Con los pulmones todos atiborrados de hollín, entre los lobos que hambrientos paren en la noche de cuevas profundas y atisbadas de maleza. Donde la mirada del noctambulo insomnio no puedo penetrar. Se reúnen sin miramiento todos los miércoles ellos, los duendes de Astearon, cabalgan en el cadalso de su majestad la luna llenando sus copitas de porcelana de pequeños centavos de oro que les roban a los muertos de sus ojos, para que no vena el mundo de la eternidad, ellos forman un club secreto en mis pulmones, se comen el aire de mis adentros y bañan mis noches con su ceguera de olvido y alucinación.
Lenta y únicamente se fortalecen, se forman en filitas pequeñas entre los arboles de mi ennegrecido pulmón izquierdo, ahí forman sus cacitas entre el tabaco inhalado y los restos de mis células que lentamente se ven ennegrecidas por las bocanadas del humo que nuevamente se vuelve a exhalar filtrándose en mi sangre hasta convertirla en una masa densa de opacidad, y demencia senil.
Muerte y decadencia de noches en donde mis letras se fugan en el alucinamiento mental de mi propia filosofía vivencial, existencial, de este camino de Dios sabe cuántas muertes y en rencarnación perpetua pues me dieron vida eterna, así en vano para mis adentros se me prohibió la muerte para gozo y descanso de mis huesos cansados de tanto predicar por el club de los duendes que cavan en mis adentros.
Y así surgió esta historia que en formol se perpetuo par lo posteridad de un mar de letras que en fecundidad arrasaron sobre la materia oscura de mi propia infinitud. Y miro el alma del mortal de mi izquierda quien inquietante me mira con desconcierto de mí.
¿hay amigo mío, si pudieras ver lo que mis ojos no pueden contarte!
Entonces entenderías el sentido mismo de mi profundidad. De esa profundad que tantas veces te has cuestionado sobre mi sanidad mental y que tantas otras te has limitad a observar en el tibio escalón de tu propio visualización ociosa y oscilante sobre mí. Mas tu paga en el observatorio de mi constante desenfreno es pagada por mi propia copula de existir. Y que hasta hoy ha sido presagiada de una y más profecías enjuagadas al calor de políticas y economías nunca atisbadas por buen deseo, sino por lo contrario de un mal alimentado corazón que se desencaja en turbulenta oscuridad.
He ahí donde surgieron los cazadores de la noche, de las espadas largas de Osiris y el reino de las sombras que en premura se convirtieron en guerreros par a mi fervorosa desventura educativa y en donde ya no queda más que defender el prisma que agoniza en una de las cuatro puertas del Nibelungo de u un mundo imaginario que desaparece con la luz del prisma magnéticamente integrado a este pequeño platillo volador que usted llama tierra.
Y vuelvo de nuevo a absorber, el toxico cancerígeno que me hace elevarme entre las manos de una muerte que agoniza en mi propia tierra de devastación y preludió de colapso ideático... Ahora soy la esencia de principio y fin de un caótico mundo de sombras que navegan en estos pulmones que siguen con vida gracias al club de la noche oscura, pequeños nomos y hadas que cohabitaron antes que el mago de los desaviados corrompiera la eternidad con su mal sentido de volverla humana., Y he de aclarar que mientras aun ella respire, la vida existirá, y mientras los nomos de sus adentros no continúen con su labor de extermino en infinitud de obligación. Así los árboles se vuelven verdes, el agua cristal, la lluvia un ansia eterna, el viento la briza del mar y donde hoy es mundo mañana será oscuridad.
