Capítulo 9. Eres un juguete.

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POCHÉ.

Sus caderas danzaban de un lado al otro hasta la mesa de madera en donde disfrutaban nuestras amistades, en ningún momento despegué la mirada de su cuerpo, que como recordaba seguía siendo despampanante.

El hormigueo en mis labios seguía intacto, sin poder evitarlo, los saboreé tratando de recordar el sabor de sus carnosos labios; todas las sensaciones que alguna vez en mi vida había sentido volvieron en un abrir y cerrar de ojos con tan solo un roce.

Una sonrisa se asomó en mi rostro y mis yemas tocaron mis labios para luego darme cuenta de lo estúpida que me veía y de la sonrisa burlona del rostro de Calle mientras observaba mi acto.

El nombre de Santiago llegó a mi cabeza de forma inmediata, recordándome que tenía pareja y que estaba comprometida.

Recapacita, María José —susurré. Debería de estar en casa enlistando los preparativos para mi boda en vez de bailar con Daniela Calle. ¿En qué estaba pensando?

—Deberíamos irnos —le dije cortante a Alba una vez llegué donde ella, quien estaba entretenida en su sesión de besos con su novia.

—¿Por qué? Estabas de lo más entretenida bailando con Daniela —habló mientras acariciaba la espalda de Aida.

—Vámonos —volví a gruñir. Escuché la risa de Daniela en el fondo mientras hablaba con Natasha. Que hipócrita es. 

—Solo un rato más Poché, no seas aburrida —dijo para volver a besar a su novia sin prestarme más atención. Bufé molesta, necesitaba irme de aquí, sabía que había sido una mala idea haber aceptado venir, sobretodo si Daniela estaba incluida en aquellos planes.

—Yo me voy —gruñí tomando mi bolso que estaba en el asiento al lado de Natasha, quien estaba bastante entretenida con su novia como para prestarme atención.

Todo hubiera sido diferente si Santiago no hubiera desaparecido de la nada, sin dar señales de vida, en este momento estaríamos probando la cena para nuestra boda.

Caminé furiosa hasta la salida del lugar, el aire frío golpeo mi cuerpo haciéndome estremecer; me lamenté por el simple hecho que habíamos venido en el auto de Alba y no en el mío, mi única salida era tomar un taxi hasta mi edificio, el cual no tardó en llegar.

Durante el trayecto, no paré de llamar a Santiago, esto ya me estaba preocupando demasiado y no quería llamar a Damian ni a Marian, preocuparlos así como yo no era buena idea.

En mi mente se presentaron todos los momentos que había tenido con Daniela, desde que apareció nuevamente en mi vida hasta lo que pasó hace algunos minutos atrás. Me besó, me besó luego de diez años de no haberlo hecho y aunque no fue un beso profundo, con suerte un roce, me había hecho viajar al pasado en tan solo unos segundos.

En aquel pasado en donde ambas éramos felices, en donde ambas disfrutábamos de nuestro amor como si fuera el último día, en donde nos amábamos como las adolescentes que éramos.

—Maldita castaña... —susurré para mí.

Por más que intentaba descifrar su actitud y tratar de leer sus movimientos no podía, no sabía que estaba jugando, no sabía que tramaba y muchos sé hasta cuanto podré durar con todo esto.

Mi teléfono vibró haciéndome salir de mi trance para fijar mi mirada en la pantalla.

NATASHA🌼
¿EN DONDE TE METISTE?

Suspiré al leer, no tenía ánimos de hablar con nadie en este momento ni mucho menos con Natasha. Algo dentro de mí se removía con remordimiento al recordar lo que pasó con Daniela mientras bailábamos. Sus miradas coquetas y sus sonrisas irónicas que me hacían volver loca en el mal aspecto, además del beso innecesario que me dio al final.

Mírame con Amor | CachéWhere stories live. Discover now