y, maldita sea, que si era difícil separar sus manos entrelazadas, lo era aún más dejar de saborear el aliento del otro.

Cuando Erwin se subió a aquel caballo que lo guiaría a su muerte, no dejaron de verse a los ojos ni por un momento. Mientras Levi recargaba el gas, Erwin le dedicaba un chiste azul claro, que hizo sonreír a Levi. Al ajustar las cuerdas del caballo, Levi le contaba una historia con el color de la noche que hizo suspirar a Erwin. Y al momento en que este se subió al caballo se congelo el tiempo entre ambos. Azul cielo día y azul cielo noche; amor y amor; hombre y hombre; corazón y corazón; Erwin y Levi; todo se combinó y se volvió uno en un instante. Ambos rogaban al cielo de que no tuvieran que separarse. No querían volver a hacerlo.

Pero de nuevo no era una cuestión de quererlo, sino de deber hacerlo.






















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⏰ Letzte Aktualisierung: Jun 03, 2019 ⏰

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