× Friday Night ×

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Eran las siete de la tarde de un viernes cualquiera en Londres. El clima no había sido muy favorable durante la semana, y aquella tarde no era la excepción: la leve llovizna que había comenzado a caer hacía apenas una hora, fue intensificándose hasta convertirse en una tormenta.

La mayoría de ciudadanos se encontraban resguardados en sus casas y trabajos, o por el contrario, pasando el rato en algún lugar de ocio. En el caso de nuestro querido ángel, éste se encontraba en una cafetería cercana a su librería, disfrutando tranquilamente de unos deliciosos crepes en la terraza del local; sin embargo, no era lo mismo para Crowley, quien estaba teniendo un serio problema de estrés por culpa de un dilema interno.

El demonio se encontraba sentado frente a su escritorio, observando con cierta desconfianza un paquete rectangular, forrado con papel reutilizable, que yacía sobre uno de los muebles de la sala. Cada vez que hacía contacto visual con aquél paquete, fruncía el ceño con disconformidad al repetirse las mismas dudas en su cabeza: ¿debería entregárselo?, ¿será de su agrado?, ¿estaré haciendo lo correcto?

En realidad, el problema al que el demonio se enfrentaba carecía de gravedad; únicamente se trataba de una simple decisión que implicaba a su angelical amigo.

La verdad era que, envuelto entre varias capas de papel reutilizable, había un libro algo antiguo. Un libro titulado "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas", del famoso autor Lewis Carroll.

Crowley había salido a pasear hacía varios días, y durante su paseo, cruzó frente a una tienda de libros un tanto antigua. Se quedó observando el escaparate con curiosidad, preguntándose qué era lo que Aziraphale veía de interesante en todos esos libros llenos de letras y con apenas ilustraciones.

Movido por la curiosidad, el demonio terminó entrando en la tienda y comenzó a husmear entre las estanterías, examinando con la mirada la cubierta de todos los libros que allí se encontraban. Se detuvo entonces frente a una estantería y tomó un libro que le había llamado la atención. Apreció durante unos segundos la cubierta y después leyó el título, reconociendo el libro casi de inmediato.

En ese momento, a Crowley le pareció una buena idea comprar aquel libro y regalárselo a su amigo; seguramente le hiciera ilusión tenerlo. Pero para cuando regresó a su casa, aquella idea ya no le parecía tan buena y comenzó a tener dudas respecto a ello.

—Ugh... Maldito libro, ¿por qué tuve que comprarlo? —cuestionó en voz alta el demonio, perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

Se levantó de su asiento y comenzó a caminar de un lado a otro por la sala, lanzándole alguna que otra mirada mordaz al paquete mientras trataba de decidir qué hacer con el dichoso libro. Tras un buen rato de esa forma, el demonio intentó tranquilizar sus nervios con una copa de vino, y mantuvo su mente ocupada con sus plantas, las cuales regó y cuidó minuciosamente.

Transcurridas varias horas, el demonio finalmente llegó a una conclusión: le daría el libro al ángel y se iría de inmediato, no pensaba quedarse a escuchar los comentarios de Aziraphale sobre la supuesta bondad que había en él. Con la decisión tomada, Crowley cogió el paquete de la estantería y salió de su casa, dirigiéndose hacía su querido Bentley; se montó en el vehículo, y tras ponerse sus gafas de sol, puso rumbo hacia la librería de su amigo.

Cuando llegó al lugar, aparcó el coche a unos metros de la entrada y esperó a que la canción de Queen que sonaba en la radio terminase. Una vez satisfecho, apagó el motor y salió del vehículo, poniéndole después el seguro.

Se encaminó entonces hacia la entrada de la tienda y bufó con fastidio al ver el cartel de cerrado adornando la puerta. Sin ganas de esperar a que el ángel le abriese, utilizó sus poderes para abrir la puerta e ingresó en la librería, haciendo sonar la campana que había en la entrada.

 ••Good Omens••Where stories live. Discover now