Day 3: Alternate Universe

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=Hadas y Elfos=

El bosque Neverland siempre fue cuidado por las hadas puras. La princesa de este, Emma Neverland, se ocupaba de mantenerlo vivo, al fin y al cabo, su magia ayuda a las plantas a germinar y a crecer saludables. Quien se encargaba de protegerla era su guardia, Ray Gracefield, amigo de la infancia y elfo de fuego.

Las hadas de ciudad, o hadas de realeza, habían acordado desde hacía décadas atrás sobre una unión de ambas razas a través del matrimonio de los futuros reyes de estas regiones, sin embargo, nunca se había llegado a nada, hasta el día de hoy. La princesa Emma había sido elegida para casarse con el príncipe Norman Ratri, un elfo que nunca había visto en su vida. Por supuesto que ella no quería casarse con él, y mucho menos porque ya tenía a alguien en su corazón.

Desde siempre, ha estado enamorada de su pelinegro amigo, pero él no parecía tener interés en ella, más bien no parecía tener ningún interés en el amor de forma general. Su seria expresión y su sentido del deber, le sugerían a la chica que solo vivía por sus responsabilidades, que solo vivía para protegerla y a pesar de que eso la pusiera un poquito feliz, ella quería algo más. Ella quería tener una vida junto a él. De solo pensarlo la hacía sonrojarse.

Había tomado una decisión. Hablaría con Ray sobre sus sentimientos y si la rechazaba, aceptaría casarse con el príncipe. Nunca pensó en la segunda opción.

- ¿E-en serio? – dijo anonadado

- Sí. D-después de tanto tiempo juntos, no me queda duda, Ray. Yo en verdad te amo. – un hermoso color rojizo adornaba las mejillas del hada, quién sonreía tristemente mientras esperaba el inminente rechazo

- No puede ser... tú también... - el pelinegro apartó la mirada, cubriendo su boca con una mano

La pelinaranja alzó su vista para encontrarse al elfo sonrojado al igual que ella. Emma era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de inmediato. Sentían lo mismo. Su expresión de sorpresa y nerviosismo solo podía significar eso. El corazón de la princesa comenzó a latir rápidamente, su sonrisa ahora era de felicidad y sus ojos brillaban con fervor.

- ¿Qué pasa con esa cara?- preguntó el chico mortificado

- Solo estoy contenta. – respondió sonriendo ampliamente

- ¿Por qué irías de sentirte contenta? ¿Qué se supone que haremos ahora?- protestó el elfo

- ¿A qué te refieres? – se preocupó la pelinaranja

- Emma, ¿no entiendes? Tienes que casarte con el príncipe. ¿Qué sentido tiene que me digas lo que sientes por mí si nada va a cambiar? –

Los ojos de la chica se abrieron como platos. Claro, había olvidado eso. Incluso si ambos sabían sus verdaderos sentimientos, ya era muy tarde. El destino estaba escrito y no había nada que pudieran hacer.

A no ser...

RayEmma week 2019Where stories live. Discover now