Testing, 1, 2, 3

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Jack duerme en su presencia.

Encuentra el sprite acurrucado en las esquinas, con los brazos entrelazados alrededor de su bastón. Pitch se pregunta si es un acto de valentía desafiante o idiotez descuidada. O tal vez, es otra cosa. Quizás sea un acto de confianza. Durante seis u ocho horas, Jack baja todas sus defensas, abandona las máscaras y se vuelve vulnerable. Pitch abusa de la opurtunidad con gusto.

Él prueba sus sueños robados en el niño, él mancha el oro, lo tiñe oscuro como la tinta. Es un proceso lento de prueba y error. El primer instinto de la arena es siempre una forma de confort. Hay copos de escarcha y muñecos de nieve en trineos con amigos. Es caprichoso, revelando la verdad de la juventud de Jack. Anular este instinto es una tarea ardua. Sus intentos dejan al niño con dolores de cabeza penetrantes y un extraño caso de vértigo. Pero nunca se acuerda. A media mañana, el dolor ha retrocedido y no queda nada más que un regusto surrealista, no del todo agradable, no del todo aterrador, no del todo nada. Cuando la noche se pone, Jack se escurre hacia algún nicho recién descubierto y se queda dormido. No hay fanfarria, ni quejas, ni vacilaciones.

Desconcierta a Pitch. El sprite no parece ser consciente de sus actividades nocturnas (por supuesto que no, Pitch había tenido mucho cuidado de no perder a su único conejillo de indias). Pero el niño tenía más que suficientes causas conocidas para la aprensión. Jack sabe de su presencia, de hecho, está extrañamente en sintonía con ella. Él siempre sabe cuando el Boogieman está aquí. Aún así, el niño decide descansar en el piso del trono del Nightmare King. Y durante seis u ocho horas, se deja abierto, se deja dormir.

Si es confianza, Pitch piensa que está mal posicionada.

Repite sus experimentos cada noche. Por feliz accidente, logra el éxito en una luna nueva. El cielo sangra un negro sombrío, las estrellas envueltas por nubes. No hay luz, solo oscuridad y un toque de miedo. Es la noche perfecta para engendrar un nuevo horror. La arena se deforma y se tuerce desde la forma vaga de un cálido abrazo, un retrato de un padre con un hijo, hasta una delgada silueta nacida de sangre cuajada y huesos traqueteando. Pitch perversa el sueño de Jack y ve una imagen de él. Es él.

Él es la peor pesadilla de Jack.

Pero el terror recién creado apenas ha comenzado. Se observa así mismo y a Jack con atenta fascinación, son estáticos y se miran entre sí, rodeados por una llanura de arena oscura. Entonces, la arena se curva y y las representaciones se mueven. Pitch se ve a sí mismo, fundiendose entre la arena y desapareciendo, no hay sonidos, pero Pitch puede ver al Jack de arena inquietante y gritar sin palabras, arrodillarse y sollozar, entonces él está ahí, los labios se mueven en palabras no dichas mientras rodea lentamente a Jack y luego se aleja. Desaparece lentamente del panorama en una bruma oscura de sombras y polvo. En la pesadilla, Jack se mueve, extiende su brazo en un intento desesperado de alcanzarlo, pero es demasiado tarde y para cuando lo alcanza, su mano roza la arena con la punta de los dedos antes de agarrar el aire.

Jack se despierta gritando. Se despierta llorando el nombre de Pitch. Pero para entonces, Pitch, el verdadero Pitch que todavía respira, que todavía está aquí, ha dejado su lado por mucho tiempo. Él es el Boogieman. Él no le ofrecerá al niño ningún consuelo. En cambio, Pitch se retira a los huecos profundos y secretos de su hogar, donde nadie se atreve a entrar sin autorización, donde nadie lo sabe mejor. Es un vacío, un abismo, lleno de la cacofonía del silencio. Aquí, Pitch está en su santuario. No se mete en nada y medita, reflexionando sobre sierta escarcha infernal. Él había pensado que conocía al espíritu, conocía mejor al niño, que sabía lo suficiente como para predecirlo. Se ha equivocado.

De alguna manera, de alguna forma, Jack Frost siempre logra sorprenderlo.

Pitch se encuentra recordando el sueño antes de que mutara. Había sido el retrato de un padre con su hijo. Y piensa en Jack acurrucado en las esquinas y revoloteando en las orillas de su vista. Lejos, pero siempre cerca, siempre al alcance de la mano. Y Pitch no puede recordar la última vez que trató de ahuyentar al chico, no puede recordar la última vez que intercambiaron golpes, no puede recordar la última vez que el sprite se fue. Porque hacía mucho que había renunciado a encarcelar al niño. Sin embargo, aquí está Jack, eternamente a su lado.

Pitch había pensado que la pesadilla era él. Se había equivocado. 

Jack no le temía, pero temía el día en que lo perdiera.

[ Taming Pitch ] Jack Frost & Pitch BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora