Vintage

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La pequeña colonia corría alegre a través del bosque, apartó una rama, otra y otra llevándose consigo las diminutas hojas verdes de las mismas, que ahora descansaban en su cabeza, saltó sobre un tronco ya añejo permitiendo que sus blancas faldas manchadas con barro y césped se alzasen de una forma celestial, volviéndola aún más preciosa e inocente a la vista de cualquier ser que tuviese el honor de tenerla frente a sus ojos.

Su respiración se volvía cada vez más frecuente, su pecho bombeaba cual corazón en plena dicha, pero eso no le interesaba, la adrenalina que recorría cada parte de su delgado cuerpo y la libertad que podía respirar era lo único que le importaba. Para ella estar junto a la naturaleza, su tierra y su gente era como haber sido liberada de una fría jaula de metal, donde la mantenían encerrada como bella avecilla de ocre plumaje.

Sin embargo, el sabor amargo de aquella lúgubre jaula volvía a apresarla al tiempo en que su padre le envolvía entre sus brazos, el grito de dolor nunca fue escuchado, por que era reemplazado por una risilla burlona de la niña.

- Eres muy lento papá - Reía la colonia de cruz aspada mientras el Imperio Español sujetaba sus manos con fuerza, pero no la suficiente como para lastimarla.

- ¿Qué te he dicho sobre este tipo de "aventuras" Nueva España? - La voz molesta e imponente del europeo calló por un instante las risas de su adorada colonia, pues, Nueva España sabía que su padre podía ser un monstruo si no se encontraba de humor para sus juegos "salvajes". También sabía que ese tono de voz solo significaba algo, el sentimiento de sus muñecas siendo apretadas, el frío del suelo, el ardor de su espalda, sus piernas temblaron con desespero, suplicándole que se alejara lo más pronto posible de ese país e hicieron que la dulce curva que adornaba el rostro de la de cruz rojiza se deformara en una triste mueca.

- ¿Vais a atarme las manos otra vez padre? - La colonia intento opacar ese doloroso sentimiento creciente en su pecho con su característica determinación, pero el sudor de sus delicadas manos le traicionaban a los ojos del Imperio.

Ante esto el colonizador le mostró una media sonrisa y soltando un ligero suspiro colocó su mano sobre la cabeza de su próspera colonia, agitándola con suavidad. - Solo iremos a casa para que podais vestirte, hoy tendremos que ir con..- el español permaneció en silencio durante unos segundos, interminables para cierta americana, buscando las palabras correctas  - Con un viejo amigo - añadió con cierto tono de molestia en su voz.

La idea de un tedioso viaje fue lo único que cruzó por la mente de la pequeña, haciéndola formar una mueca de desagrado, sí su tierra era más que suficiente, "bella y rica" según las palabras de su mismísimo padre, ¿por qué tenían que salir de ella?. Fue entonces que Nueva España abrió su boca para finalmente decir:

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- ¡NO,NO, no, no, no! - Gritaba el pequeño de piel roja y azul que en estos momentos era arrastrado por su padre hacia la salida de su gigantesco castillo, este se aferraba con todas sus fuerzas a su almohadón azulado soportando el contacto de su mejilla derecha con el frío suelo, lanzando patadas como respuesta hacia su padre con la esperanza de que lo liberara y lo dejase allí.

Sin embargo al igual que el, UK era un testarudo sin remedio y un impaciente por naturaleza, así que el país de fina postura no dudó en cargar a su hijo como si de un costal de papas se tratara, depositándolo en uno de sus hombros, obligándolo así a ir consigo a su encuentro con el estúpido Imperio Español, ignorando olímpicamente los quejidos, golpes e incluso mordidas del más pequeño.


~⭐️~

Thirteen Colonies o Trece Colonias se encontraba caminando junto a su padre mientras hacía un puchero, nunca le había gustado salir de su territorio, mucho menos si se trataba de una de las tantas aburridas reuniones hipócritas de su padre.
- Why did I have to come? - Se preguntaba así mismo, cruzando sus brazos con molestia e incomodidad.

"𝓥𝓲𝓷𝓽𝓪𝓰𝓮" [Usamex one-shot] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora