Capítulo 16

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Alejarme de Ethan, esas eran las únicas palabras que se repetían una y otra vez en mi cabeza, ¿cómo he podido volver a caer?

Tenía los puños apretados a mis costados, y mis ojos miraban únicamente al suelo mientras caminaba rápidamente para alejarme de él y la estúpida fiesta, no escuchaba nada más que los insultos hacia el moreno que se repetían en bucle en mi cabeza.

Casi ni sentí cuando Caleb me agarró del brazo, deteniéndome en seco.—¡Astrid, joder!–Exclamó Caleb con la respiración agitada.—Creo que no he corrido tanto ni en educación física, ¿qué ha pasado?–La preocupación estaba presente en su voz, y de repente tuve ganas de contárselo todo, pero no podía dejar de imaginarme que estaba hablando con su hermano.

—Solo, sácame de aquí.–Pedí una vez que mis ojos se encontraron con los suyos, su expresión se suavizó al escucharme y asintió.

—Vamos, mi coche está ahí.–Me soltó el brazo y dimos la vuelta hasta que lo vimos, me subí a él y me sentí segura, volvería a casa, podría descansar e intentar olvidarme de todo esto de una vez por todas.

Caleb arrancó y en menos de un minuto ya estábamos lejos de ese vecindario, me relajé en el asiento y me dediqué a observar las calles a través de la ventanilla.

—¿No vas a contarme por qué has salido de fiesta casi corriendo?–Caleb me echó un vistazo para después volver a mirar a la carretera, suspiró y habló de nuevo.—¿Qué te ha hecho Ethan?

En cuanto lo nombró me tensé, y sé que él lo notó.—Dile que no quiero volver a verle, no quiero que se acerque a mi, no quiero formar parte de un estúpido juego y menos que se ría de mi, ¿entendido?–Mi voz salió más dura de lo que esperaba, pero no me disgustó, necesitaba ser firme en esto.

Caleb dudó un poco antes de responder pero finalmente accedió.—Está bien, se lo diré, si hace falta seré te guardaespaldas.–Bromeó, una sonrisa extendiéndose por sus labios.

Negué con la cabeza al mismo tiempo que las comisuras de mis labios se curvaban hacia arriba sin poder evitarlo, Caleb siempre conseguía hacerme sentir mejor.
—Gracias.–Murmuré al mismo tiempo que me giraba para mirarle, su cabello estaba algo despeinado, parecía que había pasado su mano por el pelo varias veces, una sonrisa adornaba su rostro y sus manos sujetaban el volante con despreocupación, sabía lo que hacía.

—No es nada Astrid, yo también quería salir de ahí.–Confesó y pasó su lengua por sus labios, humedeciendo estos, rápidamente aparté mi mirada de él, ¿en qué narices estaba pensando?

—¿Por qué?–Me atreví a preguntar mientras miraba al frente, intentando disimular que la idea de besarle de nuevo había cruzado por mi cabeza.

Caleb se encogió de hombros.—Necesitaba despejarme, olvidar todo por un rato, pero esa fiesta no fue la mejor opción.

Asentí al mismo tiempo que el coche se detuvo frente a mi casa, las luces estaban apagadas, lo que me indicó que mis padres debían estar fuera de casa, recuerdo vagamente algo de una cena con unos amigos.

—Gracias por traerme.–Dije poniendo mis ojos de nuevo en él, ahora se encontraba girado en mi dirección.—A veces pienso que eres como mi ángel guardián, siempre estás cuando te necesito.

—¿En qué zona acabas de meterme?—Preguntó al mismo tiempo que enarcaba una de sus cejas.—Y yo pensando que la friendzone ya era dura.

Solté una carcajada sin poder evitarlo.—Eres un idiota, ¿lo sabías?

—Es uno de mis muchos encantos.–Me respondió de manera juguetona y después de eso un silencio reinó dentro del coche.

Mordí mi labio inferior nerviosamente, ¿qué se supone que debía hacer? Mis ojos querían comprobar de nuevo lo carnoso que eran sus labios, y mi cabeza no dejaba de repetir nuestro beso y lo bien que sería repetirlo.

Atrapada entre gemelos Where stories live. Discover now