XII

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Capítulo 12:

Ojo por ojo


Todos nos siguieron, y avanzamos por una escalera en forma de caracol. No sé cuántos pisos subimos, pero las piernas me ardían por el esfuerzo. Theo me empujaba de la espalda para que me fuera más fácil.

Al llegar a otra pared falsa, Rayna empujó una roca con su hombro y entramos a otro pasillo del castillo. Todo estaba lleno de polvo, se oían disparos cerca, y por una ventana de vidrios de colores fríos, observé que la batalla en el exterior era cada vez más sangrienta.

—¡Theo, Claire! —gritó una voz, y Mike se acercó corriendo. Llegó casi sin aliento—. La torre de tu mamá está rodeada de ratas.

Mike tenía una herida abierta y horrible en el cuello que me hizo jadear.

—Entonces los mataré a todos —respondió Theo, si fuese pan comido.

Un disparo aterrizó cerca, luego varios más, y Theo me cubrió protector. 

Al otro lado del pasillo, los lumbianos nos atacaban, y nuestros guerreros les disparaban de vuelta.

Nos refugiamos detrás de una pared, con Inago incluido, y estiré mis manos, pero Rayna me las agarró.

—No te han reconocido con el cabello negro, ni se te ocurra —siseó con voz afilada.

Agarré bien el arma, asomé la mitad de mi cara y ayudé a disparar, pero otro grupo lumbiano entró desde el otro extremo y nos rodearon.

Sentí una bala pasar cerca de mi mejilla y, cuando me giré, vi una mancha de sangre en el abdomen de Zev.

—Oh, oh... Zev —jadeé, y él hizo un gesto en ademán de que estaba bien. Pero la mancha se expandía y no se veía nada de bien.

Una ventana se rompió, y por ella entró Boggs y Malek desde el exterior. Quién sabe cómo habían subido hasta allí. 

La lucha se intensificó.

Cuando un lumbiano apuntó su cañón directamente a Malek, mientras él luchaba mano a mano contra otros dos, Boggs se cruzó y el disparo aterrizó en su pecho. Se tambaleó y apoyó el costado de su cuerpo en una pared, pero se le doblaron las rodillas y cayó hacia adelante, hasta que su cabeza rebotó contra el piso. Muerto.

—¡¡¡No!!! ¡Boggs!

No sé qué más grité, pero la garganta me vibraba por los rugidos que escapaban de ella. 

Theo se detuvo cuando lo vio morir. Boggs era de su tropa y generalmente estaba bajo su cargo. El dolor le recorrió las facciones, y mi corazón terminó de hacerse trizas cuando distinguí la culpa en su cara. Culpa por no haber logrado proteger a uno de los suyos. La rabia silenciosa le palideció el rostro, y al mismo tiempo algo oscuro brotó de sus ojos, algo más allá de la ira.

Zev estaba herido, Boggs muerto, y Malek tenía una mano enemiga cerrándole la garganta. 

Quién sabía a cuántos más los lumbianos habían matado a esas alturas.

Theo volvió a moverse, pero esta vez se desató completamente. Ya no disparaba limpio y estratégico, sino que lo hacia con rabia, con dolor, desahogándose cada vez que atravesaba un cuerpo enemigo. Con cada hueso que rompía. Con cada columna que quebró en dos y con cada lumbiano que lanzó por una ventana.

Alguien intentó enterrarle un largo cuchillo a Mike en la garganta, pero él se salvó. Apenas, muy apenas.

Otro pateó a Inago, y este casi cae por la ventana, pero sus garras lograron salvarlo. De nuevo, muy apenas.

Princesa de sangreOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz