I

1.8K 74 7
                                    


Nunca somos consciente de lo que está a punto de llegar hasta que finalmente llega, no tenemos un foco rojo que nos avise en qué momento las cosas cambiarán y dejarán de ser lo que son para convertirse en una cosa completamente distinta.

Sin embargo, a veces, hay instantes que sirven como antesala de lo que está por llegar, minutos breves que nos indican que seguimos avanzando por ese sendero, nuestra vida cambiará para siempre.

Abrí de nuevo los ojos y todo lo que pude ver fue su rostro, ese maravilloso y hermoso rostro por el que había suspirado desde hacía un tiempo cuando ella me observó en silencio y fue acercándose lentamente hacia mí supe con certeza que nada podría seguir igual cuando despertáramos a la mañana siguiente. Era uno de esos instantes, era la antesala a un momento que cambiaría el curso del resto de mi vida. Mucho más de lo que podía llegar a pensar esa misma noche.

Maca tomó mi rostro entre sus manos, rastreando el contorno de mis facciones con sus dedos, de forma delicada, casi imperceptible, como si realmente tuviese miedo de romperme. Cerré los ojos levemente moldeándome al cálido contacto de sus manos contra mi piel. Era una sensación reconfortante, de esas que te gobiernan desde arriba hacia abajo dejándote sin aliento, algo que había olvidado como se sentía pero que sin duda era mi sensación preferida en el mundo.

. En ese momento, si me hubiesen preguntado qué imagen quería ver antes de morir, sin duda habría elegido las facciones perfectas y armónicas de Macarena Achaga.

Sus ojos vagaban por mi rostro, como si no me hubiese visto en siglos y no solo el tiempo de un pestañeo. Yo la observaba conteniendo el aliento, con miedo incluso de respirar por si el momento pasaba y de nuevo Maca pasaba de Doctor Jekyll a Mr. Hyde. Pero entonces de nuevo nuestras miradas conectaron y lo único que pude ver era a esa mujer que había amado por tanto tiempo.

"Bésame." La solicitud fue apenas un aliento en mis labios, una súplica, un deseo contenido que finalmente había sido puesto en el aire.

Ella me observó indecisa. "¿Estás... estás segura?"

"Más que nunca."

Maca tragó saliva mientras fue acercando lentamente sus labios a los míos, cepillándolos ligeramente, embriagándome con su respiración y contagiándome de ese nerviosismo a través de sus manos temblorosas que aún tocaban mi rostro.

Es extraño que hubiese tanta tensión entre nosotras por un simple beso, uno que no era ni mucho menos el primero, pero que, sin embargo, se sentía como tal. Creo que ella también lo sabía, también era consciente de lo que ese beso significaría.

Cerré los ojos y su boca atrapó a la perfección la mía, como siempre, en una danza armónica sin pausa.

Mi pecho comenzó a agitarse y el aire penetró levemente mis pulmones, pero poco me importó, solo quería seguir besándola, perderme en sus labios y que aquello durará eternamente.

"Siento mucho lo que te he hecho, siento haberte tratado así, siento-" Sollozó Maca sobre mis labios pero no la dejé terminar, posé mis dedos en su boca y la miré fijamente.

"Shh." Susurré con una leve sonrisa secando las tímidas lágrimas que comenzaron a correr por sus mejillas. "Cierra los ojos."

Acató mi orden al instante, y acaricié su cabello largo y sedoso entre mis dedos. Esta vez fui yo quien se perdió en su rostro, quien con mis manos fue rozando cada una de sus perfectas facciones como si no volviera a verlas nunca más.

Fue un momento mágico, una especie de perdón silencioso, en el cual ambas nos perdonábamos los errores cometidos, los secretos, un momento en el que dejábamos a Gonzalo y todos los demás atrás, esta vez para siempre.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 05, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

There's no lie in her fireWhere stories live. Discover now